Etiqueta británica; corazón alemán. Esta es la sugerente combinación del coche de la prueba, el Aston Martín Vantage V8. Todo un gentleman capaz de enamorar a cualquier persona que no tenga atrofiado el sentido de la vista… Y del buen gusto.

El traje que viste este automóvil de ensueño combina elegancia y deportividad. No resulta extraño viendo que ha sido fabricado en Gaydon. Su imagen es espectacularmente acertada; tanto, que podría asegurarte sin ganarme ningún insulto que es el automóvil más bonito que actualmente se comercializa. Además, es uno de esos coches por el que pasarán los años, pero su imagen se mantendrá actual casi como el primer día.

foto delantera del Aston Martin Vantage V8

Casi una década ha tendido que pasar para que el fabricante inglés haya creado una nueva generación; pero, como puedes ver en las fotos, la espera ha merecido la pena.

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Muevo el tirador y la puerta se lanza hacia mí con un extraño movimiento que, a priori, parece que va abrirse como si de una de tipo tijera se tratase. No es así. Pero para movimiento el mío al tirarme al asiento, puesto que éste está ubicado bien abajo -10 mm más que la banqueta de la anterior generación- como deportivo con pedigrí que es.

Interior del Aston Martin Vantage V8 revestido en Alcantara

Pulso el pedal de freno e instantáneamente el botón de encendido pasa de blanco a color rojo. Lo presiono y su motor V8 me brinda el sonido más atractivo que creo que he oído al emanar de un bloque de esta configuración. La prueba del Aston Martin Vantage V8 comienza con fuerza, sin decepcionar. Y tras el rugido llega el gorgoteo…

Inicio la marcha jugandome el retrovisor. Desde parado me exige tener mucho cuidado, porque la energía que entrega es ¿demasiada? Por su parte, la dirección es muy ligera cuando el coche está parado, cosa que agradezco, pero en marcha se endurece, lo cual me agrada aún más.

botón de encendido con luz roja del Aston Martin Vantage V8En los primeros metros confirmo la diferencia del escape deportivo opcional que equipa mi unidad de pruebas del Aston Martin Vantage V8, que emite un sonido tan bruto que podría pasar por el de una Harley Davidson. Tal cual.

Es a baja velocidad cuando aprovecho a echar un vistazo a su interior, porque a alta, las cosas pasan demasiado rápido… Y es que mi ansia previa por arrancarlo y moverlo no me lo ha permitido. Mis ojos solo ven la piel de exquisito tacto que tapiza los paneles de las puertas, el volante y los asientos; la Alcantara que recubre todo centímetro del salpicadero, los pilares y el techo; y fibra de carbono de otros tantos elementos. Todos estos materiales nobles consiguen que los plásticos en color gris oscuro y los mandos del sistema de infoentretenimiento y los saltelites del volante, de origen Mercedes-Benz, pasen desapercibidos. No lo hacen sus levas King Size metálicas, que a pesar de ser fijas, algo con lo que no comulgo, gracias a su enorme tamaño, en movimientos rápidos de volante, siempre las localizo rápidamente.

Alerón y retrovisor del Aston Martin Vantage V8

En ciudad es el centro de toda mirada, no sé si por su sonido o por su imagen; es posible que por ambos. Yo, seguro que más que los peatones, agradezco el sistema Start-Stop por el arranque estruendoso que tiene. Además, si las miradas que no disimulan la envidia, la rabia o la admiración no te importan, se puede circular con él por la urbe, porque pasa los badenes sin romperte los riñones y porque, a pesar de su baja altura y su splitter, no suele rozar.

Pero también es un coche válido para viajar, porque, además de que con marchas altas va bajo de vueltas, por lo que el sonido que emite es contenido, la suspensión no es del todo incómoda y absorbe dignamente las irregularidades y las juntas de dilatación de la calzada.

