La categoría del Grupo B de rally dio lugar a vehículos maravillosos, joyas sobre cuatro ruedas destinadas a la competición pero con un pequeño número de unidades destinadas a la venta al público para cumplir con los requerimientos necesarios. Uno de ellos fue el Citroën BX 4TC, una variante muy radical de su homónimo de calle que no resultó especialmente rentable para la firma de los dos chevrones. Pero claro, a los aficionados nos pareció especialmente atractiva, y por eso vamos a repasarla.
Citroën BX 4TC: un BX mucho más radical
El diseño del Citroën BX 4TC se diferenciaba a simple vista de la versión convencional de este modelo francés. Para empezar, el inofensivo frontal del BX, un coche con un diseño muy curioso al no tener parrilla, fue modificado hasta el extremo. Entre los faros delanteros se incrustaron unas luces adicionados divididas en cuatro focos.
Además, el logo es doble, con una 'X' en el medio; y el paragolpes es más deportivo, con una aerodinámica más cuidada y unas entradas de aire muy prominentes para la época. Y cómo olvidarnos del capó, con un saliente en el centro para poder dar cabida a un propulsor mucho más potente que el de serie.
El perfil y la zaga, diferenciados
El perfil del BX era una de sus señas de identidad más características. Lo más llamativo era una aleta trasera que escondía la parte superior del neumático y de la llanta. Este rasgo se pierde por completo en el Citroën BX 4TC, que deja la rueda posterior totalmente al descubierto. Pero también hay otras diferencias notables.
Cuenta con un vinilo que recorre su lateral desde el faro delantero hasta el trasero. Sin embargo, lo que más destaca es el ensanchamiento al que fue sometida su carrocería. Las aletas delanteras sobresalen ligeramente del conjunto, pero en las traseras esto ocurre de una manera mucho más acusada. Tanto que afecta a prácticamente todas las puertas posteriores, al menos hasta la línea de cintura del vehículo, justo por debajo del vinilo. Además, albergan unas llantas con un diseño específico de esta versión.
En la zaga también hay cambios, aunque no son tan fáciles de reconocer. Salvo el alerón, que es fijo y de unas dimensiones bastante generosas. Por lo demás, el paragolpes es diferente en comparación con el modelo estándar, y entre los dos pilotos traseros hay una línea negra -en donde va colocada la matrícula- para aportar un poco de agresividad.
Si pasamos a su habitáculo, vemos que cambia realmente poco. Tiene una tapicería de tela y la amplitud sigue destacando, sobre todo si tenemos en cuenta que estamos hablando de un coche hecho para competir en el Grupo B. Es en la instrumentación en donde hay más novedades, con un buen número de relojes para controlar todo lo relativo a la mecánica y a la velocidad.
Así es el motor del Citroën BX 4TC
Lo realmente atractivo de este tipo de coches se encuentra debajo del capó, y en el caso del Citroën BX 4TC no iba a ser menos. El vano motor de este velocista francés da cabida a un propulsor de gasolina de origen Simca-Chrysler con 2,4 litros de cilindrada y cuatro cilindros en línea que entregaba 380 CV de potencia.
Lo malo de esta mecánica era que hubo que recolocarla. Se puso en disposición longitudinal, ya que el modelo de serie montaba el motor de forma transversal. Además, fue necesario mover su ubicación, ya que en su emplazamiento original molestaba al sistema de tracción a las cuatro ruedas que equipaba este Citroën. El reparto de pesos acabó siendo un auténtico desastre.
El fugaz paso por competición del Citroën BX 4TC
Debido a que su motor era menos potente y más pesado que el de la competencia, el paso del Citroën BX 4TC por la competición fue corto y poco fructífero. Al final solo participó en los rallyes de Montecarlo, Suecia y Acrópolis; y el mejor puesto que pudo obtener fue el sexto con el piloto Jean-Claude Andruet a sus mandos.
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Tras este fracaso, Citroën tuvo suerte de que el Grupo B fuese prohibido. Además, de las 200 unidades que se construyeron para la venta al público general, las cuales tenían 200 CV de potencia, no fueron vendidas ni la mitad. Muchas de ellas fueron recompradas por la marca francesa, pero a día de hoy todavía hay unas cuantas en circulación y, como podrás imaginar, están muy cotizadas.
Las llantas de diseño específico para esta versión que salen en las fotos son las mismas del Citroën CX Turbo.