Debo reconocer que tengo cierta debilidad por las creaciones de Mercedes-Benz, especialmente en lo que a clásicos y modelos AMG se refiere. Así que como imaginarás, para realizar esta prueba del Mercedes-AMG GT R me ha resultado muy complicado ser objetivo. Pero tampoco importa, al fin y al cabo, este es uno de esos coches de ensueño cuya adquisición no responde a ningún aspecto racional apelando en su lugar a la emociones para conquistar a potenciales compradores.
Y con esa impactante carrocería rematada en color verde mate, un tono denominado en España como ‘AMG light green magno’ (en otros mercados este color verde se llama ‘AMG green hell magno’ y cuesta 10.900 euros), basta mirar unos instantes a este Mercedes-AMG GT R para que el pulso se acelere. Visualmente, se distingue de sus hermanos de gama en numerosos detalles que, en conjunto, hacen que luzca una apariencia más agresiva y por ende, más llamativa.
Comparado con el Mercedes-AMG GT S que probamos hace ya unos años (tanto en carretera abierta como en circuito) y en el que está basado, este AMG GT R luce un aspecto exterior con el que te resultará imposible pasar desapercibido. Transmite potencia y deportividad desde todos los ángulos, con un frontal imponente dominado por la parrilla ‘Panamericana’ heredada del AMG GT3 de competición y una zaga en la que el enorme alerón comparte protagonismo con un difusor y unas salidas de escape que dan pistas sobre qué es lo que esconde debajo de su largo capó.
La apariencia de este vehículo está determinada en gran medida por la aerodinámica, que es un apartado clave para todo modelo que aspire a lograr los mejores registros en circuitos de velocidad. Hay elementos fijos, como las tomas de aire en los laterales del frontal que dirigen el flujo hacia los pasos de rueda o el difusor trasero doble; y otros componentes ajustables, como el alerón trasero de fibra de carbono (regulable manualmente) o el faldón frontal de este mismo material que se extiende 40 mm hacia el suelo al superar los 80 km/h en el modo ‘Race’.
Este elemento por sí solo ya proporciona 40 kg de carga a una velocidad de 250 km/h. Si tenemos en cuenta todas las piezas específicas que equipa el Mercedes-AMG GT R con respecto a otro AMG GT, ese dato aumenta hasta 155 kg de carga aerodinámica a velocidad máxima. Pero quizá lo más sorprendente es que aunque hayan incrementado la carga, el coeficiente aerodinámico (Cx de 0,35) del GT R es más bajo que el de un AMG GT.
El motor marca el carácter del Mercedes-AMG GT R
El motor se sitúa en posición central-delantera, muy retrasado con respecto al tren delantero. Se trata del mismo bloque 4.0 V8 biturbo que podemos encontrar en otros muchos productos de la marca, desde en un Clase C hasta en el nuevo Mercedes Clase G. En este caso, si bien, cuenta con una serie de características específicas que hacen que se distancie del resto, como por ejemplo, un sistema de lubricación por cárter seco que permite situar más abajo el bloque (y rebajar así el centro de gravedad), nuevos turbocompresores con mayor presión de soplado (sube de 1,2 a 1,35 bares) o una relación de compresión inferior a la del GT S.
Todo esto se traduce en una potencia máxima de 585 CV y un par de 700 Nm. Con semejantes cifras, la respuesta del motor a las órdenes que transmito a través del pedal del acelerador es instantánea y contundente. Da igual la marcha en la que circule, la sensación que me deja es que parece un motor eléctrico: si piso el acelerador, salgo disparado como lo haría una china lazada desde un tirachinas. Y la explicación de esto está en que los mencionados 700 Nm de par están a mi disposición cuando el motor gira tan solo a 1.900 vueltas y permanecen constantes hasta que llega a las 5.500 revoluciones.
