Los coches eléctricos pueden parecer un invento del siglo XXI, pero lo cierto es que sus orígenes se remontan a los comienzos de la industria del automóvil, cuando más de un fabricante contempló la posibilidad de desarrollar esta tecnología en lugar de los motores de combustión interna tradicionales. A comienzos del siglo pasado, muchas marcas trabajaron con la posibilidad de lanzar vehículos eléctricos al mercado, como es el caso de Skoda, cuyo primer coche eléctrico fue un camión de reparto de cerveza de 1939.

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Con los años, los acontecimientos históricos y la presión de la industria petrolera mundial, el motor térmico ganó la guerra, como en la batalla entre las citas VHS y Beta, y se implementó durante décadas como la única solución viable de movilidad personal. Hoy resulta una tecnología novedosa, pero lo cierto es que siempre se consideró una alternativa a los motores tradicionales, aunque con menos fuerza y apoyos oficiales.

Los orígenes de la electromovilidad en Skoda

Volviendo a la historia que nos atañe, Skoda fue fundada en 1985 por Václav Laurin y Václav Klement (de hecho, sus fundadores dan nombre a las versiones más lujosas y exclusivas de sus coches) y, casi desde sus orígenes, el fabricante experimentó con la hibridación y la electrificación de sus vehículos. La primera incursión en este campo tuvo lugar en 1908, aunque el primer coche 100% eléctrico de la marca no llegaría hasta 1939.

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El primer vehículo híbrido de Skoda (1908)

De este primer acercamiento surgiría un vehículo híbrido que combinaba un motor de gasolina que actuaba como generador de electricidad para alimentar a un motor eléctrico principal, encargado de impulsar las ruedas. Hace más de un siglo que fue concebido y, por entonces, la tecnología de las baterías para almacenar energía aún no se había inventado. Laurin y Klement recurrieron para su creación al Frantisek Krizik, el hombre que diseñó el tranvía de Praga (República Checa), el cual todavía está en funcionamiento.

Su funcionamiento era muy rudimentario, pero ya adelantaba un concepto de sistema de propulsión que, un siglo más tarde, se implementa en coches como el BMW i3 REX (prueba) o el Ford Transit Custom Plug-in Hybrid (prueba). En este caso, un motor de gasolina se encarga de generar la energía que alimenta al motor eléctrico, el cual impulsa las ruedas del vehículo, por lo que actúa, bien como un extensor de autonomía -el caso del i3- o bien como una fuente de energía en un híbrido enchufable -así funciona el Transit electrificado-.

El primer coche eléctrico de Skoda fue un camión de reparto de cerveza de 1939

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El camión de reparto de cerveza eléctrico que Skoda concibió en 1939 para continuar con suministrando la bebida a los establecimientos ante la amenaza del estallido de la Segunda Guerra Mundial

Hicieron falta treinta años y la amenaza de una Segunda Guerra Mundial, que lamentablemente acabaría estallando un año más tarde, para que en 1938 Skoda decidiera diseñar y producir el que es considerado su primer coche eléctrico. Para entonces, las importaciones de petróleo a Europa estaban bajo amenaza debido a la contienda bélica que se estaba cocinando en el centro del continente, y la compañía tenía que ofrecer una solución al reparto de cerveza desde la fábrica en Pilsen (República Checa) hasta los bares, restaurantes y establecimientos donde se suministraba a los clientes.

Es entonces cuando Skoda concibe un camión de reparto de cerveza totalmente eléctrico, el cual estaba equipado con un banco de baterías recargables de plomo ácido montadas en el interior del chasis del vehículo. El camión eléctrico podía transportar hasta 3 toneladas de cerveza, algo que, según los registros de la fábrica, estuvo haciendo durante muchos años antes de ser oficialmente retirado del servicio.

Una alternativa al petróleo y la electricidad

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Primer prototipo de camión de Skoda impulsado por gas de madera (1919)

Por otro lado, en 1919 Skoda trata de indagar en otra fuente de energía alternativa a los combustibles derivados del petróleo. La compañía checa creó un camión que funcionaba a carbón equipado con una caldera ubicada en la parte posterior del chasis. Esta caldera convertía la madera o el carbón en el denominado gas de madera, un gas de síntesis que consiste en nitrógeno atmosférico, monóxido de carbono, hidrógeno, trazas de metano y otros gases que, después de enfriar y filtrar, se puede utilizar para alimentar un motor de combustión interna.

Esta tecnología funcionaba a finales de la década de 1910, pero se consideraba demasiado compleja para su producción, por lo que Skoda decidió esperar antes de darle una nueva oportunidad al gas de madera. A finales de la década de 1930 y principios de la de 1940, Skoda decidió aplicar los avances acontecidos en esos últimos 20 años para darle una nueva vida a este combustible alternativo.

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Prototipo de Skoda Rapid de 1942 impulsado por gas de madera

Los ingenieros de la compañía lograron incorporar un gasificador que era capaz de convertir madera y carbón en gas utilizable para alimentar el motor térmico. Varios prototipos se hicieron realidad en 1942, dotados de convertidores de gas de madera integrados en el parachoques delantero. Esta tecnología podría ser considerada un avance primario de los coches de gas natural comprimido (GNC) que la compañía comercializa en la actualidad, como el Skoda Octavia Combi G-TEC (prueba).

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