Inicio la prueba de este Porsche 928 con una grata sensación de victoria, y es que había abandonado toda esperanza de conducir uno de los que para mí ha sido uno de los deportivos más subestimados de todos los tiempos.

Es cierto que el Porsche 928 nació en una época difícil y con un planteamiento complicado de digerir para los aficionados a una marca, Porsche, que se caracterizaba por ofrecer, desde hacía años, un coupé de motor trasero, de seis cilindros opuestos y, sin duda, de marcado carácter deportivo.

PRUEBA: Porsche 924 Carrera GTS

Y en estas llegó el protagonista de esta prueba. Al 928 se le suponía el sucesor del Porsche 911 -conoce su historia-. Pero tendría que serlo con motor delantero, refrigerado por agua y además nada de bóxer: un V8 en toda regla.

Quizá fue un error de la marca admitir que ese era su objetivo final, ya que lo que se había presentado en 1977 era más un Gran Turismo que un coupé deportivo. Y hay pocas cosas más inmovilistas que una masa de aficionados ‘duros’ de algún modelo en particular.

Un adelantado a su tiempo en términos de diseño

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Visto con los ojos de hoy, la creación, obsesión de Ernst Fuhrman (el presidente de la marca en la década de los '70) fue una propuesta audaz y muy adelantada a su tiempo cuyas líneas parecían llegadas directamente del siglo XXI.

La firmaron Wolfgang Möbius y Anatole Lapin, el responsable de diseño en aquella época, y sin duda el lápiz de estos dos maestros consiguió que sus rivales de la época proyectaran una imagen del siglo XIX. Tanto es así, que ha sido el único modelo deportivo en alzarse con el galardón de Coche del Año: fue en 1978.

La llave se mete a la derecha del volante, a diferencia del 911 (y de todos los modelos actuales). Puedo prometer (y prometo) que se me escapó una leve carcajada al girarla y escuchar ese V8 de 4,5 litros y 240 CV. El sonido que sale del motor se siente natural, nada forzado. Un V8 en toda regla, con su especie de ‘borboteo’ que tanto nos gusta a los aficionados a este tipo de motores.

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Por el escape, más de lo mismo: suena a ‘gordo’ porque de verdad es ‘gordo’... y podía haberlo sido más de prosperar la idea de Ferdinand Porsche de colocar un V10 formado por dos cinco cilindros de Audi. O de mantener el 5.0 que tuvieron los primeros prototipos.

Según los registros oficiales, el 80% de los que se fabricaron hasta 1995 eran automáticos. Pero el Porsche 928 que voy a probar cuenta con la increíble caja manual tipo dogleg.

PRUEBA del Porsche 928

Me sorporende la facilidad que tiene para iniciar la marcha y lo estable de su ralentí a pesar de que ya tenga más de 40 años. Suelto el embrague con suavidad: ahora entiendo por qué decían que se podrían hacer viajes continentales sin despeinarse.

Primera, segunda, tercera... A pesar de no tener retrovisor derecho (los primeros años salían así de fábrica), moverse en el tráfico urbano es una gozada. Principalmente porque disfrutas como un enano al conducir un modelo de estos.

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Pero también es de lo más agradable ver los gestos de aprobación, los pulgares hacia arriba y las fotos que hace la gente cuando te ve. Es una manera de alegrarle el día a los aficionados a los coches, que siempre andamos tristes entre cajas de chapa blanca adornadas con protecciones de plástico gris y luces brillantes.

Aquí dentro el tiempo parece detenido en una especie de época posmoderna. El diseño del interior ofrece espacio a raudales, y también una visibilidad inalcanzable hoy en día: los estrechos pilares seguro que no pasarían ni las pruebas antivuelco más elementales de 2020.

