En 1951, cuando todavía resonaban los ecos de las balas tras la Segunda Guerra Mundial y Europa comenzaba a reconstruirse, Mercedes-Benz presentó un coche que se convertiría en la referencia del lujo y la exclusividad para los más exigentes, así como en un preciado objeto de colección. Ese coche no fue otro que el Mercedes-Benz 300 S.
Construido bajo el código W 188, el 300 S fue presentado en el Salón de París el 4 de octubre de 1951. Con este modelo, la marca de la estrella superó el nivel de exclusividad que había conseguido solo unos meses antes, con el Mercedes-Benz 300 Saloon (W 186), “el coche que hace realidad los sueños”, como rezaba su folleto.
El W 186 era la versión sedán, el origen de la actual Clase S, mientras que el W 188 era la variante con carrocería coupé. En París, la marca alemana presentó tres versiones del Model 300, todas de dos puertas: el Cabriolet A, el Coupe y el Roadster. Las tres representaban una concepción más deportiva, sin renunciar a un ápice de elegancia.
Mercedes-Benz 300 S: deportividad y elegancia a la alemana
El Mercedes-Benz 300 S estaba disponible como Cabriolet A, Coupe y Roadster. Todas combinaban el diseño elegante que caracteriza a la marca con la deportividad propia de un coupé y descapotable. El coche presumía de una línea de techo baja, un capó larguísimo que remarcaba la elegancia, unos prominentes pasos de ruedas con los faros integrados y una zaga fluida.
El interior estaba ejecutado con materiales de lujo, como el cuero en la tapicería, metales de alto brillo y acabados en madera exótica. Todo creaba un ambiente refinado y muy distinguido.
La exclusividad del vehículo no quedaba en el diseño o en el empleo de materiales exquisitos. El departamento de edición especial ofrecía a sus clientes adinerados todo tipo de opciones de personalización, por lo que era difícil encontrar dos 300 S idénticos.
Nacimiento del proyecto
La historia del Mercedes-Benz 300 S empieza cuatro años antes de su presentación en París, cuando todavía se podían ver las consecuencias de la guerra en muchas ciudades llenas de escombros y edificios derrumbados. En aquel contexto, con una Alemania bajo el poder de los aliados, el Director General de Daimler-Benz AG, Dr Wilhelm Haspel, expresó en una reunión su intención de construir “un vehículo que proporcione el toque de oro al nombre Mercedes-Benz de nuevo”.
En 1947, Mercedes solo producía el 170 V (W136), un coche con un diseño de preguerra y un modesto equipamiento, en una cantidad pequeña. Haspel quería recuperar su posición en la cúspide de la ingeniería automotriz internacional.
A finales de ese año, la Junta directiva aprobó la fabricación de los modelos 300 y 300 S, vehículos de gama superior, altamente exclusivos, confortables y un equipamiento tecnológico impresionante. Estas características, unido a la limitada producción, hicieron del 300 y 300 S dos vehículos muy deseados.
Del 300 S se construyeron solo 560 unidades hasta agosto de 1955, incluyendo los modelos de pre-serie, de las cuales 216 con carrocería Coupe, 203 Cabriolet A y 141 Roadster. Además, se produjeron otras 200 unidades del 300 Sc (con motor de inyección de combustible), de las cuales 98 pertenecieron a la variante Coupe, 49 al Cabriolet A y 53 al Roadster.
Para entender el grado de exclusividad de este modelo, habría que compararlo con la producción de otro de los vehículos más exclusivos de Mercedes y apreciado por los coleccionistas, el 300 SL con sus famosas ‘alas de gaviota’. De este modelo, se construyeron 1.400 ejemplares del Coupe y otras 1.853 del Roadster.
Un coupé elegante y muy rápido
El 300 S estaba basado en el 300 sedán, pero tenía un chasis adaptado con una distancia entre ejes 150 milímetros más corta. Bajo el capó montaba un motor de 3.0 litros con el código M 188, con algunos cambios respecto a la versión Saloon. En lugar de los 115 CV de éste, alcanzaba los 150 CV, gracias al empleo de tres carburadores, un nuevo árbol de levas y una mayor compresión.
La potencia máxima la alcanzaba a 5.000 vueltas y los 230 Nm de par máximo los obtenía a partir de las 3.800, lejos de los 196 Nm a 2.500 rpm del 300. Con todo, era capaz de alcanzar los 175 km/h.
