Caía la noche del 23 de septiembre de 1982 y una gran multitud abarrotaba el vasto jardín del Campo de Marte, donde se erige la Torre Eiffel. Los ojos de todos los presentes se dirigían hacia el primer piso de la torre más famosa de París, donde se encontraba colgada una gigantesca caja de madera con la inscripción “Voilà la nouvelle Citroën”. En un vertiginoso espectáculo de luz y sonido, la caja de madera fue bajada lentamente al suelo y abierta para revelar la nueva berlina que cambiaría el rumbo de la marca d ellos chevrones: el Citroën BX.
Una vez más, como ya hizo André Citroën en 1925, el fabricante francés utilizó la Torre Eiffel como soporte publicitario. Esta vez, no sería un cartel luminoso con el nombre de la marca, sino, directamente, el coche colgando, oculto en el interior de una gran caja. Así, con una gran ovación en Campo de Marte y envuelto en un gran espectáculo de fuegos artificiales, comenzó su fabulosa carrera uno de los coches más recordados de la década de los ochenta y hasta bien entrados los 90.
Unos días después, el 30 de septiembre de 1982, el 69º Salón del Automóvil de París abrió sus puertas en el recinto ferial Porte de Versailles, dando el pistoletazo de salida a la venta del Citroën BX, que se convirtió en una de las estrellas indiscutibles de la cita parisina. Un coche familiar, caracterizado por un diseño llamativo, obra de Bertone, del que se produjeron más de 2,3 millones de unidades y contribuyó al crecimiento de Citroën en el segmento de la clase media-alta entre 1982 y 1994.
Citroën BX, 40 años de la berlina que cambió el rumbo de la marca de los chevrones
Para entender lo que significa el BX para Citroën es necesario explicar la situación en la que se encontraba la firma de los chevrones en aquella época. Desde mediados de los 70, la marca francesa atravesaba un momento delicado. Proyectos caros y sin mucho éxito, como el Citroën SM, habían conducido al fabricante a una situación económica difícil. Esto llevó a su integración en Peugeot en 1976, dando lugar al nacimiento del Grupo PSA.
Citroën necesitaba un sustituto del GSA con el que recuperar el terreno perdido en un segmento que había dominado anteriormente, el de las berlinas de gama media-alta. Para ello, el BX se basó en serios argumentos técnicos para garantizar comodidad, dinamismo y economía de uso, así como una nueva imagen con un diseño rompedor.
Nace el proyecto ‘XB’
El desarrollo del Citroën BX comenzó en 1978 con el proyecto ‘XB’ y lo terminó en noviembre de 1979. Los principales objetivos del futuro modelo eran garantizar que fuera reconocido como un vehículo moderno, no convencional, con énfasis en la innovación. El BX iba a ser un vehículo de motor transversal, con masa limitada para asegurar una buena aceleración y bajo consumo de combustible, lo que representaba un ahorro de costos en el contexto de la época.
Como todos los Citroën de gama alta de esta época, el BX estaba equipado con un sistema de suspensión hidroneumática para garantizar el confort y un agarre impecable a la carretera y tenía una carrocería hatchback de cinco puertas.
El desarrollo estuvo a cargo del centro técnico Vélizy, que invirtió mucho en CAD (diseño asistido por computadora) para acelerar la convergencia del diseño y optimizar las prestaciones. Gracias a este método, el BX consiguió un buen coeficiente aerodinámico de 0,34.
Además, fue innovador en el uso de materiales compuestos para piezas como el paragolpes, el portón del maletero, el capó y los paneles laterales, con un peso de solo 885 kg.
Siendo el primer vehículo de la era PSA, los motores del BX se tomaron del propio banco de trenes motrices del grupo. Esto es, un bloque de 1.360 centímetros cúbicos que entregaba 62 y 72 CV y otro de 1.580 centímetros cúbicos que producía 90 CV. El resultado fue un coche con un sorprendente comportamiento dinámico.
El sello indiscutible de Bertone
La marca francesa se fijo un doble objetivo con el BX: por un lado, entrar en el mercado de vehículos de clase media-alta y, por otro, convertirse en el sucesor de GSA, como hemos mencionado anteriormente. Para lograrlo, Citroën le pidió al famoso carrocero italiano, Bertone, que se encargara del diseño.
Por su parte, el diseñador Marcello Gandini propuso una forma original, robusta pero sin excentricidades. Destacó en el panorama automovilístico de la época, pero llegó a ser emblemático del BX. El habitáculo también era llamativo, con un cuadro de instrumentos inspirado en el CX que presentaba elementos característicos como los controles satelitales a ambos lados del volante y el tacómetro retroiluminado.
Siempre a la vanguardia
El Citroën BX estuvo en producción durante 12 años, desde 1982 hasta 1994. Durante ese tiempo, recibió algunos cambios de carrocería. En 1985 se añadió a la gama una elegante versión familiar, 17 cm más larga que la berlina y denominada Evasion, así como la versión de empresa que apareció un año antes. Ese mismo año, Citroën se convirtió en el primer fabricante francés en ofrecer una versión diésel automática.
En 1987, llegó el momento de aplicarle un lavado de cara, dotándolo de un exterior más suave y un nuevo panel de instrumentos. Aprovechando la mitad de su ciclo comercial, Citroën volvió a innovar, introduciendo el primer automóvil francés de producción masiva equipado con un motor de 16 válvulas.
En cuanto al equipamiento, el BX contaba con techo corredizo, aire acondicionado, instrumentación digital, tapicería de terciopelo, llantas de aluminio, reloj digital y ordenador de a bordo permitieron que el BX se mantuviera fiel a su imagen de vehículo moderno.
El BX fue también el primer vehículo producido en masa en utilizar un capó de compuesto de fibra de vidrio de poliéster comprimido, un portón trasero de compuesto de fibra de vidrio de poliéster inyectado, una luneta trasera adherida e incluso faros con reflectores parabólicos con dos superficies reflectantes homofocales.
Mecánicamente, la berlina francesa se mantuvo a la vanguardia de la tecnología con motores que desarrollaban hasta 160 CV, inyección electrónica con catalizador y sonda lambda, motor diésel, caja de cambios automática, tracción total permanente y frenos ABS. Incluso se produjo una serie limitada de 200 unidades de la versión de carretera del coche de competición BX 4 TC grupo B, con motor de 2141 centímetros cúbicos y 200 CV, capaz de alcanzar los 220 km/h.
Citroën BX, un éxito rotundo
El Citroën BX convenció rápidamente a la prensa especializada y sedujo al público, gracias a su estética decididamente moderna y sus características atractivas. Su éxito comercial fue rotundo. Construido en la planta de Rennes La Janais, en Bretaña, y en la de Vigo, se vendieron 2.337.016 unidades antes de que finalmente terminara su producción en junio de 1994.
La vida del BX también contó con numerosas ediciones limitadas, como Tonic, Image, Calanque o Leader, además del famoso Digit, con su panel de instrumentos completamente digital. Como uno de los automóviles más vendidos de Citroën, el BX sin duda contribuyó a la reactivación de la marca Citroën en la década de 1980, que continuaría en los 90 con el Xantia y el ZX.