En la actualidad, la industria del automóvil anda inmersa en la búsqueda de soluciones más eficientes que permitan reducir las emisiones de CO2, con el objetivo a largo plazo de alcanzar la neutralidad en carbono. Pero hace más de 50 años se inventó un motor que funcionaba con agua. Su creador fue español, aunque el experimento resultó ser un disparate.

En los años 70, en una España que avanzaba rápidamente hacia el final de la dictadura, Arturo Estévez Varela presentó su innovador motor, aunque, en realidad, no era sólo agua lo que le permitía funcionar. Había algo que Estévez mantuvo en secreto y que, durante un tiempo, se especuló con que fuera el ferrosilicio, pero no.

El motor que funcionaba con agua

En el motor que funcionaba con agua de Estévez había trampa. Partiendo de las leyes de la termodinámica, no se puede extraer de un sistema más energía de la que ingresa. Para que un motor funcione con agua, primero hay que separar ésta en hidrógeno y oxígeno mediante electrólisis y después quemar el hidrógeno para generar una corriente eléctrica. Esta energía hace funcionar el motor.

Sin embargo, este proceso resulta muy poco eficiente, porque se requiere mucha energía para descomponer una molécula de agua. De hecho, al convertir agua en hidrógeno (para después quemarlo) se pierde gran parte de la energía.

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El hidrógeno reacciona con el oxígeno para producir agua mediante combustión directa o porque se inyecta mucho combustible. Según los argumentos de los promotores de los motores ‘alimentados por agua’, el agua así producida se puede electrolizar de nuevo para formar otra vez hidrógeno, repitiendo el ciclo una y otra vez. Sin embargo, esto es un disparate, porque se necesita energía para descomponer el agua y esa energía hay que obtenerla de algún sitio.

La energía obtenida del hidrógeno no se puede utilizar completamente para electrolizar de nuevo el agua, porque una parte ya se habrá utilizado para alimentar el motor. Esto no significa que el hidrógeno no pueda utilizarse para que funcione un motor. De hecho, Toyota lo ha demostrado con su prototipo GR Corolla que compite en la ENEOS Super Taikyu Series 2024, la carrera de 24 Horas NAPAC Fuji SUPER TEC. Y lo hace con la ventaja de no emitir emisiones de CO2. Al menos, emisiones directas.

El secreto de Estévez era el boro

El hidrógeno se puede producir de más formas, aparte de la conocida electrólisis del agua (hidrógeno verde) o mediante el reformado de metano con vapor y el CO2 producido se libera a la atmósfera (hidrógeno gris). También se puede producir con el sodio, al entrar en contacto con el agua, provocando una reacción exotérmica que produce calor suficiente para que arda el hidrógeno. Los gases originados de la combustión permiten alimentar el motor de combustión.

Durante un tiempo se especuló que el secreto del motor de agua de Estévez era el ferrosilicio, un material que se obtiene en altos hornos a través de la reducción de la sílice mediante carbón de coque en presencia de mineral de hierro. Este elemento es barato y fácil de obtener, pero la cantidad de hidrógeno que se obtiene cuanto entra en contacto con el agua es menor.

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Sin embargo, posteriormente, una comisión de expertos del Ministerio de Industria desveló que era boro. En efecto, con este elemento también se obtiene hidrógeno, aunque tiene una menor capacidad calorífica que el sodio. El problema es que el proceso de obtención del boro está muy lejos de ser ecológico y hoy es impensable utilizarlo.

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