Hubo una época en la que a los dirigentes de Ford se les metió entre ceja y ceja llegar a un público más joven compitiendo contra los mejores. Y en competición siempre ha habido una marca por encima de las demás: Ferrari. Esto provocó que a principios de la década de los años ’60 se desatase una importante guerra en el sector automovilístico, la cual fue Ford contra Ferrari. ¿Qué fue lo que pasó hace ya casi seis décadas?

Ford contra Ferrari: la historia de un sueño

A uno de los descendientes de Henry Ford, Henry Ford II, se le metió en la cabeza, durante su mandato en la compañía americana, echarle el guante a Ferrari. Enzo se negó rotundamente a vender la marca del Cavallino Rampante y fue entonces cuando Henry Ford II juró que se vengaría. Que se arrepentiría de su decisión.

Así las cosas, el sueño de Henry Ford II fue el de no solo ganar, sino humillar a Ferrari en su territorio fetiche. Esa competición que tanta gloria le había proporcionado: las 24 Horas de Le Mans. Por cierto, la oferta que Ford II hizo a Ferrari fue de comprar la compañía por 15 millones de dólares. Una cantidad indecente hace seis décadas, pero que suena ridícula a día de hoy.

Ford contra Ferrari rojo

El ansia de poder

Detrás de ese sentimiento de rivalidad de Ford contra Ferrari después de que los primeros no pudieran comprar a los segundos, anunciaron su participación en la cita francesa. La idea, además, era generar una imagen que atrajese a muchos más clientes para comprar sus coches. «Vencer el domingo para vender el lunes», decían desde Michigan.

Y así nació el Ford GT40

Para conseguir esta victoria en Ford prepararon el Ford GT40. Un coche cuyo nombre provenía de sus 40 pulgadas de altura, poco más de un metro. La idea era que viniese hasta el Viejo Continente para ganarle a los lugareños. Pero siempre con Ferrari como objetivo principal en el punto de mira.

La carta de agradecimiento que Bonnie y Clyde escribieron a Henry Ford

El motor del Ford GT40 fue un bloque de 4,2 litros con ocho cilindros en V, un propulsor que ya se había utilizado en la compañía yanqui pero que hubo que retocar. La cifra de potencia que logró desarrollar finalmente se situó en torno a los 350 CV, gestionados por una caja de cambios de cuatro velocidades.

Un desarrollo muy difícil… y costoso

No obstante, su desarrollo fue complicado, lo que obligó a Ford a no escatimar en gastos. El primer prototipo que se construyó era básicamente un Lola Coupé recarrozado. Además, cuando circulaba muy rápido el eje delantero tendía a levantarse. Así, en 1964 se dio el primer enfrentamiento Ford contra Ferrari en las 24 Horas de Le Mans, cita en la que uno de los Ford terminó envuelto en llamas.

Ford contra Ferrari azul

Problemas de estabilidad en el eje trasero, de refrigeración de los frenos en los trazados con más curvas o la poca fiabilidad de las transmisiones también fueron inconvenientes comunes al principio. Sin embargo, todo eso acabó solventándose tras las primeras pruebas. Fue entonces cuando el Ford GT40 obtuvo unos resultados estupendos en Daytona.

Por fin llegó la madurez… y la victoria

Entretanto, el motor se cambió a un bloque de 4,7 litros. También se instaló una caja de cambios de cinco velocidades y fueron producidas varias decenas de unidades para su posterior venta a equipos privados. Mientras, la revisión del Ford GT40 se llevaba a cabo en Estados Unidos con Ken Miles a la cabeza.

El segundo intento en Le Mans acabó de una forma gloriosa para Ford. Fue en 1966 cuando los resultados fueron sorprendentes y el ‘Ford contra Ferrari’ en las 24 Horas de Le Mans con el que tanto habían soñado, con victoria de los del óvalo azul, se consiguió. Lo mejor para ellos es que eso también pasó en los tres años sucesivos.

Al final, una historia con final feliz para Ford en general y para Henry Ford II en particular. Un Henry Ford II que estaría muy orgulloso de ver en lo que se ha convertido el Ford GT a día de hoy. En uno de los mejores superdeportivos del mundo.

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