
Algo que se valora mucho por parte de los amantes de la conducción a la hora de elegir su compañero de garaje es la deportividad. Lo que ocurre es que en la mayoría de ocasiones esa deportividad va ligada a tratarse de coches que son una tortura para entrar y salir. El acceso suele estar condicionado a una altura demasiado baja y no apta para el día a día. Y estos son los ejemplos perfectos: