PRUEBA: Audi TT RS Coupé

Desde ese primer prototipo que Audi mostró al público en el Salón del Automóvil de Frankfurt de 1995, el TT ha fascinado a niños y adultos con un aura especial que brillaba por encima del resto en un mercado hambriento de coches diferentes, de pequeños deportivos compactos capaces de esbozar una sonrisa en la cara del conductor cada vez que giraba la llave y el motor cobraba vida. El Audi TT RS Coupé de la prueba es la máxima expresión de este modelo con alma de superdeportivo, es el súmmum del coche que Freeman Thomas, Romulus Rost y Peter Schreyer crearon en sus mesas de dibujo allá por 1994.

El TT, cuyas siglas significan Tourist Trophy, es el icono del diseño alemán. Fue la demostración al mundo de que el sobrio estilo alemán podía eclipsar a la percepción de belleza, elegancia y glamour italiano que siempre ha predominado en la industria del automóvil. Fiel al modelo creado en el centro de diseño de Volkswagen en California (Estados Unidos), el deportivo de Audi ha logrado materializar tres generaciones diferentes en 24 años de historia, desde que el modelo fuera originalmente introducido en el mercado en 1998 en su versión definitiva de producción.

El TT RS fue el encargado de rescatar el motor de cinco cilindros

Conocido con el código interno 8S, el TT de tercera generación aterrizó en el mercado en 2014, aunque no fue en este modelo cuando Audi Sport obró su magia y agregó el apellido RS al mini superdeportivo. En realidad, el primer TT RS llegaría a mediados de 2009 en la segunda generación del modelo como la joya de la gama, un vehículo de menos de 4,2 metros de largo con el famoso motor de cinco cilindros en línea, 20 válvulas, turbocompresor y 2.5 litros, que estaba disponible con cambio manual o automático, y siempre ligado a la legendaria tracción total quattro de Audi.

Una jornada probando la gama RS en un Audi Driving Experience

El Audi TT RS no solo es importante por su contribución al mercado de los deportivos compactos y lo que ha reportado a la compañía de Ingolstadt, sino también porque fue el responsable de que Audi mirara a sus orígenes y rescatara un concepto de mecánica que ya no existía a finales de la década de 2000.

El famoso cinco cilindros, inspirado por el icónico Audi Sport Quattro (prueba) de rallye de los ’80, fue desarrollado a conciencia para una nueva generación de deportivos compactos que estaba a punto de florecer en el seno de la división deportiva del fabricante alemán, y el TT RS 8J de segunda generación sería el encargado de estrenarlo.

Hoy, este motor, que ha pasado de los 340 CV originales -aunque hubo una versión posterior de 310 CV- a los actuales 400 CV de potencia, impulsa también al Audi RS 3 (prueba) y al Audi RS Q3 (prueba), e incluso ha escapado por primera vez del recaudo de Audi para impulsar a un coche que no lleva los cuatro anillos en el capó, el Cupra Formentor VZ5 (prueba).

Producto de la división Audi Sport por dentro y por fuera

La generación actual es el canto del cisne del TT, ya que el modelo atraviesa sus últimos años -o puede que incluso meses- de vida antes de desaparecer del portfolio de productos de Audi para siempre. De hecho, la firma alemana ya ha prácticamente confirmado que el Tourist Trophy no tendrá reemplazo y se rumorea que su hueco en la gama lo ocupará un coche eléctrico. Aunque este es un tema del que hablaremos en otro momento.

Ahora es el momento de poner a prueba el Audi TT RS Coupé. La unidad que estoy a punto de probar está terminada en la espectacular pintura Gris Daytona efecto perla y descansa sobre un juego de llantas de aleación ligera Audi Sport de 20 pulgadas en diseño de cinco brazos en una combinación entre metal pulido y pintura negra. El interior se ha equipado con el paquete de diseño RS Rojo, que añade detalles de color Rojo Tango en las salidas de ventilación, los cinturones de seguridad, las alfombrillas, las cubiertas de los asientos y la parte inferior de la consola central.

El habitáculo, que rebosa calidad premium y acabados de alta gama, luce toques deportivos como los asientos, el volante RS tapizado en cuero y Alcantara con el botón de arranque y el de los programas de conducción drive select integrados, molduras en carbono en la consola central y los tiradores de las puertas, el Audi virtual cockpit con gráficos RS, y unos asientos deportivos que ofrecen un gran agarre lateral con costuras en rojo y logotipos RS grabados en los respaldos.

Prueba Audi TT RS Coupé

El puesto del conductor bajo, con el volante situado a la altura del pecho, las piernas parcialmente estiradas y los brazos semiflexionados. Así es la postura de conducción del Audi TT RS Coupé de la prueba, muy parecida a la del Audi R8 (prueba). Y en cierta medida, muchos de sus rasgos de estilo y diseño se inspiran en el superdeportivo genuino de motor central de Audi, como el volante y ese llamativo botón rojo con la inscripción “Start Engine Stop”.

