Corría el año 1919 cuando nacía en Birmingham, Reino Unido, uno de los pilotos más desconocidos que han existido en relación al trabajo realizado. Un triunfador en la sombra. Hablamos del inglés Ken Miles, un hombre que fue clave no solo en el triunfo de Ford en Le Mans a finales de la década de los años ’60. Sino también en el aprendizaje de la marca del óvalo azul a la hora de desarrollar coches deportivos.

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¿Quién fue Ken Miles?

La Historia no ha sido justa con Ken Miles, un británico que desde siempre había sentido admiración por la mecánica. No importa que sus estudios no fueran bien en absoluto. Se formó de manera autodidacta para modificar coches, tanto que con unos quince años ya había conseguido meterle mano a un Austin 7 con el fin de mejorarlo.

En su juventud logró meter cabeza en el mundillo y pasó a trabajar dentro de Woseley Motors, como aprendiz. La compañía le pagó una formación que aumentaría sus conocimiento. Sin embargo, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial su carrera dentro del automovilismo y la mecánica se vio truncada… por el momento.

Y llegó la Segunda Guerra Mundial

Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, Miles se vio obligado a pasar a formar parte del batallón de ingenieros de tanques. Su división era la encargada de volver a poner a punto los tanques para la batalla, reparando las partes que hicieran falta. Tan bueno era que llegó a convertirse en sargento de dicho batallón.

Por suerte, años después finalizó la guerra; si bien Miles tuvo una experiencia que pudo costarle la vida. En pleno viaje se encontró con un enemigo por sorpresa. Lo que le salvó fueron sus reflejos y agilidad a la hora de desenfundar el arma y disparar, evitando ser el que saliera mal parado en el enfrentamiento.

Su posguerra particular

Su obsesión por participar en diversas competiciones casi le cuesta la ruina. No obstante, consiguió subsistir preparando motores para corredores particulares. Eso sí, después de la Segunda Guerra Mundial había poco que hacer a este lado del charco en este sentido. Por eso no dudó en aceptar el reto de irse a California, Estados Unidos.

Esta oportunidad le llegó a principios de los ’50, a través de un antiguo compañero de Woseley Motors. Así, Miles compaginaba su carrera como piloto con un trabajo como mecánico en un concesionario de la marca MG. Era tan bueno en todo lo que hacía con coches que no tardó mucho en labrarse una reputación exquisita.

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Carroll Shelby, su principal valedor

Las habilidades al volante de Ken llamaron la atención de Carroll Shelby, que contrató a Miles como preparador de vehículos en su nuevo negocio particular con motores Ford como base. A pesar de su irreverente forma de ser, el inglés cautivó a Shelby por su sexto sentido a la hora de saber cuáles eran los problemas concretos de cada coche y de cómo mejorarlos.

Bajo su mandato, el Shelby GT350 obtuvo su primera victoria a principios de 1965. Mientras él era el encargado de poner a punto la suspensión, ordenó a los mecánicos que trabajaban en este deportivo que ahorrasen peso al chasis. Todo esto ocurrió mientras Ford fracasaba en Le Mans frente a Ferrari, su rival a batir.

El salto a Ford

Después del varapalo, Henry Ford II puso al mando del desarrollo del Ford GT40 a Carroll Shelby, quien confió ciegamente en Ken Miles. Este pasó a trabajar día y noche para que el vehículo fuese mejorado de cara a triunfar en Le Mans. Por supuesto, John Wyer y Eric Broadley, los anteriores responsables, pasaron a estar fuera del proyecto.

Su primera participación en Le Mans no acabó bien, con Bruce McLaren como compañero. Fue el piloto oficial de Ford para Shelby American. Pero no pasó de la primera parte de la competición al tener un problema con la transmisión del Ford GT40 que conducía. Lo que hizo que Ferrari se hiciese de nuevo con la victoria frente al fabricante norteamericano.

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Y finalmente, el ‘triunfo’

Ken Miles condujo al año siguiente otro Ford GT40 con Denny Hulme como acompañante, mientras que otro fue llevado por Bruce McLaren y Chris Amon. El coche de Miles iba en cabeza y estaba listo para coronarse como vencedor… hasta que el máximo responsable de competición de la marca y enemigo de Ken, Leo Beebe, llamó para dar una orden.

Este le dijo a Miles que tenía que entrar en la meta a la vez que el GT40 de McLaren, lo cual le enfadó mucho. Sin embargo, acabó obedeciendo. Finalmente, Bruce terminó primero, frustrando la victoria de Ken Miles. Puede que por acelerar al final, o porque saliera más atrás en la carrera y, según el reglamento, había recorrido más metros.

Lo único cierto es que Beebe privó a Miles de un triunfo que le hubiera convertido en un piloto mucho más reconocido a lo largo del tiempo. Lo cual no evitó que entrase en el Motorsport Hall of Fame of America. Ken Miles murió poniendo a punto el prototipo del próximo Ford GT40 al salirse de la carretera y dar varias vueltas de campana con él.

Foto de portada: Raycrosthwaite

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