La década de 1990 fue toda una revolución dentro de la industria automotriz japonesa. Del mundo de los rallyes y las carreras en circuitos derivaban coches de calle de altas prestaciones que ponían en jaque a los superdeportivos europeos. Japón estaba de nuevo en el mapa y llegaba con fuerza para revolucionar un mercado sediento de este tipo de vehículos. Además, todas las marcas querían participar de esta fiesta del motor, sin excepciones. Así nace el Mazda 626 MPS en el año 2000, un interesante prototipo que haría realidad por primera vez las siglas MPS.
Mazda era testigo, como todos nosotros, de la batalla que estaba enfrentando a Subaru y a Mitsubishi en el Campeonato del Mundo de Rallyes. Esto no solo se traducía en victorias, sino que también se veía reflejado en ventas e imagen de marca. La compañía de Hiroshima evaluó las posibilidades de entrar en esta disputa y desarrolló un prototipo que aspiraba a convertirse en un digno adversario para el Mitsubishi Lancer Evolution -conoce su historia- y el Subaru Impreza WRX STi –descubre su historia-.
Es así como Mazda presenta en el Salón de Ginebra de 2000 una versión deportiva y vitaminada del 626. Se cree que tan solo se fabricó uno y no se sabe públicamente qué le sucedió, pero el 626 MPS era una realidad y llegaba como una declaración de intenciones y el nacimiento de una nueva división deportiva. El 626 fue el responsable de la aparición, por primera vez, de las siglas MPS. Mazda Performance Series lanzaría algunos modelos de producción años más tarde, pero el 626 era sin duda el más radical de todos ellos.
Mazda 626 MPS (2000), el primer modelo de la división MPS
A diferencia del Evo y el Impreza, equipados con motores turbo de cuatro cilindros, el Mazda 626 MPS apostaba por un V6 biturbo de una capacidad similar. El propulsor de la serie KL-ZE ofrecía 2.5 litros de capacidad y portaba un radiador más grande, intercooler, una nueva ECU y un escape deportivo. Según Mazda, el motor tenía una potencia oficial de 280 CV, pero probablemente ofrecía un mayor rendimiento. El par motor, mientras tanto, se ubicó en los 390 Nm.
El propulsor estaba asociado a una caja de cambios manual que enviaba la potencia al asfalto a través de un sistema de tracción total permanente. Mazda nunca entró en los detalles de esta configuración, pero anunció un 0 a 100 km/h en menos de cinco segundos y una velocidad máxima de alrededor de 240 km/h.
Era ligeramente más pesado que sus rivales, inclinando la balanza hasta los 1.380 kg. Este extra de peso derivaba directamente del motor V6, pero también ofrecía una serie de mejoras técnicas para adaptarse a sus cotas. Se reforzó el chasis, se modificó el ancho de vías, se equiparon llantas de aleación de 18 pulgadas y una suspensión ajustable. Un potente equipo de frenos con discos de 345 mm delante y 315 mm atrás, estaban mordidos por pinzas de seis y cuatro pistones, respetivamente. El conjunto lo completaba un kit de carrocería con guardabarros más anchos, parachoques específicos, salidas de escape centrales y un gran alerón trasero regulable como los que lucían los Evo e Impreza de la época.
Se quedó en fase de prototipo
Desgraciadamente, el Mazda 626 MPS del 2000 jamás vio la luz de un futuro modelo de producción. El fabricante japonés sintió que no recibió la respuesta esperada por parte del público, mientras que el 626 contaba los días para finalizar su vida comercial con el cambio de milenio. El sucesor, el Mazda6 (prueba), llegaría en 2002, por lo que la opción de lanzar un modelo de alto rendimiento en un vehículo casi extinto se desechó por completo.
El 626 MPS volvió a aparecer de nuevo en el Salón de Tokio a finales de 2000. Sin embargo, era el mismo vehículo con un trabajo de pintura de color naranja. El Salón del Automóvil del Reino Unido de ese mismo año mostraría un Mazda 323 MPS, con 150 CV de potencia fruto de un motor de cuatro cilindros más común el bloque V6 biturbo del 626 MPS.
El sucesor directo de este prototipo no vería la luz hasta 2006. Cuando Mazda lanza el 6 en 2002, la compañía aún dudaba de si la burbuja del WRC ya había estallado o la misma ventaja comercial seguiría existiendo durante el ciclo completo de vida del producto. Es probable que existieran algunas disputas con Ford (por entonces asociados). Sea como fuere, el Mazda6 MPS no llegó hasta 2006. Equipaba un motor turbo de 2.3 litros y cuatro cilindros derivado de Ford y compartía plataforma con el Mondeo. Jamás llegó a la altura -en cuanto a apariencia y radicalidad se refiere- de su predecesor, el 626 MPS.