Pero no se puede hablar de una mecánica diseñada y fabricada por AMG sin mencionar su sonido, ¡y qué sonido! Todos los AMG suenan muy bien y el Mercedes-AMG GT R de la prueba no es una excepción. De sus peculiares salidas de escape emana un bramido capaz de espantar a cualquier bestia. Basta pulsar el botón de arranque para que se desate la tempestad, una tormenta sonora que no hace más que aumentar conforme aceleramos, especialmente con las válvulas abiertas. Porque como sucede en sus hermanos de gama, en el GT R también es posible variar el sonido del motor bien cambiando el modo de conducción o bien, con un botón específico situado en la consola central.
Esos 585 CV y 700 Nm se transmiten exclusivamente a los neumáticos traseros (en medida 325/30 R20) a través de una caja de cambios de doble embrague con siete velocidades. Se trata de un componente construido por Getrag que descansa sobre el eje trasero, mejorando así el reparto de pesos. Es una evolución de la caja de cambios del Mercedes SLS AMG, aunque para el AMG GT R, los ingenieros de AMG han introducido novedades en el software y hardware con el objetivo de que ofrezca el mejor rendimiento en condiciones exigentes, como por ejemplo, en conducción en circuito.
Puede funcionar de forma automática o manual utilizando las levas que hay en el volante y además es posible variar la rapidez en la que se suceden los cambios con los diferentes modos disponibles. Tanto la caja de cambios como el motor descansan sobre soportes activos, que varían su rigidez en función del modo o del estilo de conducción pudiendo incluso trabajar en asociación con otros elementos, como el diferencial autoblocante controlado electrónicamente, para ofrecer el mejor rendimiento en función de las circunstancias.
Otra característica destaca del Mercedes-AMG GT R tiene que ver con su dirección. Porque además de una dirección de asistencia hidráulica de las que ya se ofrecen pocos modelos, 911 incluido, cuenta con dirección activa en el eje trasero. Se convierte de esta forma en el primer AMG de la historia que recurre a esta solución con la que se aumenta la agilidad en curvas lentas y la estabilidad en zonas rápidas, siguiendo así los pasos de uno de sus rivales directos.
Me refiero al Porsche 911 GT3 (prueba), en el que como en el AMG GT R, las ruedas traseras pueden llegar a girar hasta 1,5 grados en función de las circunstancias. Lo que no tiene ni en opción el modelo de Porsche es un control de tracción regulable en nueve niveles (sí, nueve posiciones), elemento que proviene directamente del Mercedes-AMG GT3 de competición y que se regula desde un mando amarillo ubicado justo debajo de las salidas de aire centrales del salpicadero.
Prueba del Mercedes-AMG GT R: el deportivo perfecto según AMG
Este automóvil de altas prestaciones ha sido diseñado para ofrecer el mejor rendimiento posible en circuito. De hecho y para que te hagas una idea de hasta qué punto es así, que sepas que la propia Mercedes lo bautizó como ‘la bestia del Infierno Verde’, en referencia a que gran parte de su desarrollo se llevó a cabo en la famosa pista alemana. De hecho, es uno de los coches más rápidos en Nürburgring, con un tiempo de vuelta de 7:10,92 minutos.
Pero ojo, porque a diferencia de lo que sucede con otros vehículos encaminados a este fin, conducir a diario el Mercedes-AMG GT R nunca llega a resultar incómodo. Al contrario, en este coche puedes encontrar prácticamente todas las comodidades y confort que cabe esperar de un Mercedes, desde un efectivo climatizador hasta unos cómodos asientos deportivos calefactados y con ajuste eléctrico o un potente equipo de sonido Burmester con hasta 11 altavoces y 1.000 vatios de potencia (5.681 euros).
Y aunque se trata de un biplaza, ofrece un maletero con una capacidad destacable para el concepto del coche (350 litros) y una boca de carga que aunque queda alta, es lo suficientemente amplia como para poder cargar objetos voluminosos con relativa facilidad. Lo que es inevitable dado el tipo del coche es que resulte complicado entrar y salir del habitáculo porque el asiento queda realmente bajo con respecto al suelo.