No espero más. Piso el freno y pulso el mencionado botón. El 2.5 TFSI cobra vida en mitad de una algarabía de detonaciones del sistema de escape deportivo con válvulas controladas electrónicamente. Sitúo la palanca de cambios de la transmisión automática S tronic de doble embrague y siete velocidades en posición Drive e inicio mi prueba del Audi TT RS Coupé.

PRUEBA: Audi RS 5 Sportback

Como antiguo propietario de un TT 8J, el tarado de la suspensión lo encuentro más firme incluso que el de mi ex coche. Se perciben las irregularidades de la superficie de la carretera y es tan seco como lo recordaba. Sin embargo, todo se ha reajustado de tal manera que la respuesta sea siempre más directa, más radical, más RS. En el modo de conducción comfort y con las válvulas de escape cerradas, es un coche ligeramente silencioso, aunque el sonido de la rodadura y el ruido aerodinámico que no termina de frenar las ventanas laterales sin marco sigue presente también en el TT RS. Comprueba que es el mal endémico del modelo, independientemente de la generación.

Descargando toda la furia

Entro en autopista y tengo algunos kilómetros por delante antes de llegar a mi destino. En conducción tranquila es un compacto con espíritu deportivo, aunque muy dócil. Pero al seleccionar el programa dynamic todo cambia. Automáticamente, la caja de cambios baja dos marchas y aumenta el régimen de giro del motor. Se abren las mariposas de escape y me acompaña una nueva melodía sin tan siquiera haber pisado más el acelerador.

Decido entonces dar rienda suelta a la caballería y presiono a fondo el pie derecho. La respuesta no se hace esperar. Se percibe como el turbocompresor carga antes de notar como los 480 Nm de par me pegan al respaldo del asiento. El TT RS Coupé no necesita mucho para pasar de 0 a 100 km/h desde parado (en solo 3,7 segundos) y un poco más para circular ya a velocidades muy por encima del límite legal.

A la carretera

Suelto el pedal y dejo que el cinco cilindros se relaje. Es entonces cuando abandono la aburrida autopista y me adentro en un -por desgracia- corto recorrido de carretera con algunas curvas. Para esta parte me he reservado el modo secuencial de la S tronic, al que se accede tan solo presionando las levas tras el volante o empujando la palanca del cambio a la derecha. Este modo aún más deportivo me otorga pleno control sobre la transmisión, eligiendo en qué momento quiero subir de marcha o utilizando el freno motor para apoyarme en las frenadas.

La dirección es muy comunicativa y directa, lo que me permite saber en todo momento lo que ocurre en el tren delantero del Audi TT RS Coupé de la prueba. Cualquier pequeña variación en el volante se hace notar en las ruedas y percibo esa sensación de conexión con el coche. La versión RS del pequeño deportivo compacto de Audi es muy fácil de conducir y la tracción quattro te ayuda a mantenerlo todo bajo control. También lo hacen los frenos deportivos RS, con unos generosos discos delanteros perforados mordidos por una pareja de pinzas que, en este caso, están terminadas en negro brillante.

El motor sube de revoluciones a una velocidad pasmosa y el turbocompresor hace lo propio notando la patada cada vez que descarga su furia. Tiene un grandísimo aplomo en carreteras de curvas y se muestra tremendamente efectivo en tramos revirados. Y cuando el eje trasero se vuelve más inquieto se percibe cómo la tracción a las cuatro ruedas actúa para volver a fijarlo al asfalto.

Futuro clásico de colección

Hablar de futuro en la industria del automóvil es hablar de coches eléctricos, del fin del motor de combustión interna, de la tecnología conectada, y de los automatismos para “ayudarnos” a conducir y velar por nuestra seguridad. Por desgracia, de este futuro parece que se bajan los coches tan deportivos y sensorialmente divertidos como el Audi TT RS Coupé de la prueba.

Como te decía unas líneas más arriba, la marca va a descatalogar en los próximos meses al Audi TT (prueba). De hecho, en España ya no se vende la carrocería descapotable, conocida como TT Roadster. Y es realmente triste pensar en ello. Culpa de esto la tiene principalmente el cambio de las preferencias del mercado, que ha dejado de lado coches poco prácticos como el TT en favor de los populares SUV. Pero también ha contribuido en cierta medida el fabricante alemán, que ha ido encareciendo el TT hasta superar los 56.000 euros de la versión de acceso a gama actual (sin ser un modelo RS).

Para los más entendidos y los auténticos puristas que puedan permitirse tenerlo aparcado en un garaje junto a otros vehículos, el TT se convertirá en un clásico de colección en un futuro no muy lejano, y la versión RS será la más demandada. Estoy convencido de que su precio se disparará dentro de unos años y que los ejemplares que queden disponibles cada vez serán más escasos y limitados.

Y es que el TT ha marcado una época en el sector del automóvil y debemos dar gracias por ello. Un coche que, a pesar de que el segmento se está muriendo, ha seguido durante años con unos niveles de ventas cada vez más bajos. Mi consejo: acópiense de alguna unidad ahora que pueden, antes de que sea demasiado tarde.