A velocidades de autopista giras un poco por encima de las 2.500 rpm en quinta, un régimen algo elevado para los estándares actuales de los modelos turboalimentados con cifras de par absurdamente altas casi desde el ralentí, pero siempre en la zona buena. El motor del 928 estira hasta las 6.300 rpm, pero no siento la necesidad de llegar tan arriba. Y más cuando a 5.000 rpm lo que sale del escape es una sinfonía compuesta por ocho instrumentos celestiales.

prueba-porsche-928-v8-240-cv

La prueba del Porsche 928 solo va a mejor cuando me aparto de estas aburridas carreteras y me adentro en secundarias en buen estado. Aquí disfruto de un comportamiento más noble de lo que me podría haber imaginado jamás. Con un reparto de pesos casi perfecto (48 delante, 52 detrás), es ampliamente comunicativo. La dirección guía un eje delantero que podría estar en cualquier modelo de hace un par de años y el eje trasero sigue obediente. Además, un dato curioso: es el primer coche que movía el volante y el cuadro de relojes de manera solidaria, al estilo de lo que muchos años más tarde hizo otro gran coupé: el Nissan 350Z.

PRUEBA: Porsche 928 GTS

Aquí, por cierto, aparece algo de esa magia que suele hacer el departamento de ingenieros de Porsche. Como se encontraron con algunas dificultades en el desarrollo y no acababan de dar con la tecla que afinaba el tren posterior, desarrollaron y patentaron un sistema llamado eje Weissach que, entre otras cosas, era una especie de sistema direccional. Ideal en carretera abierta, no resultó tan efectivo en las competiciones en las que participó.

Pero a quién le importa la competición cuando puedes disfrutar de su agilidad en curva de las carreteras abiertas al tráfico: es más alta de la que te puedes esperar. Sin querer llevas un ritmo endiablado que solo puedes poner en contexto cuando te topas con algún coche en tu mismo carril, pero seguro que a estas alturas de la prueba ya no le sorprende a nadie que el adelantamiento sea tarea sencilla gracias a que el motor mueve los 1.451 kilos sin despeinarse (tiene 6,04 kg/CV, al nivel de los mejores deportivos de hoy).

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Después de muchos kilómetros (nunca demasiados), creo que me quedaría con un momento que me resultó especial: entrar en un túnel. Sí, sin duda disfrutar del sonido del motor rebotando en la pared estaba mejor que bien, pero sin lugar a dudas ver los faros emerger del capó fue una sensación como pocas. Cosas de las que ya no podremos disfrutar más, por desgracia.

Un adiós difícil

La parte fea de la prueba llega cuando retorno al garaje de donde lo he cogido. Estoy tentado de darme una vuelta más, pero sería alargar la agonía de un final no por esperado menos doloroso. No quiero devolver las llaves, pero cierto decoro y la posiblidad de una buena denuncia hacen que me adentre dócil en el lugar donde esta belleza va a descansar de nuevo.

Así que pongo fin a esta prueba del Porsche 928 con un último vistazo al interior. Abandono sus cómodos asientos y salgo feliz de su habitáculo. Con sus faros escamotables parece decirme adiós. Sí: definitivamente, algún día tendré uno. Aunque sea de Hot Wheels.

Ficha técnica Porsche 928
Motor Cilindrada 4.474 cc
Cilindros
Disposición
8 cilindros en V a 90º, 16 válvulas
Delantero longitudinal
Potencia máxima 240 CV a 5.500 rpm
Par máximo 360 Nm a 3.600 rpm
Alimentación Tipo Aspiración natural
Inyección
Transmisión Caja de Cambios Manual de 5 velocidades
Tracción Trasera
Suspensión Delantera Dobles brazos transversales
Muelles helicoidales
Trasera Dobles brazos transversales
Muelles helicoidales
Frenos Delanteros Discos ventilados, 282 mm
Traseros Discos ventilados, 290 mm
Dimensiones Longitud 4.447 mm
Anchura 1.836 mm
Altura 1.313 mm
Distancia entre ejes 2.500 mm
Depósito Capacidad 85,9 litros
Peso Peso 1.450 kg
Prestaciones Velocidad máxima 230 km/h
Aceleración 0-100 Km/h 7,5”
Consumo Medio n.d.
Ciudad n.d.
Carretera n.d.
Producción Unidades / Años 17.669 / 1977-1982
Precio Precio en la época n.d.

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