Si de algo puede presumir Alfa Romeo es de crear muchos de los diseños que han pasado a la historia por su inigualable belleza. De sus estudios han salido auténticas obras de arte dignas de ser cabeza de cartel de cualquier museo. Expuestos en peanas para ser admirados por los asistentes podrían estar ejercicios tales como el Alfa Romeo 8C 2900 Mille Miglia de 1938, el Tipo 33 Stradale de 1968 o el más reciente 8C Competizione, comercializado en 2007.
El Alfa Romeo Giulia, que por fin probamos, se ha hecho de rogar, pero viendo su ´look’, la espera ha merecido la pena. Sin duda, presenta el diseño más atractivo de cuantos rivales tiene. Sus faros, la fusión de la calandra típica de la marca, sus moldeados pasos de rueda, sus pilotos, todo ha sido trazado para formar un conjunto casi perfecto que es capaz de hacer girar la cabeza hasta a la persona más indiferente.
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Y viendo lo que nos ha preparado Alfa Romeo en el exterior, el interior debería estar a la altura; tarea complicada, pero lo está. La primera vez que te asientas en sus cómodas banquetas observas el salpicadero, sus perfiladas líneas, la pantalla del sistema de infoentretenimiento de grandes dimensiones, antirreflejos y que está perfectamente integrada sobre una consola con botones que juegan con la ambigüedad de lo moderno y lo clásico. Sorprende el diseño del volante, muy deportivo y con el botón de arranque del motor en él. Todo ello viene redondeado de buenos materiales y una destacada calidad percibida, aunque algunos ajustes, como los de la tapa del apoyabrazos podían ser mejorables. Sentado, coloco el asiento y el volante en el reglaje deseado, obtengo en un instante una posición de conducción excelente.
Pero antes de comenzar, me dirijo a las plazas traseras, donde compruebo que el acceso a ellas no es sencillo por la poca anchura del hueco de las puertas, que no es para tirar cohetes. Gracias a su destacada batalla de 2.820 mm, los pasajeros posteriores gozan de un importante espacio para las piernas. No así para la cabeza, que se ve justo, y más si la unidad incorpora techo solar. Además, la plaza central no es cómoda, puesto que el túnel, como tracción trasera que es, es voluminoso. Respecto al espacio de carga, el Giulia cubica 480 litros, una cifra correcta, y más si se compara con otros vehículos similares de la competencia. Lo que no me agrada es que la boca de carga sea estrecha, que en la parte final tenga formas irregulares y que los respaldos de las plazas traseras no se puedan abatir.
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Para comenzar la prueba dinámica con el Alfa Romeo Giulia 2.2d 180 CV pulso con el pulgar izquierdo el botón que hace despertar su motor diésel. El sonido que genera a ralentí es más que notable. El traqueteo se filtra al interior, por lo que en paradas agradezco el funcionamiento del sistema start-stop, que es rápido y no desesperante como en algunos modelos de su marca hermana Fiat. Al iniciar la marcha me acompaña ese ruido, que se va disipando a medida que incrementas la velocidad. En carretera, como por arte de magia, desaparece y la tranquilidad inunda el habitáculo, y más con el ‘dna’ en modo ‘a’, el eficiente. Su suavidad invita a conducir relajado, sin importar la cantidad de kilómetros que te separan del punto final, y más cuando en la gran pantalla situada entre las esperas del cuadro observas que el consumo medio se sitúa en 5,8 litros, y en carretera, en unos destacadísimos 3,6, cifra perfecta para realizar grandes viajes gracias a que su autonomía supera los 1.300 km.
Muevo el selector a ‘d’, el deportivo. Espero que la dirección eléctrica se endurezca, porque me parece muy blanda, demasiado directa y sensible. Ofrece una ligera resistencia, pero me sigue pareciendo poco adecuada para una conducción con alguna que otra licencia deportiva. Es cierto que tras un periodo de adaptación te haces a ella, pero seguiría prefiriendo una dirección más dura. Lo que si que noto un cambio radical es en la respuesta del motor, que me llama la atención porque es bastante progresiva para tratarse de un diésel. Además, me da la sensación que bajo mi pie no dispongo de 180 CV, a pesar de hacer ‘kick down’; parece que se han ‘escapado’ unos 30 CV. Aún así, su comportamiento es enérgico y ofrece recuperaciones destacadas.
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Decido acudir a mi puerto de montaña preferido, donde las curvas hacen que el espectacular paisaje pase a un segundo plano. De camino compruebo las bondades de su suspensión, que absorbe a la perfección todos los baches y juntas de la carretera sin originar balanceos de la carrocería. Una vez que he llegado al trazado que quiero afrontar, compruebo que el ‘dna’ del Alfa Romeo Giulia está en ‘d’ y hundo el pedal en el acelerador. A pesar de la dureza de su cambio, subo y bajo de marchas rápidamente gracias a sus recorridos cortos. Tras las primeras curvas enlazadas confirmo que la suspensión es uno de los puntos más destacados del vehículo. Apoya realmente bien y no noto ningún cabeceo o balanceo del conjunto, pero es que, además, sorprendido, compruebo que sigue siendo muy cómodo. ¡Enorme trabajo de los ingenieros!
El Alfa Romeo Giulia 2.2d 180 CV de la prueba tiene un precio de 37.850 euros, números que me parecen algo elevados y más si lo comparamos con los vehículos de la competencia más premium como el BMW 320d (37.400 euros) o el Audi A4 (37.990 euros), el primero con cuatro caballos más y el segundo con diez. Además, el equipamiento de serie muy parecido al de italiano, que incluye: llantas de aleación de 17”, tapicería mixta de cuero y tela, sensor de luces, lluvia y parking trasero, asistente frenada de emergencia y sistema de cambio involuntario de carril, entre otros elementos menos destacados
Y es que con el Giulia, las palabras de Henry Ford: “Cuando veo pasar un Alfa Romeo me quito el sombrero” siguen teniendo vigencia hoy en día.
A destacar | A mejorar |
Diseño exterior | Sonido del motor |
Suspensión | Precio respecto a rivales premium |
Consumo | Respaldos traseros no abatibles |
Fotos: Álex Aguilar