En 1986, no había radiocasete donde no se escuchara el ‘Voyage Voyage’ de Desireless, mientras Michel Platini lideraba una selección francesa que hizo soñar a millones de galos con ganar el Mundial de México’86, tras derrotar a Brasil en cuartos, pero se quedó a las puertas de la final, al caer en semifinales frente a la Alemania Federal de Rummenigge, Matthäus y Völler. Aquel año, el Salón del Automóvil de París alumbró una extraña criatura, el Sbarro Citroën C-15.
Es habitual que los fabricantes locales echen el resto en este tipo de eventos, sobre todo, en aquella época, cuando los salones eran muy importantes para la industria. En aquella ocasión, Citroën se presentó con un as en la manga, un prototipo desarrollado por el carrocero Sbarro, basado en la robusta y fiable Citroën C-15, pero que poco tenía que ver con el modelo de serie.
Sbarro Citroën C-15 Aventure (1986), de furgoneta a lujoso monovolumen
No es la primera vez que te traemos un trabajo de Franco Sbarro, el diseñador suizo de origen italiano, conocido por haber realizado algunas creaciones extravagantes y réplicas de coches clásicos, como el BMW328 o el Bugatti Royale. En su día, te mostramos el Citroën Sbarro Picasso Cup, el Sbarro Picaso ‘El Bicho’ y el Sbarro Super Eight.
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En 1986, Sbarro convirtió la mítica C-15 en un santuario sobre ruedas para amantes del hedonismo y el lujo más refinado. Basta con ver el aspecto exterior para darse cuenta de que se parecía muy poco al modelo original. Para ello, el diseñador ítalo-suizo convirtió la furgoneta en una especia de monovolumen familiar de siete plazas, con un diseño de tres puertas, un concepto que recuerda, en cierta medida, al Renault Avantime que apareció 15 años después.
Una oda al lujo
Pero, si sorprendente era le exterior del coche, no menos lo era el interior. Una peculiaridad era que se podía acceder a los asientos traseros desde el portón, el cual se abría en 90 grados y dejaba un amplio espacio para entrar y salir. Una vez dentro, podíamos ver un habitáculo que nada tenía que ver con una C-15 normal.
Llamaban la atención la calidad de los materiales empleados, impropios de una furgoneta: asientos de cuero, molduras de madera en el salpicadero, los paneles de las puertas y en los laterales de los asientos, alfombrillas gruesas… Y, por supuesto, el espacio disponible era abundante, con capacidad para hasta siete pasajeros.
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Los asientos traseros se podían abatir en proporción 60:40 y había otros dos asientos plegables en los laterales que se podían orientar hacia el sentido de la marcha. Y, por si fuera poco, en el interior del gran portón trasero había una lujosa maleta de viaje, también fabricada con materiales de primera calidad.
El motor del 205 GTI
Aunque las mecánicas de la C-15 destacaban por su fiabilidad, un prototipo tan lujoso como el Sbarro Citroën C-15 Aventure no podía estar movido por un motor cualquiera. Bajo el capó, Sbarro instaló el mismo bloque que llevaban los Citroën Visa GTI y Peugeot 205 GTI (esta es su historia) de aquel momento
Se trataba del conocido 1.6 litros de cuatro cilindros, atmosférico, con inyección indirecta monopunto y encendido electrónico, que desarrollaba 115 CV a 6.250 rpm. Un motor caracterizado por su elasticidad y que podía girar hasta las 6.900 vueltas.
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Desgraciadamente, este prototipo nunca pasó de eso, un concept car, y Citroën nunca llegó a plantearse, siquiera, llevarlo a producción. Quién sabe si en los tiempos actuales, en los que se lleva eso de mezclar diferentes tipos de carrocerías, veríamos en la calle algo como este Sbarro Citroën C-15 Aventure.