Hace 28 años, la firma de Martorell conseguía su primer título mundial con el SEAT Ibiza Kit Car. Ese coche con motor de 2.0 litros que entregaba 255 CV enviados únicamente a las ruedas delanteras y que haría pasar a la compañía española al Olimpo de los ganadores, es el que he podido probar en la Zona Franca -aquí el porqué de su nombre-, donde tiene SEAT la Nave A122.
Pero no se trata de la unidad con la que Chus Puras ganó en Portugal, ni la de los podios de Erwin Weber en los rallyes de Montecarlo, Portugal, Nueva Zelanda y Australia, o la de Mia Bardolet en el Rallye de Cataluña con dorsal 22 con la que en 1996 quedaron terceros. No. Es una unidad aligerada; una de pedales.
Y es que SEAT tiene, además de sus modelos funcionales a escala 1/1, estos a tamaño reducido. El primero fue el del 600 (prueba del SEAT 600), que se hizo por el récord Guinness de su 60 cumpleaños. "Y como nos gustó tanto, hemos seguido haciendo los de los aniversarios", me explica Isidre López, responsable de SEAT Históricos.
"Los hace Oriol. Hacemos todo el proceso. La carrocería es de fibra de vidrio, la pintura es la original de cada modelo, y lleva un chasis tubular calculado para pedalear. No es una frikada; es una cosa muy pensada y calculada", añade Isidre. Además, los detalles están producidos en impresión 3D.
Para los coches modernos utilizan una tecnología tres dimensiones diferente. SEAT les da el diseño en 3D, se fresa un modelo y se hace una copia. Para los antiguos, se escanea el coche original, porque, obviamente, no existía esa tecnología décadas atrás. De hecho, los antiguos se ven algo menos perfectos -aunque la fidelidad es muy grande- que los más nuevos, que entran a producción "cuando los pide Marketing", informa el responsable de SEAT Históricos.
Elaborarlo puede llevar entre dos meses y dos meses y medio. Contando modelo, molde y coche, cada uno tiene un precio que ronda los 15.000 euros. "Es una cifra alta, pero el retorno que tiene en eventos es mucho mayor", me dice el propio Oriol.
"El SEAT Ibiza Kit Car es espectacular. Los de carreras tienen ese punto", me manifiesta Isidre. Pues no se hable más. Me monto en el coche, no sin dificultad, a pesar de mi cuerpo de talla delgada, y comienzo la prueba.
No hay sonido de motor, la dirección es desasistida y los 255 CV del 2.0 se convierten en la potencia que puedan generar tus piernas. Por ello, y a pesar de llevar mi cabeza por encima del parabrisas, no noto el viento azotar mi cara. Por no tener, no tiene ni el mismo número de pedales: tres, el campeón del mundo; dos, el pequeño. Lo más destacado frente al SEAT Ibiza Kit CAR es su ligereza.
Finalizo la prueba, en este día de los Santos Inocentes, aún con la emoción de haber podido probar todo un campeón del mundo. El coche que allanó el camino al Ibiza Kit Car Evo2 para coronarse, de nuevo, campeón del Mundial de Rallyes en su categoría F2.