Como aquel febrero de 1985, unas siglas mínimas han vuelto a sorprender a propios y extraños. Bajo una fachada elegante se esconde un deportivo de altura. Es el coche de la prueba, el BMW M5 2018 F90, un vehículo que nació siendo la berlina de cuatro puertas más rápida de la Historia y que ha ido superándose a lo largo de estos años para conseguir unas prestaciones de infarto gracias a un excelente chasis y a un motor V8 sobrealimentado por dos turbos.
Antaño, unos apéndices aerodinámicos en los bajos y unas llantas de aleación de nueva factura ponían la guinda exclusiva a esta berlina. En esta sexta generación las diferencias respecto al Serie 5 (prueba) son más evidentes: musculosos paragolpes con unas entradas de refrigeración más extensas, aletas ensanchadas para alojar unas vías más amplias, la delantera con las branquias típicas de los coches nacidos en Garching y firmados por BMW M GmbH; nuevas nervaduras en el capó, retrovisores específicos M, alerón en la tapa del maletero y difusor escoltado por dos salidas dobles. y lo mejor de todo ello es que viene de serie, sin recibir ninguno de los accesorios M Performance.
Al acoplarme en el asiento del conductor compruebo que su interior es sensacional, de lo mejor que he visto últimamente. Como cabe esperar en un coche de su talla, los ajustes son excelentes y la calidad, tanto percibida como al tacto, de diez. Combina materiales nobles como la Alcantara, cuero con pespuntes en diferente color, fibra de carbono, aluminio y plásticos en negro piano sin que alguno de ellos desentone. Se suman la pantalla del sistema de infoentretenimiento, que permite el control mediante gestos y que está alojada en la parte superior de la consola; el cuadro de instrumentos digital, que ofrece una compuestísima información; y los botones táctiles del sistema de climatización, también con un apoyo digital.
El volante de tres radios es, para mi gusto, demasiado grueso; eso sí, su diámetro es perfecto. La calidad de su piel y el diseño y tacto de sus levas hacen que dirigir está máquina sea todo agrado. Tiene pespuntes con los colores de BMW M y dos botones rojos M1 y M2 con los que se puede guardar dos personalizaciones individualizadas de los parámetros del vehículo. Asimismo, por su ergonomía, sujeción y diseño no puedo dejar de mencionar sus asientos tapizados en piel perforada, que saben cómo sujetar el cuerpo en las curvas, pero también como no fatigarlo gracias a su confort… y sin encender la función de masaje, que la tienen. Gracias a sus mil y un reglajes, encuentro en un santiamén la posición de conducción perfecta. Cómo no.
Los pasajeros de las plazas traseras pueden viajar cómodamente porque tienen un espacio holgadísimo para las rodillas y más que suficiente para la cabeza -personas con altura de 1,78 m les separan del techo cinco dedos-. Respecto a la central, es bastante amplia para lo que le suele corresponder a este tipo de banquetas; lo que no le quita nadie es la dureza del respaldo debido al apoyabrazos con reposavasos integrado.
Y si de viajar se trata, 530 litros podremos alojar en su maletero de boca de carga baja, pero de formas irregulares que no facilitan el aprovechamiento del espacio.
Comienza la prueba del BMW M5 2018 F90
Mi dedo índice es el encargado de pulsar el botón rojo -de nuevo otra declaración de intenciones- que hace que el bloque de ocho cilindros comience a revolverse. La melodía que crea su propulsor maridada con el escape es exquisita. Hay motores y motores. Hay sonidos y sonidos. Y BMW es uno de esos fabricantes que por su extensa tradición fabricando vehículos deportivos sabe hacerlo como nadie. Muevo la palanca hacia la derecha; un simple gesto que inicia una sofisticada pero a la vez satisfactoria experiencia de conducción.
Con varios toques de botón puedo convertir el BMW M5 en un coche manso, perfecto para viajar y devorar kilómetros de asfalto de la forma más cómoda, o en una auténtica fiera que exija al conductor todas sus aptitudes. Y es que esta nueva generación permite modificar múltiples reglajes como la dirección, dureza y desmultiplicación incluida; suspensión, gestión del motor y del cambio, sistema de tracción o el sonido del escape. ¡Un coche a la carta!
Una vez seleccionados los parámetros más accesibles, gracias a los cuales puedo afirmar que su amortiguación absorbe bien las irregularidades de la calzada, que su dirección facilita los virajes, sobre todo en ciudad; que tengo mucha potencia en casi cualquier rango de revoluciones y que puede moverse con una media de 10,6 l/100, sensacional para el rendimiento de su motor y el peso de la berlina, opto por los más radicales.