Pero como este modelo no está pensado para ser el más lujoso o confortable, veamos de qué es capaz cuando atacamos nuestra carretera de montaña preferida. Lo primero que llama mi atención es lo mucho que empuja el motor y lo bien que tracciona el coche incluso a pesar del aplastante par motor que es capaz de producir su mecánica. El control de tracción está siempre atento para intervenir, pero no tiene que hacer horas extra si no te pasas con el acelerador porque el agarre es alto.
Además, la posibilidad de poder regular su intervención no hace más que aumentar su atractivo, ya que te permite ir jugando con los diferentes niveles (hasta nueve posiciones) y ganar confianza progresivamente. La unidad del Mercedes-AMG GT R de la prueba no montaba los bacquets con respaldo fijo opcionales (sin sobrecoste), que son más adecuados para circuito que para la calle, pero tampoco los eché de menos. Estos ya sujetan magníficamente el cuerpo y además son cómodos.
También adopta el equipo de frenos cerámicos de alto rendimiento, que tienen un coste de 10.473 euros. La respuesta del pedal de freno es todavía más precisa, la frenada más contundente y encima reducen el peso en un 40% con respecto a los de serie. Según Mercedes, ofrecen una resistencia superior ante un uso exigente, aunque es imposible comprobar esto en la vía pública debido a las elevadas prestaciones del conjunto.
Otro aspecto que me ha llamado mucho la atención es la facilidad con la que cambia de apoyo. La dirección de cremallera con asistencia hidráulica es rápida y transmite mucha información. Y el eje trasero direccional ayuda a inscribir la zaga en la trazada con precisión, acortando o alargando la distancia entre ejes de manera virtual en función de las circunstancias. Y gracias a la robusta construcción de los ejes, con componentes realizados en aluminio forjado, el guiado de los neumáticos es preciso y constante incluso en los apoyos más fuertes, lo que contribuye a aumentar su efectividad y nuestra confianza al volante.
Y qué decir de ese glorioso motor, una verdadera obra maestra en lo que a la entrega de potencia y sonido se refiere. Para mí es el elemento que marca el carácter del Mercedes-AMG GT R. Y en combinación con el resto de cambios que presenta este coche, convierte al GT R en uno de esos vehículos de los que nunca querrás bajarte. Lástima que cueste lo que cuesta, porque te puedo asegurar que si pudiera tendría uno en mi garaje (eso sí, a poder ser con una carrocería pintada en un color más discreto).
A destacar | A mejorar |
Prestaciones | Precio |
Sonido | Acceso al habitáculo |
Imagen | Autonomía |
Ficha técnica Mercedes-AMG GT R | ||
Motor | Cilindrada | 3.982 cc |
Cilindros | 8 en V | |
Potencia Máxima | 585 CV / 6.250 rpm | |
Par Máximo | 700 Nm / 1.900 - 5.500 rpm | |
Transmisión | Caja de Cambios | Automática, doble embrague 7 velocidades |
Tracción | Trasera | |
Suspensión | Delantera | Paralelogramo deformable / Resorte helicoidal / Barra Estabilizadora |
Trasera | Paralelogramo deformable / resorte helicoidal / Barra estabilizadora | |
Dimensiones | Longitud | 4.551 mm |
Anchura | 2.007 mm | |
Altura | 1.284 mm | |
Distancia entre Ejes | 2.630 mm | |
Alimentación | Tipo de Alimentación | Inyección directa, turbo, intercooler |
Peso | Peso | 1.630 kg |
Prestaciones | Velocidad Máxima | 318 km/h |
Aceleración 0-100 km/h | 3,6 seg | |
Consumos | Urbano | 15,1 l/100 km |
Extraurbano | 9,0 l/100 km | |
Combinado | 11,4 l/100 km | |
Emisiones | Emisión CO2 | 259 g/km (Euro 6) |
Precio | Precio final | Desde 198.100 euros |
Fotos: Álex Águilar