AMG supone la excelencia cuando hablamos de Mercedes, cualquier modelo de la marca de la estrella que pase por sus manos acaba convertido en una variante más radical, más rápida y, en resumidas cuentas, mejor. El problema, por llamarlo de alguna manera, es que la ahora división especializada no hace ascos a ningún vehículo que le manden desde la compañía principal, lo que da lugar, en ocasiones, a creaciones peculiares como la Mercedes MB 100 AMG.

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Es posible que no suene a mucha gente, ya que se trató de una versión muy extraña de la furgoneta alemán. Y no es algo raro, ya que por norma general, la combinación de furgón y estética deportiva no es que tenga mucho tirón, menos aún cuando suponía un desembolso extra considerable sobre la MB 100 básica.

Pero centrándonos en la Mercedes MB 100 AMG, tiene en su poder dos hitos diferentes: por un lado, fue el primer modelo diésel de Mercedes que pasó por las manos de AMG, y por otro fue la primera furgoneta del fabricante que recibió el tratamiento de la división.

Mercedes MB 100 AMG

¿En qué consistía? En plano estético presentaba una carrocería bitono, con la mayor parte del cuerpo en negro y la inferior (gris por defecto) al gusto del cliente; sustituía la parrilla habitual por una calandra sin el logo de Mercedes, instalaba dos faros dobles circulares y montaba llantas específicas de 15 pulgadas de diámetro. Además, se rebajó su altura libre al suelo.

El interior ofrecía muchas posibilidades, ya que muchos de los elementos que podía montar eran en función de lo que el gusto pidiera. Así, contaba con un volante especial de tres radios, los asientos (hasta nueve, según la versión escogida) estaban tapizados en Alcantara y el material se extendía a los paneles de las puertas e incluso el suelo; y lo más exclusivo era el aspecto tecnológico: teléfono y equipo de vídeo, algo puntero teniendo en cuenta que hablamos del año 1989.

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Tampoco se olvido AMG de trabajar con la mecánica, aunque a una escala mucho menor de lo que nos tiene acostumbrados ahora. El motor de la MB 100 era un bloque diésel atmosférico de 2,4 litros que desarrollaba 72 CV de potencia y se transmitía a través de una caja de cambios manual de cinco marchas. El especialista hizo lo que pudo con la materia prima que había, instalando un kit turbo que consiguió elevar los caballos hasta los 98 CV.

Fuente: Road&Track.

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