A finales de la década de 1930, Citroën empezó el desarrollo de un nuevo modelo, un coche utilitario destinado, especialmente, a las áreas rurales de Francia. Un vehículo que fuera cómodo y versátil para cualquier familia. Sin embargo, el estallido de la Segunda Guerra Mundial obligó a la marca de los chevrones a interrumpir el proceso. Hubo que esperar casi una década, hasta 1948, para ver el Citroën 2CV, el mito francés que legó a ser presentado dos veces en el Salón de París.
Con el objetivo democratizar el automóvil, el proyecto del Citroën 2CV (esta es su historia), también llamado TPV (Toute Petite Voiture, Coche Muy Pequeño), nació en 1938 con la idea de crear un vehículo destinado a las clases sociales con pocos ingresos del mundo rural.
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Pierre Boulanger, director general de Citroën entonces y artífice del proyecto, redactó este pliego de condiciones: "cuatro plazas sentadas, 50 kg de equipaje, 2 CV fiscales, tracción delantera, 60 km/h de velocidad punta, caja de cambios de tres velocidades, mantenimiento sencillo, con una suspensión que permita atravesar un campo arado con una cesta de huevos sin que se rompa ninguno, y con un consumo de sólo 3 litros a los 100 kilómetros".
En 1948, en el Salón del Automóvil de París, se esperaba con expectación la llegada de un nuevo modelo de Citroën. El runrún que venía escuchándose en el mundillo de los periodistas del motor y los aficionados apuntaba hacia un vehículo pequeño y práctico pensado para el campo. Por supuesto, con tracción delantera. Nadie pensaba en grandes alardes técnicos o estéticos.
Citroën 2CV, el mito francés que fue presentado dos veces en el Salón de París
La sorpresa fue mayúscula cuando Pierre Boulanger retiró el velo que ocultaba el nuevo coche ante un público selecto. “Aquí está el coche del futuro”, dijo Boulanger ante una sorprendida audiencia y ante los ojos del por entonces Presidente de la República Francesa, Vincent Auriol.
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Los asistentes a la presentación del Citroën 2CV y todos los que acudieron al Salón durante los días posteriores se quedaron extrañados al ver la estética peculiar del coche. Hubo comentarios para todos los gustos, desde “horrible” “raro” o “espantoso” hasta “divertido” o “único”. La prensa, por su parte, no fue demasiado indulgente con su diseño. Sin embargo, ni la crítica ni el público tuvieron la oportunidad contemplar el motor, ya que ninguna de las tres unidades expuestas disponía de él.
Presentados dos veces
Detrás de esta ausencia se ocultaba un cambio técnico de última hora. El arranque de lanzadera mecánica, accionado por el conductor, acababa de ser descartado y el arranque eléctrico definitivo todavía no estaba totalmente a punto. Por esta razón, Citroën decidió no mostrar nada hasta 1949, despertando la curiosidad de los periodistas especializados, que ansiaban conocer lo que había debajo de aquel capó. Algunos llegaron a asaltar el circuito de pruebas de la marca en La Ferté-Vidame.
La intriga se resolvió al año siguiente, con un 2CV que enseñaba todos los secretos de su motor de 375 centímetros cúbicos refrigerado por aire, ligado a una transmisión de cuatro velocidades y 9 CV de potencia. El entusiasmo no fue unánime: “Desde luego, este automóvil no va a ayudar a sanear las finanzas del Estado”, se lamentó el ministro de Hacienda y Asuntos Económicos galo de aquellos días, Maurice Petsche, al ver sus características y, sobre todo, sus escasos dos caballos fiscales.
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En el Salón de 1950, el Citroën 2CV volvió a marcar otro hito con la publicación del catálogo más pequeño de la historia del automóvil. Ya en 1949, la marca había batido récords con un tríptico minúsculo, con cuatro ilustraciones en blanco y negro. Al año siguiente, Citroën llegó todavía más lejos con un documento de 9 x 13,5 cm, impreso por una sola cara y con un plano de costado del Citroën 2CV Camioneta como única imagen. Sus prestaciones se explican por sí mismas.
Citroën 2Cv, una forma de vida
En un país en reconstrucción, que aspiraba a un mayor bienestar, su lanzamiento comercial llegó en el momento oportuno. Disponible, en un primer momento, exclusivamente en forma de berlina descapotable, desde 1950 se ofreció también en versión furgoneta.
Hasta el cese de su producción en 1990, se vendieron más de cinco millones de unidades. Comercializado en diferentes versiones como el Charleston, Cocorico o Sáhara en versión 4x4, el Citroën 2CV ha marcado la memoria de varias generaciones con su silueta redondeada. Más que un símbolo, el 2CV fue una forma de vida.