Enfrente de mí tengo un icono americano, el vehículo más famoso en el mundo entero y el sueño de la gran mayoría de los mortales. Ese sueño que salió como idea de la cabeza de Lee Iacocca y que salvó a la compañía tras el fracaso del Edsel.
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Tranquilo y calmado descansa el Ford Mustang 2015 antes de realizar la prueba. La sexta generación, que fue ideada en 2009, año en que se vivió la mayor crisis mundial tras la Gran Depresión del 29, guarda un enorme parecido con el modelo que fue presentado en abril de 1964 en el Salón del Automóvil de Nueva York. Más de 50 años separan a uno de otro, pero el último en llegar adopta rasgos que le hacen inconfundible, que le hacen ser un Mustang.
Su frontal porta una mirada fuerte, de gran presencia, y mucha culpa de ello la tienen los afilados pilotos y la disposición de sus luces diurnas LED. Mantiene su enorme capó, que visto desde el asiento del conductor parece infinito. Por su parte, su perfil adopta líneas que le dan empaque a este monstruo de 4,78 metros de largo, mientras que la zaga es tremendamente ancha. Por desgracia, a causa de los requisitos de homologación europeos, la versión que se vende en el Viejo Continente no adopta las luces de accionamiento por secuencia, algo que fue discutido por razones económicas y que finalmente, y acertadamente diría yo, se ha mantenido en las unidades que se venden en suelo americano.
Una vez acomodado en sus confortables asientos, acción que se realiza con facilidad gracias a que no están situados extremadamente bajos, es hora de echar un vistazo al habitáculo. En esta nueva generación, el Mustang ha ganado muy mucho, quizá porque por primera vez en su historia, es comercializado en Europa, y ya se sabe que en esta lado del Atlántico tenemos unos gustos más sibaritas… La apariencia visual es bastante buena. Incorpora cromados que aumentan esa sensación, como los botones de la parte baja de la consola central, de los que esperaba un accionamiento más logrado. También la enorme pantalla táctil de 8” del sistema de infoentretenimiento o la de 4” del cuadro de instrumentos, así como el cuero que recubre el salpicadero. Estos elementos hacen que los plásticos duros de los paneles de las puertas, de la consola del túnel de transmisión y del apoyabrazos lateral de las plazas traseras pasen más desapercibidos.
Antes de dar vida a su bloque, salto, y nunca mejor dicho, a las plazas traseras. El acceso es engorroso porque, aunque muevas la banqueta para adelante, acción que se realiza de forma eléctrica, cosa que no es muy recomendable si pecas de impaciencia, el hueco que queda no es amplio. Por si fuese poco dificulta la acción el cinturón de seguridad. Después de superado estos escollos, mi cuerpo se acomoda en los asientos posteriores, que presumen de buen apoyo lumbar, pero no de espacio ni para las piernas, ni para la cabeza. Descubro que en la versión convertible, la cual pude probar por EEUU una semana antes, tiene más espacio en altura y eso se debe a que la caída de la capota es menos pronunciada que en el Fastback.
Es hora de ver como ruge este deseado ‘pony car’. Pulso el botón que pone start/stop y desgraciadamente mis odios no escuchan nada parecido al V6 con el que me moví por Miami y que no se vende en Europa, y menos del antiguo V8. Y es que la unidad de pruebas es el Ford Mustang 2015 2.3 EcoBoost de 317 CV, versión que, para sorpresa del que escribe, en EEUU tiene un precio superior al que equipa el propulsor de seis cilindros. Quizá sea por su avanzada tecnología, quizá por su menor consumo… El caso es que el sonido que se filtra al interior a través del sistema de audio no está nada mal, me gusta, pero lo cierto es que no es lo que se espera de un Mustang. Si eres de los que no se priva, y menos si se trata de cumplir unos de tus sueños, está disponible el V8 5.0 por 46.500 euros. ¡Cómo para quejarse ahora!
En movimiento es cuando compruebo que el bloque EcoBoost de cuatro cilindros es una gran opción, y más para el mercado Europeo. Tiene una respuesta rabiosa desde bajas vueltas que empieza a incrementarse a medida que la aguja pasa de las 2.700 rpm. Pero a 3.000 vueltas es cuando entrega todo su par: unos más que destacables 432 Nm. La potencia máxima la deja para 5.500 rpm, 1.000 antes del corte de inyección. Lo mejor de todo es que a esa buena respuesta, a ese buen comportamiento le acompaña un consumo medio de 9,5 litros, un litro y medio más del oficial, cifra que aún así me sigue pareciendo realmente buena para tratarse de un vehículo de 1.655 kilogramos y 317 CV de potencia.
