A principios de la década de los 60, Porsche tuvo su primera y única incursión en la Fórmula 1. Fue, exactamente, en 1962, de la mano del Porsche 804 (esta es su historia). Este monoplaza sólo corrió aquella temporada y se retiró al final, tras el Gran Premio de Estados Unidos. Pero tuvo tiempo para conseguir una victoria histórica en Rouen-les-Essart, el olvidado circuito natural de la vieja escuela.

Ruan (Rouen en francés) es una ciudad ubicada en el norte de Francia, entre el famoso Circuito de la Sarthe y el resto del norte del país vecino. Una ciudad medieval, caracterizada por sus estrechas calles, sus angostos pasos subterráneos y su aparentemente infinito número de semáforos que se convierte en una odisea para los conductores.

Sin embargo y, aunque parezca contradictorio, esta capital francesa que un día retrató Claude Monet, a través de su catedral, ofrece a los aficionados al motor más de lo que está a la vista.

Rouen-les-Essart, uno de los mejores circuitos de Europa

Rouen-les-Essart

Situada en una atractiva zona de bosque, al suroeste de la ciudad, se encuentra lo que una vez fue considerado uno de los mejores circuitos de carreras de Europa: Rouen-les-Essarts. Inaugurado en 1950 y con una longitud de 5,1 km, este pintoresco circuito en su día albergó pruebas tan emblemáticas como el Tour de France Automobile y el Gran Premio de Francia. Fue implacable, incluso para los estándares de la época.

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A diferencia de las modernas pistas de la posguerra, como Goodwood, Silverstone o Zeltweg, construidas sobre amplias y planas bases aéreas, Rouen-les-Essarts era un circuito natural de la vieja escuela. La topografía del terreno creaba un trazado rápido, fluido y temible, con un perfil de elevación que debió infundir temor incluso en los conductores más experimentados. Nada de escapatorias con grava o de protecciones: los pilotos, o estaban en la pista o en los árboles, sin excepciones.

El Gran Premio de Francia de 1962

Rouen-les-Essart

En 1962, el Circuito de Rouen-Les-Essarts volvió a acoger la celebración de un Gran Premio desde 1957 y, muy pronto, el piloto oficial de Porsche, Dan Gurney, comprendió que era una pista exigente: «Rouen-Les-Essarts es muy duro con la suspensión, la transmisión y la dirección. Es un circuito mucho más duro de lo que parece», dijo en una entrevista antes de aquella carrera.

Sin embargo, Gurney tenía realmente tenía motivos para ser optimista. En parte, la dureza del circuito le favorecería: su Porsche 804 demostró ser más fiable que los BRM P57 y Lotus 25 cuando las cosas se pusieron difíciles. Así que, a pesar de sufrir, como él dijo, un «maldito resfriado», el piloto estadounidense sospechaba que su 804 de Fórmula 1 aguantaría hasta el final de la carrera y dijo a los periodistas «puede que acabemos en buenas condiciones».

La primera victoria de Porsche

Rouen-les-Essart

Y así fue. Gurney salió desde la tercera posición y durante las 54 vueltas que duró la carrera realizó una conducción extremadamente regular que le llevó hasta la cabeza de la carrera. Y mientras otros, como Jim Clark, Graham Hill y Jack Brabham, se retiraron con problemas mecánicos, el Porsche 804 de Gurney siguió adelante.

Al caer la bandera a cuadros, Gurney había logrado una gran ventaja sobre el siguiente grupo, con Richie Ginther, Bruce McLaren y John Surtees, y le dio a Porsche su primera y, hasta ahora, última victoria en una prueba del Campeonato del Mundo. El equipo de Zuffenhausen se retiró de la Fórmula 1 al finalizar la temporada, después de correr el Gran Premio de Estados Unidos.

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Fue una victoria muy significativa para Porsche y se produjo en la época dorada de una pista que algunos todavía consideran una de las mejores de Francia. Poco después, la muerte del piloto francés Jo Schlesser en el Gran Premio de Francia de 1968 puso fin a las carreras de la categoría reina en el circuito francés, mientras que otras muertes a lo largo de la década de 1970 pusieron fin a las carreras de monoplazas en Ruan.

Rouen-les-Essart, el circuito olvidado

Al igual que otros circuitos de la época con un trazado de carretera, Rouen-les-Essart se mantuvo durante un tiempo, con nuevas configuraciones y la inclusión de una chicane en la letal curva ‘Six Freres’, para mejorar la seguridad, pero fue inútil. En los años 80, Rouen-les-Essarts se desvaneció en una relativa oscuridad, cerrando finalmente en 1993.

Actualmente, la única señal que indica la ubicación del viejo circuito es una parada de autobús con el nombre ‘Circuit Auto’, situada a menos de doscientos metros de donde estaba el antiguo carril de boxes. No hay estatuas de Dan Gurney, ni marcas de la pista, ni tribunas, ni torres de control. Incluso los viejos boxes sirven hoy como almacenes de leña.

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A pesar de que el gobierno local ha hecho todo lo posible para asfaltar la historia, literalmente, rincones como ‘Six Freres’ y la horquilla ‘Virage du Noveau Monde’ siempre estarán en el recuerdo de quienes han visto las imágenes de archivo. También permanecen algunos detalles como adoquines en esa horquilla que, aunque se cubrieron a finales de los 90, han vuelto a la superficie a medida que el asfalto se ha ido desgastando lentamente, casi como si el circuito estuviera volviendo a la vida.

asfalto de Rouen-les-Essart

Desde ahí todavía es posible circular por la parte más emocionante de la pista, las curvas muy peraltadas ‘Virage Samson’ y ‘Virage de Beauval’, que permiten entrar con velocidad a la recta trasera, antes de que el trazado original desaparezca en el espeso bosque de Grésil. Es el final del recorrido, pero no necesariamente el final de la historia.

En un aparcamiento situado a la izquierda de la antepenúltima curva, los aficionados se reúnen cada año para charlar de cualquier cosa, desde su último viaje a Le Mans, hasta la valentía de pilotos como Hill, Stewart y Gurney, que conquistaron este gran circuito. Puede que no haya estatuas, ni marcas de huellas, ni tribunas. Pero hay pasión y respeto. Por eso, Rouen-les-Essarts nunca será olvidado.

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