Me separan tres metros del Ford Fiesta más potente de toda la Historia, modelo que nada más y nada menos cuenta con 40 años a sus espaldas. Su estampa no exhibe ese gran honor, porque tampoco son muchos los elementos en su estética que lo diferencien de un ST; tampoco de un Fiesta con acabado Sport y llantas de 17 pulgadas. Eso sí, las de esta versión vienen en un acabado exclusivo: están bañadas en negro mate y sus extremos, también los de los brazos, pulidos. Asimismo, su carrocería 'viste' un traje color Storm Grey, única opción disponible.
Pero como ocurre con los huevos Kinder, lo mejor está escondido en el interior, aunque no en el habitáculo, porque excepto la chapa con el anagrama ‘ST200’ en la parte baja de la consola y los flancos de los cinturones de seguridad en gris, tampoco hallo grandes diferencias. Los asientos, firmados por Recaro, también son los mismos, cosa que agradezco por su forma de sujetar el cuerpo, su comodidad a bordo y la facilidad con la que me permiten entrar y salir del coche, características que merecen ser destacadas. También el volante, que por su grosor y diámetro me parece perfecto para dirigir este ‘misil’ de 200 CV, y sin la molesta ‘necesidad’ de estar achatado en su parte inferior.
Pero hablemos de lo que realmente importa en esta prueba. El Fiesta ST200 ahora sí puede presumir de haber alcanzado la potencia de sus homólogos: los 200 CV. Éstos son exprimidos del conocido 1.6 EcoBoost que tanta satisfacción da a los clientes de la marca. Pero es que además de este incremento de caballería, que supone dos veces la ofrecida por el Fiesta XR2, para que veas como ha cambiado el asunto en 20 años, también se ha aumentado el par motor. Si antes era digno de mención, ahora es ‘cum laude’: 290 Nm desde 2.500 rpm y hasta las 4.000. Espera, que ahí no queda la cosa, porque para nuestra sorpresa, con la función ‘overboost’ suma 15 Nm más durante 20 segundos, por lo que las recuperaciones las realiza en un santiamén. Existe reprís incluso en sexta, por lo que no es necesario jugar con el cambio para una mayor demanda de energía. Entre tanta cifra no puede pasar desapercibida su aceleración de 0 a 100 km/h, que la realiza en 6,7 segundos, dos décimas más rápido que el ST convencional, y su velocidad máxima, 230 km/h, 10 km/h más que la versión sobre la que ha sido desarrollado. A ello contribuye el cambio manual de seis velocidades, que sigue siendo una delicia por su precisión y rapidez. Y es que ahora cuenta con un desarrollo final ligeramente más corto.
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En marcha es un auténtico proyectil. Acelera de forma vertiginosa sin la necesidad de esa ‘patada’ que sí ofrecen la mayoría de sus contrincantes turboalimentados, aunque sí se nota mayor empuje desde las 2.500 rpm y hasta el corte. No pierde tracción y esa celeridad viene acompañada de un sonido embriagador y muy conseguido que se filtra en el habitáculo gracias a un conducto que va desde la admisión al interior y que Ford denomina Sound Symposer. Esa sinfonía tan adictiva es aguda cuando se da gas en marchas largas y en revoluciones bajas y se va incrementando a medida que la aguja escala el velocímetro. Pero si adictivo es el sonido del motor y del escape, no menos embriagador es el de la válvula de descarga del turbo.
Durante el recorrido habitual de pruebas, que combina tramos de carretera y ciudad, el consumo medio que he conseguido ha sido de 6,3 l/100 km. Me parece un cifra muy buena y realmente cercana a la oficial, que es de 6,1. Además, si lo comparamos con el Ford Fiesta 1.0 EcoBoost de 125 CV que probamos, versión que presume sobre el papel de cifras muy bajas, nos parece aún mejor, puesto que durante nuestro tramo, el consumo ponderado con el de tres cilindros se situó en 6,6 l/100 km. Por su parte, en ciudad, el ST200 no baja de 9,6, también cercano a los 9,1 oficiales pero que se podía haber ajustado algo más con el sistema start-stop, ya que carece de él. Podrás pensar que este elemento para ahorrar carburante no casa con un coche de tinte deportivo. Tampoco lo hacía en el BMW M3 y ya no da para rodar un capítulo de 'Se ha escrito un crimen' con Angela Lansbury...
Esa excelente respuesta del motor va acompañada de una precisión casi milimétrica de la dirección, que ha sido perfeccionada y que tiene una desmultiplicación de 13,7 a 1. Donde pones el ojo, ahí va directo el eje delantero sin titubeo alguno, de forma rapidísima y eficaz. Es perfecta para afrontar las curvas de un puerto de montaña, que es realmente el hábitat idóneo para este 'felino'. Como también lo es su suspensión, que ha sido modificada con un eje de torsión trasero un 27% más rígido y una barra estabilizadora delantera con dos milímetros más. Como he comprobado en la prueba, el Fiesta ST200 es más cómodo que el ST de serie. Aún así es dura, pero no seca ni tampoco incómoda, por lo que se puede circular sin padecer dolor de riñones. Por ello, otro punto a su favor, los cabeceos y los balanceos son mínimos. Sí es cierto que debido al estado de la inmensa mayoría de las carreteras de la geografía española, se agradecería que filtrase algo más las irregularidades del asfalto, pero como lo que me gusta son devorar curvas con él, el pequeño sacrificio de confort por la respuesta que tiene en los virajes vale la pena. Al tarado de la suspensión se une el Torque Vectoring Contol, que aunque no es tan efectivo como un sistema autoblocante mecánico, ha sido mejorado para enviar de forma más efectiva la potencia a la rueda con más tracción.
No es difícil descolocarlo, porque a golpe de volante, incluso con el ESP conectado, la zaga tiene la habilidad de moverse. Pero si además eres de las personas que cuenta con mucha pericia al volante, de lo contrario te lo desaconsejamos totalmente, el control de estabilidad tiene otros dos modos, además del encendido. Y es que se puede elegir el ‘modo deportivo’, algo más permisivo, o desconectarlo por completo.
Su mayor handicap lo encuentro en el precio: 26.200 euros, una cifra que no me parece excesiva para lo que ofrece este pequeño deportivo, pero sí si la comparamos con el ST, que cuesta 18.225 euros. Es cierto que cuenta con más potencia, más par, modificaciones en la suspensión y en la dirección, pero no me parece justificable los casi 8.000 euros de diferencia existentes entre un vehículo y otro, a no ser que quieras presumir de tener en tu garaje la Fiesta más potente de la Historia…
A destacar | A mejorar |
Respuesta el motor | Estética muy parecida a la del ST |
Sonido | Ausencia de start/stop |
Comportamiento en curva | Precio respecto al ST |
Fotos: Álex Aguilar