Pocas llamadas telefónicas pueden resultar tan gratas como aquellas en las que tus compañeros de trabajo te comunican que tendrás la oportunidad de disfrutar durante unos días de uno de los deportivos más deseados de cuantos han aparecido en el mercado en los últimos años. Como es lógico, mi tiempo de reacción a la propuesta de que fuera yo mismo el que realizara la prueba del BMW M2 fue incluso inferior al que precisa el coche para alcanzar los 100 km/h… y eso, amigos, es realmente poco.

Aunque no me resultara desconocido, lo cierto es que la primera vez que tuve delante de mí a esta espectacular unidad terminada en color Alpinweiss con las llaves en la mano no pude evitar sentir cierto cosquilleo en el estómago. Acostumbrado a las violentas reacciones de sus hermanos mayores —aquí tienes nuestras impresiones de ellos en las pruebas del BMW M3 y del M4 Competition Sport—, las maravillas que había escuchado sobre él no hacían más que alimentar una ansiedad por ponerme al volante que pocos coches me han producido nunca… y que se vio completamente justificada pocos minutos después.

Al analizar su aspecto exterior con algo de detenimiento pronto se descubre que la intención de la firma bávara con este coche no es ofrecer un producto que cubra un vacío en su gama —dejado por el buscadísimo BMW 1 M Coupé (prueba) lanzado en 2011—, sino el de dar la oportunidad a sus clientes de encontrar el M perfecto para ellos… sin que tengan la sensación de que han tenido que conformarse con el más asequible de todos.

De un vistazo llaman poderosamente la atención sus elefantiásicos pasos de rueda, que albergan unas preciosas llantas de 19 pulgadas y acabado negro en cuyo interior espera, siempre listo para la batalla, un voluntarioso equipo de frenos con discos de 380 y 370 milímetros mordidos por unas llamativas pinzas de freno azules con el sello M bien visible. Para complementar esta imagen más propia de una caricatura que de un sobrio vehículo alemán, sus diseñadores han optado por introducir un paragolpes de nuevo cuño con unas proporciones y líneas realmente deportivas que, además de una función técnica, saben aportar un toque aún más picante a una receta verdaderamente atrevida. Sí, en su parte trasera lo más llamativo son sus cuatro salidas de escape… que suenan a gloria. Pero de eso te hablaré más tarde.

Cuando salto —porque eso fue literalmente lo que ocurrió debido a las ganas que tenía de ponerlo en marcha— al interior del BMW M2 no puedo evitar llevarme una pequeña desilusión: fiel a la sobriedad propia de todos sus compañeros de gama, el más pequeño de los M tiene un habitáculo demasiado discreto con sólo algunos elementos diferenciadores con respecto a un Serie 2 normal que, todo sea dicho, están elegidos con muy buen gusto.

¿Quieres saber qué tiene este coche de especial por dentro? Prepárate para disfrutar de unos asientos con una terminación exquisita y una sujeción realmente buena compuestos por cuero negro y pespuntes azules, a juego con el color más llamativo disponible para el modelo denominado Long Beach Blau —también puedes elegirlo en Saphirschwarz y Mineralgrau—. En contraste con el negro de su sapicadero encuentro unas molduras de fibra que tienen un acabado excelente en relieve y con un tono mate realmente elegante, y que junto a su tablero de instrumentación con la letra M en el tacómetro revelan que me encuentro ante un juguete algo más serio de lo que aparenta.

Una vez observado el espacio interior llega por fin el momento de comenzar la prueba del BMW M2 poniendo en marcha su bloque de tres litros y seis cilindros en línea capaz de entregar 370 CV, 465 Nm de par… y una enorme sonrisa en mis labios. Aprieto el botón de arranque y el coche me regala un tímido bramido grave y ronco que deja muy claro que, a pesar de su discreción, no ha venido aquí para acompañarte a comprar el pan todos los domingos. Aunque podría hacerlo.

En cuanto comienzo a avanzar los primeros metros por el maltrecho asfalto que alfombra las calles de mi ciudad con el M2 me doy cuenta de lo bien que está puesta a punto su suspensión: aunque está claro que va algo más duro de lo habitual es capaz de digerir las irregularidades del terreno con una facilidad pasmosa teniendo en cuenta su condición y los neumáticos con perfil 35 que calza. Tras unos kilómetros entre callejuelas y otros tantos de una aburrida autopista —donde, por supuesto, se desenvuelve a la perfección—, llega el momento de tomar un desvío para introducirme en la maraña de carreteras de la Sierra Oeste madrileña por la que siempre trato de pasear cuando tengo entre manos un cohete como éste.

