Gracias a la celebración de la Toyota Gazoo Racing Experience hemos tenido la oportunidad de subirnos a los Toyota Hilux de Al-Attiyah y Esteve. El del primero, el Hilux T1+, es el bólido con el que el piloto qatarí ha conquistado su cuarto Touareg tras imponerse en el Dakar 2022. El segundo, el Hilux T1.1, es la máquina con la que el catalán ha logrado un excelente resultado (se quedó al borde del Top 25 de la general) en la que era su decimoséptima participación esta legendaria carrera.
Además de todo esto, en la Toyota Gazoo Racing Experience hemos podido sentarnos en el Toyota GR Yaris RZ de la Toyota Gazoo Racing Iberian Cup y completar un divertido tramo con el gran Pepe López al volante. Un coche de rally muy parecido al modelo de serie con el que se celebrará esta copa que ha sido impulsada por MSi, Toyota España y Toyota Caetano Portugal. Y por si todo esto fuese poco, también pudimos volver a probar el Toyota GR Yaris RZ de calle, pero esta vez sobre un retorcido circuito de tierra.
¡Menudo día!
He seguido el Dakar desde que era un niño y estoy seguro de que esta icónica prueba, la más dura del mundo en su clase, es la culpable de la pasión que siento por el mundo del motor. No es difícil imaginar por tanto que es un verdadero sueño poder subirme con Nasser Al-Attiyah e Isidre Esteve para comprobar qué es lo que sienten sus copilotos. Y ahora que ya lo he hecho, tengo que decir que lo que hacen Mathieu Baumel y Txema Villalobos tiene muchísimo mérito.
Porque colocarse en el ‘asiento del miedo’ y aguantar horas y horas ahí metido mientras sigues con fidelidad el libro de ruta y tratas de navegar en mitad de las dunas es de todo menos fácil. En carrera, Mathieu y Txema están sometidos a intensas fuerzas G, constantes sacudidas y a un calor que puede llegar a ser insoportable para el más corriente de los mortales. Y en el Dakar esto lo experimentan todos los días durante dos semanas…
Por eso digo que estos copilotos (y pilotos) están hechos de otra pasta. El esfuerzo al que se someten es tal que no creo que pudiese aguantar más de media hora ahí metido en carrera sin desvanecer. El mundo del automovilismo deportivo (en este caso tipo raid o rallye) es una historia completamente diferente. No tiene nada que ver con lo que puedas sentir en un coche deportivo o superdeportivo de calle, por muy rápidos que sean.
El Toyota el GR DKR Hilux T1+ y Nasser Al-Attiyah
El Toyota GR DKR Hilux T1+ con el que Nasser Al-Attiyah ha ganado el Dakar 2022 tiene una imagen verdaderamente imponente. Es un vehículo con un aspecto mucho más bruto que el que utilizó el año anterior. Algo que se explica al comprobar que equipa unos neumáticos con mayor diámetro (37 pulgadas frente a 32) y que tiene una anchura que alcanza los 2,2 metros (20 cm más que antes).
A todo esto hay que añadir la presencia de unas suspensiones con mucho más recorrido, pues este es ahora de 350 mm frente a los 280 mm que tenían anteriormente. Con el Hilux T1.1 de Esteve aparcado al lado es fácil darse cuenta del impresionante cambio que ha dado por fuera el bólido del qatarí. Pero es que también presenta novedades en el apartado mecánico.
Porque la unidad del Hilux T1+ con la que Al-Attiyah y Baumel ganaron el Dakar está equipada con el nuevo motor 3.5 V6 con dos turbocompresores del Toyota Land Cruiser 300. Una mecánica que tenía que demostrar su fiabilidad en carrera y que consiguió completar la carrera sin incidencias. Pero este ejemplar que ves en las fotos no tiene exáctamente las mismas especificaciones que el coche vencedor.
La principal diferencia es que en lugar del nuevo bloque V6 este está equipado con el conocido y probado motor 5.0 V8 atmosférico, que tan buenos resultados a dado. Me habría gustado comprobar las diferencias entre uno y otro, dado que el de Esteve cuenta con la misma mecánica V8, pero según Al-Attiyah no hay casi diferencias. Y aunque está claro que el V8 produce una melodía fantástica, Nasser me aseguró que el V6 suena también increíblemente bien.
Toyota y Nasser, los reyes del desierto
Mientras espero mi turno para sentarme al lado de Nasser Al-Attiyah en el Toyota Hilux T1+, aprovecho para ver desde fuera cómo evolucionan sobre la pista coche y piloto. Estamos en un pequeño y retorcido circuito de tierra en la cima de una montaña, una de las muchas pistas que hay en el Nasser Racing Camp. Es la enorme finca que tiene el qatarí en Barcelona, un entorno idílico para los amantes del motor que es el escenario perfecto para entrenar tanto con este tipo de coches como de rallye.
