Las marcas de automoción han comenzado a dar de lado al diésel. Honda es una de ellas, como demuestra que el último modelo que ha lanzado, el CR-V, no tiene en su gama motorización de gasóleo; mercados como el indio, sin apenar restricciones, son los únicos en los que se seguirá vendiendo propulsores de gasoleo. En cambio, el coche de la prueba, el Honda Civic 1.6 i-DTEC 120 CV, presentado hace menos de un año, equipa un propulsor diésel. ¿Por qué? Imaginamos que esta cruzada, que no es que tenga mucho sentido, les pilló con el motor en sus últimas fases de desarrollo. Pues bienvenido sea...
Los ingenieros de la firma japonesa han introducido bastantes modificaciones técnicas para que cumpla con la nueva y estricta homologación de emisiones Euro 6d Temp. Para ello, se han perfeccionado la cámara de combustión, el catalizador y el turbo, entre otros muchas variaciones. Estos cambios también han servido para reducir el consumo y las emisiones.
Pero no, no pienses que su respuesta se ha visto comprometida, no. Ofrece buen 'punch' a partir de las 2.000 rpm y se mantiene casi hasta el corte. No echo en falta más potencia, por lo que tampoco es necesario jugar con el cambio. No es necesario, pero su rapidez, su guiado, sus recorridos cortos y su tacto invitan a ello. ¡Qué delicia de caja!
Lo que más me ha llamado la atención del propulsor es su sonido, bueno, mejor dicho, su 'no sonido' a diésel. En parado lo disimula muy bien, pero es que en movimiento tienes que mirar el cuentavueltas para confirmar que se trata de un bloque de gasóleo. Si a este hecho sumas su respuesta, puede que tenga entre manos el mejor, o por lo menos uno de los mejores motores diésel del mercado.
Además, gracias a la destacada insonorización que se ha llevado a cabo en el habitáculo, a la excelente calidad de rodadura y a la comodidad de sus asientos, que también sujetan bien el cuerpo, es un vehículo acertado para realizar viajes largos. Y más si tenemos en cuenta su consumo medio, 4,1 l/100, una cifra muy poco alejada de la oficial (3,5 l/100). También señalaría el espacio de carga, que cubica 478 litros, un destacado volumen, y más si se compara con la mayor parte de los coches de la competencia. El hándicap del maletero lo encontramos en sus formas irregulares y en el escalón en el fondo, por lo que si queremos disponer de 1.267 litros al abatir los respaldos traseros, tendremos que ser conscientes de que el piso no quedará plano.
Respecto a la generación anterior, cuenta con más espacio para los pasajeros, tanto en la primera como en la segunda fila de asientos. El más amplio es el reservado a los hombros, siempre que en las banquetas posteriores no viajen tres pasajeros. También sobra para las rodillas. El reservado a la cabeza es más justo: personas como yo de 1,78 m de altura le separa un dedo el rozar con el techo.
Si del interior hablamos, déjame que te explique el punto en el que más flojea. Es cierto que adopta un diseño moderno y plásticos duros, aunque también blandos, pero algunos botones, como por ejemplo los transparentes del volante, tienen un aspecto más pobre, de menos nivel que los de un (prueba) SEAT León o un (prueba) Ford Focus. Otro aspecto que no me convence, cuestión de gustos, supongo, es que algunos botones no sean físicos. También que para acceder a algún menú sea necesario buscarlo. Aunque los botones de la temperatura y encendido y apagado de la climatización sean físicos, para acceder a la intensidad, táctil en la pantalla, tienes que pulsar previamente un botón. Al César lo que es del César: otros modelos de la competencia no tienen ni físicos, algo con lo que no comulgo.
El coche de la prueba, el Honda Civic 1.6 i-DTEC 120 CV con pintura blanca y llantas negras, no pasa desapercibido. Las molduras oscuras de los paragolpes y la calandra hacen que tenga cierto parecido al (prueba) Honda Civic Type R 2018; claro está, salvando las distancias. Tiene una línea moderna y atractiva, rompedora, como nos tiene acostumbraos el fabricante japonés generación tras generación del compacto.
Como te he comentado, este Civic es una muy buena opción para viajar. Pero también lo es si queremos divertirnos en un puerto de montaña, porque la dirección es rápida y precisa -además, el volante tiene buen tacto y el grosor roza la perfección-, porque el cambio es una delicia y porque la suspensión mantiene la carrocería firme, sin apenas balanceos. Además, tiene un botón que puede endurecerla, aunque durante la prueba del Honda Civic diésel tampoco es que haya notado excesiva diferencia. Lo bueno es que es a pesar de sujetar el coche para que apenas balancee, la comodidad no se siente comprometida, puesto que absorbe bien las irregularidades de la calzada. Por ello, el compacto es capaz de ser confortable, pero a la vez brindar una buena respuesta en curva.
El equipamiento de serie es bastante completo desde el acabado de acceso, el Comfort, puesto que incluye: climatizador automático, sistema de reconocimiento de señales de tráfico, de sistema de aviso de cambio involuntario de carril y de frenada de emergencia, retrovisores exteriores térmicos, asientos delanteros calefactables, freno de mano eléctrico, Modo ECON, alarma, sensor de luces, faros halógenos y luces diurnas LED, de carretera automáticas, pantalla táctil 7" y conexión Apple CarPlay y Android Auto. Si la elección es la versión de la prueba, el Honda Civic 1.6 i-DTEC 120 CV Executive, se amplía con cámara de visión trasera, sensores de aparcamiento delanteros y traseros, techo solar practicable, suspensión adaptativa, sistema de apertura y arranque por botón, dirección eléctrica EPS adaptable al movimiento, ajuste lumbar eléctrico para el conductor y pasajero, navegación GARMI, faros LED y llantas de aleación de 17", entre otros muchos elementos; todo ello por 24.900 euros, un precio bastante justo para lo que ofrece.
A destacar | A mejorar |
Sonido y respuesta del motor | Algunos materiales del interior |
Cambio | Maletero sin piso plano |
Consumo | Sistema de infoentretenimiento con pocos mandos físicos |
Foto: Álex Aguilar