Empiezo a subir el ritmo y la primera sorpresa llega al tratar de hacer la primera reducción: el coche hace solito la maniobra del punta-tacón. Aunque en un primer momento no es algo que me resulte del todo agradable —sentirte piloto de vez en cuando al bailar con los pedales es algo que no hace daño a nadie—, debo reconocer que es una ayuda muy interesante cuando las cosas empiezan a pasar más rápido de lo normal… y también me permite centrarme en paladear cada cambio de marcha gracias a una palanca con un tacto, guiado y precisión excepcionales. Sí, con la caja DKG de siete relaciones sería más rápido… pero no disfrutarías lo mismo. Y te puedo asegurar tras la prueba del BMW M2 que este vehículo es una suerte de juguete que podría encajar perfectamente en la misma categoría que otros productos que suelen encontrarse en tiendas de iluminación tenue. Te dejo a ti que descubras a cuáles me refiero.

Al empezar a enlazar curvas en una carretera con buen firme me voy dando progresiva cuenta de lo bien hecho que está el más pequeño de los M: no sólo es capaz de rodar realmente rápido, sino que también sabe hacerlo sin hacerte sentir al filo de la muerte en cada golpe de gas. Deja de reírte: esa sensación es desagradablemente frecuente en un M4 —aquí puedes leer nuestra comparativa del modelo contra el 435i M Performance— si te pasas de efusivo con el pedal derecho cuando no toca y, aunque en un circuito puede dar lugar a tronchantes cruzadas, a la hora de afrontarlo fuera de un entorno controlado no resulta nada divertido. Ojo, que no estoy diciendo que el M2 sea dócil: estoy diciendo que está más dispuesto a que os llevéis bien.

Sigo adentrándome en la sierra y, cuando quedan muy pocos kilómetros para alcanzar la frontera abulense, la carretera comienza a tornarse más delicada… y exigente. En este terreno la unidad de nuestra prueba del BMW M2 también se muestra verdaderamente colaborativa, aunque lo cierto es que el umbral de los gritos baja considerablemente: ahora un mal golpe de gas puede terminar tus dientes llenos del mismo pasto que alimenta a las ganaderías locales, pero gracias a un comportamiento verdaderamente noble será difícil que lo consigas. Salvo que seas muy torpe.

Cuando ya he alcanzado el límite territorial de la Comunidad de Madrid y coronado mi puerto de montaña favorito de Ávila, hago una pequeña parada en el camino para tratar de asimilar todo lo que he sentido hasta ahora: el nuevo BMW M2 no sólo es mucho más que la mitad de un M4… es el M que hay que tener. Y lo digo sin ningún tipo de duda. M significa deportividad, eficacia y diversión. Y esos, amigos míos, son los tres pilares sobre los que parece estar asentado este espectacular artefacto.

Puede que no sea tan rápido como algunos de sus hermanos mayores, pero te hace sentir mejor contigo mismo. Porque te ayuda a que saques lo mejor de ti y de él. Y porque no parece insultarte en cada giro dejándote con la sensación de que podrías haber frenado mucho más tarde y abierto gas mucho antes. Por eso, y por mucho más, los 62.900 euros que cuesta configurado como el que ves en las imágenes no son dinero si puedes permitirte el capricho. No hay nada en el mercado tan deportivo y bien compuesto como él. Y eso hay que pagarlo.

Ficha técnica BMW M2 Coupé
Motor Cilindrada 2.979 cc
Cilindros 6 en línea
Potencia Máxima 370 CV / 6.500 rpm
Par Máximo 465 Nm / 1.400 – 5.560 rpm
Transmisión Caja de Cambios Manual de 6 relaciones
Tracción Trasera
Suspensión Delantera Tipo McPherson / Resorte helicoidal
Trasera Paralelogramo deformable / Resorte helicoidal
Dimensiones Longitud 4.468 mm
Anchura 1.854 mm
Altura 1.410 mm
Distancia entre Ejes 2.693 mm
Alimentación Tipo de Alimentación Inyección directa. Turbo. Intercooler
Peso Peso 1.570 kg
Prestaciones Velocidad Máxima 250 km/h
Aceleración 0-100 Km/h 4,5 seg
Consumos Urbano 11,6 l/100 km
Extraurbano 6,7 l/100 km
Combinado 8,5 l/100 km
Emisiones Emisión CO2 199 g/km
Precio Precio Oficial 62.900 euros

Imágenes: Álex Aguilar

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