Podrías pensar que apostar por comercializar un nuevo B-SUV es una idea suicida. Sí, es cierto que el número de opciones es enorme, pero ten en cuenta que también es el segmento que más crece; las previsiones de venta en los próximos años auguran una progresión aún mayor. Por este motivo, la compañía surcoreana se ha lanzado con el coche de la prueba: el KIA Stonic. He tenido el 1.0 T-GDI de 120 CV , el más potente de los dos gasolina que conforman la gama, para analizar sus pros y sus contras.
Por fuera es atractivo y juvenil, pero sin llegar al grado de atrevimiento que tienen el Hyundai Kona, que también hemos probado, o el Nissan Juke, con el que la firma japonesa ha sorprendido a propios y extraños con su excelente acogida. Destaca la reinterpretación de la parrilla ‘Tiger Nose’, las llantas de 17 pulgadas -de serie con esta motorización-, los comedidos grupos ópticos, ambos con luces LED -los delanteros para la luz diurna y los traseros con diseño tridimensional-, las barras de techo y las protecciones de los bajos de los paragolpes en color gris; estos dos últimos elementos dejan claro sus intenciones off-road.
los plásticos del interior son duros, pero están bien encajados
Sentado en la banqueta del conductor, donde compruebo que la posición no es elevada para tratarse de un SUV, algo que me satisface, observo que la calidad percibida es buena. Sí, es cierto que los plásticos duros están repartidos por todo el habitáculo, pero son suaves al tacto y están bien encajados. Además, las molduras brillantes en naranja y plata le dan un look moderno, perfecto para los potenciales compradores de este tipo de vehículo: los jóvenes. La consola central tiene pocos botones, pero los justos y necesarios, algo que se agradece sobremanera. Además, gracias al volante multifunción, cuya parte inferior está achatada, forma que no valoro positivamente, se pueden controlar multitud de tareas con la idea de no apartar la vista de la carretera. Y con esta misma intención se ha colocado la pantalla del sistema de infoentretenimiento de 7 pulgadas en la parte superior del salpicadero.
En lo que respecta al espacio de las plazas traseras, el KIA Stonic de la prueba ofrece un hueco holgado para las rodillas, justo para los hombros si viajan tres pasajeros, algo normal en este segmento, pero razonable para la cabeza; a personas con una altura de 1,78 metros como yo les sobran tres dedos para dar con el techo. Por su parte, el maletero cubica 332 litros, una cantidad media si lo comparamos con el resto de rivales. Lo bueno es que puede crecer hasta los 1.135 litros, que su forma es regular, con lo que facilita colocar la carga, y que su boca es muy ancha, aunque elevada.
Arranco el KIA Stonic 1.0 T-GDI 120 CV
Es hora de comenzar la prueba dinámica del Stonic. Para ello pulso el botón de encendido y su tres cilindros comienzan a funcionar. ¿El sonido? El esperado al tratarse de un tricilíndrico, aunque algo menos refinado que, por ejemplo, un Ford Fiesta 2017 (prueba). También vibra cuando el coche está parado, otra característica de este tipo propulsores, pero esos movimientos desaparecen cuando se inicia la marcha. Lo mismo ocurre con su traqueteo.
Su respuesta en ciudad es una gozada, porque este 1.0 T-GDI de 120 CV mueve los 1.185 kg del conjunto con facilidad y alegría. A esa respuesta se une una dirección con bastante asistencia, por lo que es una opción perfecta para moverte por la urbe -sensación que no me agrada tanto en carretera-. Fuera de ella, es un coche capaz, con unas buenas recuperaciones y que, además, comienza a ofrecer una reacción más enérgica cuando la aguja pasa de las 3.000 vueltas. Eso sí, en cuanto lo cargues y afrontes repechos, puede que se quede algo corto. Asimismo, funciona junto con un cambio manual de seis velocidades -no existe opción automática- que es rápido y preciso, pero con muy poca resistencia para mi gusto. Respecto al consumo, durante la prueba del KIA Stonic 1.0 T-GDI 120 CV me he movido por ciudad y carretera para lograr una media de 7,6 l/100 km, cifra que en autopista y autovía se ha reducido a 6,4.
La suspensión del Stonic es cómoda, pero sin ofrecer balanceos excesivos de la carrocería. Afronta muy bien las curvas, porque hace los cambios de apoyo con inmediatez, y aunque se trate de un SUV, a bordo parece un turismo.
Su altura libre al suelo le permite moverse por caminos off-road de escasa dificultad
Al tratarse de un todocamino, gracias a su elevada altura al suelo, puede moverse por caminos de escasa dificultadad. Pero ahí queda la cosa, porque no está disponible como opción la tracción 4x4 o el control de descenso, elementos que facilitarían la tarea y que sí equipan algunos de sus rivales como el Hyundai Kona o el Ford Ecosport 2018 (prueba).
Como cabe esperar, tratándose del vehículo que es y del segmento al que pertenece, equipa lo último en conectividad compatible con Android Auto y Apple CarPlay -no se puede vincular con el coche en movimiento-. También incorpora la tecnología de asistencia a la conducción como el sistema de mantenimiento de carril, el de detección de fatiga, así como los asistentes de frenada de emergencia y el de arranque en pendiente.
El precio de partida del KIA Stonic es de 12.919 euros, aunque si quieres el motor triclíndrico de la prueba, la cifra asciende a 14.669 euros, un precio realmente ajustado para el tipo de vehículo que es y lo que ofrece.
A destacar | A mejorar |
Precio | Ruido y vibraciones del motor en parado |
Imagen fresca | Boca del maletero alta |
Comportamiento dinámico | Consumo elevado a velocidades altas |
Fotos: Álex Aguilar