Desde fuera, impresiona ver cómo tracciona, frena y pasa sobre las irregularidades del terreno sin perder casi la compostura. El V8 es un escándalo y las transiciones entre marchas van acompañadas de unos ‘petardazos’ a la altura del disparo de un rifle. Y aunque es un evento para demostrar las capacidades del coche y piloto a un puñado de afortunados, está claro que ir tranquilo es imposible para Nasser.
Cuando llega mi turno, me enfundo el casco y accedo con dificultad al interior. Sobre todo por la altura a la que está el habitáculo, pero también por el entramado de tubos que dan forma al chasis y a la jaula de seguridad. Una vez acomodado y amarrado, compruebo que el espacio disponible es realmente escaso.
El motor y la caja de cambios, en posición central delantera, se adentran notablemente en el habitáculo reduciendo al mínimo el hueco para las piernas. Otra consecuencia de la ubicación del propulsor es que transmite muchísimo calor al interior. Me doy cuenta de esto al tocar la tapa que me separa del mismo con la mano. Está realmente caliente, pero no es nada en comparación con la temperatura que alcanza una vez en marcha. Seguro que ahí se podría cocinar algo sin muchas dificultades.
Por suerte para Nasser y Mathieu, el coche tiene aire acondicionado, pero tampoco te creas que mejora mucho la cosa cuando está encendido. Y digo esto sabiendo que estamos en febrero en la provincia de Barcelona. No puedo imaginar lo que tiene que ser estar ahí dentro, con el mono de carrearas, en mitad del desierto saudí con las temperaturas que allí se alcanzan.
Una experiencia inolvidable
Nasser Al-Attiyah me pregunta si estoy listo para la acción y respondo levantando el pulgar e indicándole que no tenga piedad conmigo. Como en el resto de ocasiones, sale como un obús subiendo marchas sin parar. Primera, segunda, tercera, cuarta… y de repente estamos en encima de la primera curva. Yo ya llevaba un tiempo intentando pisar un freno imaginario pensando que íbamos pasados, pero qué va.
Parece mentira que frene como lo hace, especialmente si tenemos en cuenta que no es para nada ligero. Llevamos a bordo las ruedas de repuesto (dos) y varios cientos de litros de gasolina (el depósito tiene más de 500 litros de capacidad), pero no lo parece. No sé si es por el coche o por las manos de Nasser. Pero lo que más impresiona sin lugar a dudas es la capacidad de tracción y las suspensiones.
Las irregularidades del terreno casi desaparecen entre los 350 mm de recorrido de suspensión y esos neumáticos con un perfil ultra generoso. Su capacidad de absorción es asombrosa y es una de las claves de su éxito. Pero esto no significa que sea cómodo, porque algunos impactos llegan incluso a doler (como, por ejemplo, al aterrizar tras un salto).
Y eso es así al ritmo al que vamos y en un circuito creado para la ocasión. No me quiero imaginar lo que tiene que ser en carrera y todo trapo. Porque cuando lo veía desde fuera pensaba que Nasser iba a fuego, pero nada de eso. Una vez dentro me di cuenta de que el rey del desierto se pasaba gran parte del recorrido conduciendo solo con una mano en el volante. Como quien sale a dar un tranquilo paseo un domingo…
Llega el turno de Isidre Esteve y su Toyota Hilux
Me bajo del coche de Nasser y me dirijo directamente al Hilux T1.1 de Isidre. Si ves este coche sin el otro al lado te dejará impresionado, porque tiene un aspecto imponente. Pero claro, no es tan espectacular (ni competitivo) como el T1+ del qatarí, así que por un segundo me creo que ahora voy a poder estar más tranquilo ahí dentro. Error.
Subo a bordo de esta pick-up de competición, que es muy similar a la que usó Nasser para conquistar el Dakar en 2019. Y tras abrocharme el arnés, el piloto catalán se pone en marcha. Hay que recordar que este coche está adaptado a las necesidades de Esteve, que puede acelerar y frenar con dos aros concéntricos al volante.
Es decir, pilota el coche solo con sus manos, algo que me sigue dejando boquiabierto. Y digo que me sigue impresionando porque no es la primera vez que me siento a su vera (como puedes comprobar en el artículo que te dejo a continuación).
Copilotos por un día… ¡en el Toyota Hilux del Dakar de Isidre Esteve!
El ritmo que lleva Isidre es increíble y poder ver en vivo y en directo como pilota esta bestia es un verdadero privilegio. Es un piloto tremendamente preciso, con una técnica de conducción alucinante y que además se ve sometido a esfuerzos que doblegarían a cualquiera.
Isidre Esteve es toda una referencia personal por su calidad humana, su capacidad de superación y su determinación. Es un tremendo piloto que además es muy cercano y humilde, como me ha demostrado todas y cada una de las veces que he coincidido y charlado con él. Me encantaría poder verle a los mandos de un coche como el de Nasser, mucho más rápido y capaz que el suyo, un sueño que él también comparte.