Foto frontal de la prueba del Aston Martin Vantage V8

Coche válido para ciudad; coche cómodo para viajar… Bla, bla, bla. Donde de verdad destaca el coche de la prueba, el Aston Martin Vantage V8, es llevándole al límite. El culpable de que me quede pegado al asiento cuando hundo el pie a tabla, de acelerar de 0 a 100 km/h en solo 3,7 segundos, es el motor V8 de AMG modificado por los ingenieros británicos y presente también en el DB11 (prueba), modelo con el que comparte el 30% de elementos estructurales. Tiene un sensacional empuje en todo rango de revoluciones, aunque es cuando pasa de las 3.000 vueltas cuando saca toda su rabia, manteniendo ese enfado hasta el corte, sin desfallecer hasta las 7.000 rpm, y sin perder la compostura, como buen Caballero de la Orden del Imperio Británico. Siempre le acompaña un estruendo que parece que anticipe una gran tormenta y unos petardeos cuando cambio de relación que podría incluso catalogarlos como de macarras. Y hablando de cambio, monta uno automático firmado por ZF de 8 velocidades que es megarápido, tanto al subir como al reducir de marcha, por lo que no echo en falta uno de doble embrague; es más, el trabajo que realiza es tan bueno que creo que no percibiría la diferencia.

Como te comentaba unas líneas más arriba, abordo todo pasa demasiado veloz: el tiempo, los kilómetros, pero el cuadro de instrumentos digital está ahí, con información clara, para que en modo Sport Plus, unos colores te permitan cambiar unas décimas antes y evitar así que la aguja repita movimiento en el corte de inyección a la vez que tu cuerpo hace una reverencia involuntaria. Y es que tienes que ser rápido, porque este V8 con dos turbocompresores BorgWarner sube de vueltas de una forma endiablada.

Foto de perfil de la prueba del Aston Martin Vantage V8

De mantener firme en curva este chasis de aluminio se encarga una suspensión frontal de doble horquilla y una posterior multibrazo. Además, sus 1.530 kilogramos con un reparto de 50/50 y su diferencial trasero controlado electrónicamente hacen que el paso por curva sea raudo. Acompaña una dirección veloz y con un peso idóneo, pero que sigue estando lejos de las de antaño en lo que a comunicación se refiere, algo que sí ha mejorado Porsche en su 911, como pude comprobar en la prueba de esta última generación.

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Los 178.000 euros que cuesta no son los que consiguen que el Aston Martin Vantage V8 de la prueba sea tan exclusivo, que también, puesto que existen opciones más asequibles como el Porsche 911 o el Audi R8 (prueba) -las hay más caras como el Mercedes-AMG GT S Coupé (prueba)-. Lo que le hace ser especial es su diseño exterior. Que me perdonen el resto de marcas si las ofendo, pero puedo asegurar que no existe en el mercado un coche con una imagen tan atractiva como la suya. He dicho.

Foto trasera de la prueba del Aston Martin Vantage V8

A destacar A mejorar
Diseño exterior Posición de algunos botones
Motor Algunos mandos de origen Mercedes-Benz
Sonido
Ficha técnica Aston Martin Vantage V8
Motor Cilindrada 3.982 cc
Cilindros 8 en V
Potencia máxima 510 CV / 6.000 rpm
Par Máximo 685 Nm / 2.000-5.000 rpm
Transmisión Caja de Cambios Automática, 8 velocidades, convertidor de par
Tracción Trasera
Suspensión Delantera Paralelogramo deformable / Resorte helicoidal / Barra estabilizadora
Trasera Paralelogramo deformable /Resorte helicoidal / Barra estabilizadora
Dimensiones Longitud 4.465 mm
Anchura 1.942 mm
Altura 1.273 mm
Distancia entre Ejes 2.704 mm
Alimentación Tipo de Alimentación Inyección directa. Turbo
Peso Peso 1.530 kg
Prestaciones Velocidad Máxima 314 km/h
Aceleración 0-100 km/h 3,7 seg
Consumos NDEC Urbano 14,4 l/100 km
Extraurbano 8,2 l/100 km
Combinado 10,5 l/100 km
Emisiones Emisión CO2 245 g/km (Euro 6)
Precio Precio Oficial 178.000 euros

Fotos: Max Earey

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