Este cohete con bandera alemana acelera de forma magistral, más rápido que la anterior generación, que equipaba los mismos 600 caballos en su versión Competition Edition -en la actual, la de 2018, son 625 CV-. Las modificaciones en el sistema de admisión y la presión de inyección en sus turbos se nota, sobre todo en los impresionantes 750 Nm que entrega desde solo las 1.800 rpm y hasta las 5.600. Pero la clave de que acelere de 0 a 100 km/h en solo 3,4” la tiene su tracción total permanente. ¿A las cuatro ruedas? Sí, porque el coche de la prueba, el BMW M5 2018 F90, es el primer M de la historia en montar este tipo de tracción. Por ello también devora las curvas con mayor eficacia. Pero tranquilo, si quieres redondearlas también tienes la posibilidad de optar, con tan solo pulsar un botón, por un 4x4 que permite un cierto deslizamiento del eje posterior o por el 4x2, que se convierte en un vehículo de propulsión y también desconecta el control de estabilidad, algo que te aconsejo que solo hagas en circuito.
Otra modificación con la que el M5 ha ganado respecto a la generación anterior es su cambio. El de doble embrague de siete velocidades ha dado paso al M Steptronic, de convertidor de par de ocho relaciones que sigue subiendo y bajando hierros velozmente, pero ahorrando a los pasajeros la brusquedad que caracterizaba al anterior. Ya sea tocando las levas o desde la palanca, la transmisión recibe las órdenes y las ejecuta sin dudar en un abrir y cerrar de ojos.
Desde su aerodinámico retrovisor observas como dejas atrás las curvas con suma facilidad, con movimientos rápidos, y todo ello con un aplomo impresionante. Y es que a pesar de sus 1.930 kilogramos se mueve de forma ágil; entiéndeme, todo lo ágil que permite un vehículo de casi cinco metros. Y es que por algo ha conseguido recorrer Nürburgring en 7:38.92...
Siempre voy acompañado del exquisito bramido de su V8 y por las detonaciones generadas cuando levanto el pie del gas, algo que me envenena. Su energía exagerada hace que te quedes pegado al asiento desde las 2.500 vueltas. Pero es que este motor no tiene fin y su entrega no decae en ningún momento hasta el corte. Por eso tienes que estar avispado si eres tú el que decides los cambios, para realizar la acción de pasar a la siguiente marcha antes de que la aguja digital del cuentarrevoluciones llegue a la zona roja.
La dirección, cuyo peso modifico a mi antojo, pone el coche donde quiero, y sus frenos, que se encargan de detener esta mole de casi dos toneladas, peso inferior al de sus rivales gracias a acertadas soluciones como su techo en plástico reforzado con fibra de carbono, cumplen sin tacha alguna. No podía ser de otra forma tratándose de los carbocerámicos, como indican sus pinzas doradas de seis pistones delante y uno detrás. Son opcionales (11.243 euros), pero además de no acusar fatiga alguna, también reducen el peso del conjunto en 23 kilogramos.
Sus múltiples reglajes hacen que sea un coche a la carta
Seleccionando los parámetros adecuados, el coche de la prueba, el BMW M5 2018 F90, es un coche con el que se puede perfectamente tanto circular a diario como viajar en carretera de la forma más cómoda. Si no fuese por el delicioso sonido de su V8 y porque debido a su instantánea y poderosa respuesta todo parece llano -no existen pendientes para él-, perfectamente podría estar a bordo de un 530i. Pero con solo tocar un botón, y en tan solo un segundo, esta berlina de lujo se convierte en un deportivo de los que me gustan, de armas tomar.
A destacar | A mejorar |
Motor | Maletero con forma irregular |
Comportamiento | Dureza respaldo central plazas traseras |
Confort |
Ficha técnica BMW M5 2018 F90 | ||
Motor | Cilindrada | 4.395 cc |
Cilindros | 8 en V | |
Potencia Máxima | 600 CV / 5.600 - 6.700 rpm | |
Par Máximo | 750 Nm /1.800 - 5.600 rpm | |
Transmisión | Caja de Cambios | Automática, convertidor de par, 8 velocidades |
Tracción | Total / trasera | |
Suspensión | Delantera | Paralelogramo deformable / resorte helicoidal / Barra estabilizadora |
Trasera | Paralelogramo deformable / resorte helicoidal / Barra estabilizadora | |
Dimensiones | Longitud | 4.965 mm |
Anchura | 1.903 mm | |
Altura | 1.473 mm | |
Distancia entre Ejes | 2.982 mm | |
Alimentación | Tipo de Alimentación | Inyección directa, turbo |
Peso | Peso | 1.930 kg |
Prestaciones | Velocidad Máxima | 250 km/h |
Aceleración 0-100 km/h | 3,4 seg | |
Consumos | Urbano | 14,5 l/100 km |
Extraurbano | 8,2 l/100 km | |
Combinado | 10,5 l/100 km | |
Emisiones | Emisión CO2 | 241 g/km (Euro 6) |
Precio | Precio final | Desde 137.097 euros |