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El encargado de enviar toda la rabia a las ruedas traseras es, en este caso, una caja manual de seis relaciones que destaca por su rapidez y que tiene un tacto exquisito. Mi mano derecha se coloca sobre el pomo, de escasa altura, y mi pie pisa el embrague, que tiene una dureza destacada, cual coche de competición, para mover la palanca por unos recorridos muy cortos. ¡Chapó!
Ford ofrece la oportunidad de adaptar el Mustang al gusto del conductor. Para ello existe la posibilidad de elegir entre cuatro modos de conducción: ‘Normal’, ’Sport+’, con el que se desconecta el control de tracción; ‘Track’, gracias al cual el control anterior y el ESP no entran en funcionamiento; y ‘Lluvia/Nieve’. Además, existe la posibilidad de modificar el tarado de la dirección gracias a los programas ‘Normal’, ‘Sport’, ‘Confort’. El último facilita las maniobras en ciudad gracias a que el volante ofrece poca resistencia. En el más deportivo, se endurece. Con esta variante, mi opinión sobre la dirección, que es eléctrica, mejora, puesto que el tacto no llega a convencerme al no transmitir al 100% lo que ocurre en el asfalto y al resultarme algo flotante. Es directa, bastante directa, pero no llega a la altura de sus rivales alemanes. Lo mismo ocurre con su suspensión. Ha sido adaptada al gusto europeo, sustituyendo el eje rígido trasero por una independiente multibrazo. Por tanto es cómoda y el cuerpo no se resiente en ningún momento. En curva no brinda excesivos balanceos, algo que se agradece en un deportivo de raza como el que tengo entre manos, pero sus oponentes están un paso por encima. También esta por encima, y mucho, el precio de estos, que en la gran mayoría dobla al del ‘pony car’.
Y es que el dinero a desembolsar es otro de sus puntos a favor, quizá el mejor para decantarte por este icono mundial. El Ford Mustang 2015 2.3 EcoBoost de la prueba está disponible desde solo 39.500 euros, cifra que desconocía algún que otro conductor que al verme al volante negaba con la cabeza, como si no me pudiese permitir un vehículo de este tipo. Lo que tampoco sabían es que viene con un completo equipamiento de serie que deja en paños menores a sus oponentes. No tendrás que pagar nada por la tapicería de cuero, el climatizador automático bizona, el sistema de conectividad SYNC2 con pantalla táctil de 8”, el sistema de sonido con nueve altavoces y amplificador, los faros antiniebla delanteros LED, delanteros de Xenón HID y traseros LED, las llantas de aleación de 19” en negro, el escape doble cromado, las ‘Track Apps’ o la iluminación ambiental, que está disponible en siete colores, porque todo lo incluye con el precio base.
Sin lugar a dudas, la nueva generación es rápida, divertida y asequible, por lo que sigue manteniendo la esencia del Mustang. ¡Well done, Ford!
A destacar | A mejorar |
Imagen | Acceso a las plazas traseras |
Precio | Sonido del motor |
Cambio | Tacto de la dirección |
Ficha técnica Ford Mustang 2015 2.3 EcoBoost |
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Motor | Cilindrada | 2.264 cc |
Cilindros | 4 en línea | |
Potencia máxima | 317 CV / 5.500 rpm | |
Par máximo | 432 Nm / 3.000 rpm | |
Transmisión | Caja de cambios | Manual, 6 velocidades |
Tracción | Trasera | |
Suspensión | Delantera | Tipo McPherson / Resorte helicoidal / Barra estabilizadora |
Trasera | Paralelogramo deformable / Resorte helicoidal / Barra estabilizadora | |
Dimensiones | Longitud | 4.784 mm |
Anchura | 1.916 mm | |
Altura | 1.381 mm | |
Distancia entre ejes | 2.720 mm | |
Alimentación | Tipo de alimentación | Inyección directa. Turbo. Intercooler |
Peso | Peso | 1.655 kg |
Prestaciones | Velocidad máxima | 234 km/h |
Aceleración 0-100 km/h | 5,8 seg | |
Consumos | Urbano | 10,1 l/100 km |
Extraurbano | 6,8 l/100 km | |
Combinado | 8 l/100 km | |
Emisiones | Emisión CO2 | 179 g/km |
Precio | Precio final | 39.500 euros |
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