Si te preguntamos por alguno de los coches que ‘movieron’ Europa durante los años cincuenta y sesenta, seguro que te vienen a la cabeza modelos como el Volkswagen Beetle (prueba), el Fiat 500 (prueba), el MINI o incluso el SEAT 600 (prueba), si hablamos de España. Sin embargo, al otro lado del telón de acero, también hubo modelos importantes, como demuestra la prueba de este Skoda Octavia I de 1959.

Porque sí, todos conocemos al Skoda Octavia (prueba) nacido dentro del Grupo Volkswagen, una práctica y cumplidora berlina, lanzada en 1996 y ya con cuatro generaciones a sus espaldas. Sin embargo, la historia del popular modelo viene de bastante más atrás.

Concretamente, de la Checoslovaquia del año 1959 en la que el modelo vio la luz. Y sí, por supuesto que tuvo una variante familiar, el primer Octavia Combi de la historia, que nació dos años después. Desde luego, queda claro que los ‘wagon’ están en lo más profundo del ADN de la marca.

Estética e interior práctico

prueba skoda octavia i 1959
Así era el primer Octavia con carrocería familiar (1961)

Y es cierto que, de un primer vistazo, a este auténtico clásico no se le puede negar que tiene una belleza peculiar. Porque sí, el modelo que salía de la línea de producción de Mladá Boleslav tenía el ‘aire’ propio de todos los coches de la Europa del Este de la época. Pero no se le puede negar que detalles como la cuidada parrilla, los entrañables faros redondos o los múltiples cromados que decoran la carrocería, le otorgan un diseño bastante personal.

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Además, tampoco hay que perder de vista el detalle de que la variante sedán contara con una carrocería de dos puertas, lo que junto a la abombada parte trasera, le confiere una imagen realmente única. Pero a pesar de todo, era un modelo práctico, con cuatro plazas homologadas, aunque la banqueta trasera corrida seguro que sirvió para transportar a muuuuchos más pasajeros.

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En la parte trasera, el maletero ofrece 320 litros de capacidad; una cifra que no está mal, para un coche que alcanza los 4,06 metros de largo. En el caso del Combi, además de ser más amplio, para aumentar la practicidad se recurría a un portón de apertura doble, con una luneta practicable, al estilo de la que equipan los BMW familiares actuales.

Cuando te sientas al volante del Skoda Octavia original, la sensación de vacío a la que te enfrentas es total. Acostumbrados a los coches actuales, llenos de pantallas y artificios, aquí tienes un volante, tres pedales, la palanca del cambio, tres indicadores analógicos… y poco más.

PRUEBA del Skoda Octavia I (1959)

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Con tan poco que analizar, lo mejor es accionar el motor, algo que se hace desde la izquierda del volante (¡como los Porsche!) y ponerse en marcha. En el caso del sedán, se fabricó con motores de 1.1 y 1.2 litros de cilindrada, siempre de cuatro cilindros en línea y con potencias comprendidas entre los 40 y los 48 CV de potencia.

Con estos datos, las prestaciones no son el punto fuerte del modelo, lógicamente. Si tomamos como referencia la versión 1.1 Super de 40 CV, es capaz de alcanzar los 110 km/h de velocidad máxima, mientras que la aceleración de 0 a 100 km/h es… infinita. O casi.

A pesar de lo sencillo de este modelo de propulsión trasera, conducir el Skoda Octavia clásico puede ser bastante complicado, si estás acostumbrado a los coches del año 2023. Lógicamente, no hay dirección asistida, ni servofreno, ni nada por el estilo, por lo que la conducción es algo exigente, desde el punto de vista físico.

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Y, aunque el equipo de frenos trabaja con razonable eficacia, no conviene abusar de él, porque es bastante sensible a la fatiga. Y empezar a frenar con previsión tampoco es mala idea, ya que las distancias de detención se alargan bastante.

Otro elemento que requiere de cierta práctica y paciencia es la caja de cambios, que tiene cuatro velocidades y cuyo funcionamiento requiere de grandes dosis de precisión, si no queremos hacer el ridículo con alguna que otra ‘rascada’ antológica.

Sobre las suspensiones, son realmente firmes. Tal vez, bastante más de lo que se podría esperar, haciendo que no sea un coche especialmente confortable. Ahora bien, hay que ser conscientes de que, en su época, debía enfrentarse con asiduidad a firmes en mal estado e incluso a caminos rurales. Por lo que la dureza en general del conjunto, junto a su fiabilidad, eran dos aspectos muy valorados del modelo.

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Por último, el motor es ruidoso y poco refinado, pero lo que no se puede negar es que se trata de un bloque voluntarioso, que hace todo lo posible para mover con cierta solvencia un conjunto que se queda en los apenas 920 kilos de peso. Y encima, además de indestructible, también resultaba bastante sencillo de reparar, llegado el caso.

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Esta primera generación del Octavia estuvo a la venta hasta el año 1971 y, como curiosidad, diremos que el nombre del coche se escogió porque era la octava creación de Skoda. Una denominación que, muchos modelos después, se recuperó para una nueva berlina en 1996.

Ficha técnica Skoda Octavia 1.1 (1959)
Motor Cilindrada 1.089 cc
Cilindros
Disposición
Gasolina
4 cilindros en línea
Potencia máxima 40 CV a 4.200 rpm
Par máximo 58,8 Nm a 2.500 rpm
Alimentación Tipo Carburador Jikov
Transmisión Caja de Cambios Manual, 4 velocidades
Tracción Trasera
Suspensión Delantera Independiente
Amortiguadores
Trasera Eje rígido
Ballestas
Frenos Delanteros Tambores
Traseros Tambores
Dimensiones Longitud 4.065 mm
Anchura 1.600 mm
Altura 1.430 mm
Distancia entre ejes 2.390 mm
Maletero Capacidad 320 litros
Peso Peso 920 kg
Prestaciones Velocidad máxima 110 km/h
Aceleración 0-100 Km/h N.d.
Consumo Medio 7,7 l/100 kn
Ciudad N.d.
Carretera N.d.
Producción Años 1959-1971
Precio Precio en la época N.d. (1959)
Valoración
Skoda Octavia I (1959)
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Pablo López
Como la potencia sin control no sirve de nada y la aerodinámica es para quien no sabe hacer motores, ni hago motores potentes ni diseño coches veloces. Solo junto letras allá donde me dejan.
prueba-skoda-octavia-i-1959Como todos los inicios, el del Skoda Octavia no resultó sencillo, con motores sencillos, prestaciones justas y sin lujos de ningún tipo. Sin embargo, también forjó algunos de los valores que han hecho célebres a la marca, como la buena relación entre precio y equipamiento, el buen espacio, la elevada practicidad o una bien merecida fama de ‘dureza’ y fiabilidad.

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