La producción en serie de las tres variantes de carrocería empezó entre junio y septiembre de 1952. En un principio, el departamento de desarrollo denominó a los 300 S con los códigos internos W 186/3 o W 186 Sport. No fue hasta 1955, coincidiendo con un restyling presentado en el Salón de Frankfurt, que la marca cambió el código a W 188.
Mercedes 300 c Saloon y 300 Sc
El restyling de 1955 introdujo algunos cambios, empezando por el cambio en la denominación. El motor tenía una lubricación de sumidero seco, los carburadores fueron sustituidos por un sistema de inyección directa y la relación de compresión fue modificada. El resultado fue una potencia más elevada, hasta los 175 CV.
La carrocería también recibió algunas modificaciones: el 300 Sc tenía grupos de luces en las ventanas laterales y luces intermitentes más grandes en el frontal y la zaga. Parecieron elementos cromados en las dos entradas de aire horizontales en ambos lados del capó y el paragolpes trasero incluía la inscripción ‘Einspritzmotor’ para indicar que era un motor de inyección.
El coche más caro de Alemania
El Mercedes-Benz 300 S fue el coche más caro con diferencia producido en Alemania. Costaba 34.500 marcos de la época y eran 10.000 más que el 300 Saloon. El equipamiento de serie incluía calefacción con ventilador a ambos lados del habitáculo, intermitentes, dos faros antiniebla, luces de marcha atrás, asiento plegable acolchado, una maleta y una caja de ropa blanca.
Si tomamos como referencia los 8.700 marcos que costaba el Mercedes 180 ‘Ponton’, un coche con el que se podía viajar cómodamente por carretera, podemos entender mejor hasta qué punto es muy caro el 300 S. En aquella época, un Volkswagen Beetle 3.750 marcos, un BMW 600 salía por unos 3.985 y un Lloyd 400 por 3.350.
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Pero el 300 S siguió siendo el coche más caro varios años después, cuando apareció el también exclusivo Mercedes 300 SL Coupe (prueba) en 1954, cuyo precio de tarifa era de 29.000 marcos. En 1957, el 300 SL salió al mercado con un precio de 32.500 marcos, mientras que el 300 Sc subió a 36.500 marcos.
El coche de las estrellas
Con esos precios, es fácil entender que no era un coche al alcance de cualquiera. Tampoco era la pretensión de la marca, que lo creó para los clientes más selectos y exigentes. Personalidades como el rey de Grecia o Henry Ford II, cantantes como Bing Crosby o actores como Gary Cooper, así como jefes de estado, grandes empresarios y otras estrellas del mundo del ocio fueron propietarios de un 300 S.
La prensa especializada de motor de la época también quedó maravillada por la nueva obra de arte de Mercedes-Benz. Das Auto Motor und Sport dijo en su número 21 en 1951: “Continuando la tradición que una vez inició con el modelo K de 6.0 litros y los famosos modelos S y SS, representado por última vez en el 540 K, el 300 S ahora ha aparecido en el Salón del Automóvil de París como un coche deportivo cómodo. Y precisamente esta clasificación es su característica especial: velocidad, deportividad y seguridad en la conducción, combinadas con comodidad, comodidad y solidez”.
Mercedes-Benz 300 S: 70 años después
De las tres versiones del Mercedes-Benz 300 S que se crearon, dos se presentaron en el Salón de París en 1951, el Cabriolet A y el Coupe. El Roadster llegó más tarde. El Coupe fue utilizado como coche de exhibición por los bulevares de la capital francesa. Esos modelos pertenecían a unas unidades de pre-serie.
70 años después, la división Mercedes-Benz Classic ha recibido tres unidades del 300 S, cuyos propietarios encargaron una evaluación y una tasación de fabricación. Estos trabajos suelen encargarlos clientes muy adinerados que buscan la autenticidad de sus coches. El resultado de los expertos de la compañía ha sido sorprendente.
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Dos de las tres unidades pertenecían a un coleccionista. Después de un minucioso estudio y consultar la documentación en los propios archivos de la marca, los miembros de Mercedes-Benz Classic determinaron que esos dos modelos fueron los que se exhibieron en la exposición de París en 1951, el Cabriolet A y el Coupe, dos modelos de pre-producción, lo que añade aún más exclusividad.
El tercero de los 300 S llegados a la compañía es una unidad que Mercedes mostró en el stand del Salón de Ginebra de 1952.