Tengo que reconocer que el día que la firma japonesa convocó a Periodismo del Motor para probar la gama 4×4 de Toyota no pude evitar sonreír como un niño. Al fin y al cabo, siento verdadera pasión por los todoterrenos y por la conducción en campo. Pero esa sonrisa pronto se transformó en pura felicidad cuando descubrí que además iba a poder copilotar el Toyota Hilux del Dakar de Isidre Esteve.

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No me lo podía creer, iba sentarme a la derecha de Isidre Esteve, un piloto que es toda una referencia personal por su calidad humana, capacidad de superación y determinación. Y por si eso fuese poco, también iba a poder experimentar en primera persona las extraordinarias capacidades de máquina y piloto en el entorno en el que más cómodos se sienten: en el campo. Desde el mismo momento en el que me enteré ya tenía claro que esta iba a ser una de esas vivencias que quedan grabadas a fuego en la memoria. Y ahora que ya el pasado, puedo decir que incluso superó mis expectativas.

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Aprovechando el evento organizado para que pudieramos probar la gama de SUV y de todoterrenos de Toyota, la división española de la marca quiso hacer un regalo de lo más especial a los asistentes. Porque no se me ocurre mejor forma para definir la experiencia de copilotar el Toyota Hilux de Isidre Esteve que como un verdadero regalo, especialmente si siempre te ha gustado el Dakar y los bólidos más top que compiten en esta durísima prueba.

Porque conviene recordar que el Hilux de Esteve, una montura desarrollada por Overdrive -estructura que también les brinda apoyo técnico-, es un auténtico todoterreno de competición. Tanto es así que podría decirse que es virtualmente idéntico al Hilux con el que Nasser Al-Attiyah conquistó el Dakar en 2019. La última edición celebrada del Dakar, la de 2021, fue la primera que Esteve y Txema Villalobos corrieron a bordo de este increíble vehículo, logrando acabar en el top 30 de la clasificación final -concretamente en la 28º posición-.

Una imagen imponente, un sonido celestial y olor a competición

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En persona, el Toyota Hilux del Dakar de Isidre Esteve tiene unas proporciones imponentes. Es extremadamente ancho en comparación con un Hilux de serie; tiene una altura libre al suelo considerable gracias a sus suspensiones independientes; y su batalla es relativamente corta… Realmente es un monstruo de carreras con un elaborado chasis tubular que poco o nada tiene que ver con el Hilux de calle más allá de los logos, faros y pilotos. Al fin y al cabo es un vehículo que compite en la categoría T1.1, es decir, en la de todoterrenos modificados de gasolina con tracción 4×4.

Observando el coche desde fuera, todo me llama la atención. Desde los robustos trapecios de las suspensiones, con doble muelle y amortiguador por rueda; pasando por los neumáticos BFGoodrich All-Terrain T/A KDR2; o incluso detalles evidentes como el hecho de que todos los paneles de la carrocería están fabricados con materiales compuestos, lo que en cierto modo puede transmitir la sensación -equivocada- de que es endeble. Pero nada más lejos de la realidad: ha sobrevivido a varios Dakar, prueba inequívoca de su notable robustez.

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Oculto en posición central-delantera-longitudinal, el Hilux de Esteve esconde una evolución del motor 2UR-GSE de Lexus, la división de lujo de Toyota. Es un motorización V8 atmosférica de gasolina con 5.0 litros de cilindrada, una mecánica que deriva del bloque que emplean coches como el Lexus RC F (prueba). Debido a las restricciones de las normativas y a las necesidades propias de un vehículo de esta clase, desarrolla en este caso una potencia máxima de unos 350 CV y un par motor de más de 800 Nm. He de decir que sin limitación alguna posiblemente superaría la barrera de los 800 CV de potencia.

Este motor emite un sonido celestial incluso al ralentí, que se torna en un glorioso estruendo conforme va subiendo de vueltas al acelerar hasta que llega la explosión que se produce al cambiar de velocidad. Porque este motor 5.0 V8 atmosférico está asociado a una transmisión secuencial Sadev con seis velocidades con un diferencial central autoblocante integrado que transmite la potencia a las ruedas delanteras y traseras a través de otros dos diferenciales de deslizamiento limitado.

Un equilibrio brutal y un piloto con unas manos mágicas

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Una vez que he conseguido subir a bordo del Hilux sorteando los tubos de la jaula de seguridad, Isidre Esteve me recibe con esa sonrisa y amabilidad que le caracterizan. Aprovecha los primeros instantes para mostrarme cómo son los controles adaptados que tiene instalados en el coche, que le permiten manejar todo con las manos: acelerador, freno, embrague, cambio de marchas, dirección… En ese momento no puedo evitar pensar que yo no sería capaz ni soñando de hacer funcionar todo eso y muchísimo menos de ser competitivo.

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Una vez hechas las explicaciones, nos ponemos en marcha con bastante suavidad para ser un coche de competición. Durante los primeros metros frena y acelera al mismo tiempo para calentar los frenos (unos AP Racing), de esta forma obtendrá una respuesta adecuada cuando llegue a la primera curva y quiera detener el coche. Son unos cinco o siete segundos lo que tarda en hacer eso y enseguida abre el gas al máximo.

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Salimos disparados empujados por ese excepcional motor. La capacidad de tracción es verdaderamente increíble. He montado en otros todoterrenos de competición de bastante nivel, pero nada que ver con este: acelera y frena como si estuviera sobre asfalto. Al llegar al primera curva, descubro que Isidre aplica los frenos casi sin dejar de acelerar en ningún momento y tras un pequeño movimiento de volante, el coche se mete en el giro deslizando con las cuatro ruedas al mismo tiempo.

Esto demuestra que es increíblemente equilibrado en su respuesta. Mención especial merecen también las suspensiones. Quizá sea lo más alucinante del coche, pues filtran los baches y las piedras tan bien que parece que no están ahí. Al conducir un todoterreno normal por el campo, sueles tratar de evitar los socavones o las zanjas; pero en el Hilux de Esteve no hace falta, no son más que meras anécdotas que no perturban en absoluto la estabilidad o trayectoria del 4×4.

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En ese momento no puedo evitar pensar en el número de ruedas de repuesto que llevamos y en cuánto combustible hay en el depósito. Sobretodo sabiendo puede llevar hasta tres ruedas completas y que la capacidad del tanque sobrepasa los 500 litros. Al finalizar el recorrido pregunto: llevamos dos neumáticos -uno a cada lado- y entre 80 y 100 litros de gasolina de 110 octanos. Y como buen curioso que soy, también pregunto por el consumo de gasolina en estas circunstancias: unos 100 litros por cada cien kilómetros, es decir, este coche se mueve a razón de un litro por kilómetro. Y lo más alucinante es que ese dato es incluso peor sobre dunas.

Al terminar el recorrido, Isidre me mira con una sonrisilla de pillo y me pregunta: “Que, qué te ha parecido Nacho, ¿mejor que los otros todoterrenos de carreras en los que habías montado?”. Mi respuesta es evidente: “desde luego que sí”.  Lo que no le dije es que lo que más me había impresionado era ver en directo cómo hacía magia con sus manos, que lo que más me había gustado de la experiencia era haber podido sentarme a su lado y compartir con él su ambicioso proyecto, aunque solo fuera durante unos minutos.

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