El otro día analizábamos la épica batalla entre Audi y Lancia en el Grupo B durante 1983, y hoy te traigo una curiosa historia acaecida también en el Campeonato del Mundo de Rallyes, aunque tres años más tarde. Esta es la historia de los dos dedos humanos encontrados en el motor de un Peugeot 205 T16 del Grupo B durante el Rallye Acrópolis de 1986.

Vídeo: tributo al Grupo B de rallye, la era dorada de la competición

El Grupo B es considerado por muchos la ‘edad dorada’ del campeonato mundial y del automovilismo en general. Los fabricantes lo dieron todo para crear auténticas bestias de ingeniería que mostraban los primeros indicios de aerodinámica y con potencias que coqueteaban con la barrera de los 500 CV. El peso fue otro aspecto en el que trabajaron los equipos, manteniendo a raya el exceso de kilogramos para hacer aún más rápidos y competitivos a los coches.

Historia dedos humanos motor Peugeot 205 T16 Grupo B
Parque cerrado Rallye Montecarlo 1986 | Association Le Ptit Bolide (Wikimedia Creative Commons)

En cierta medida, esta pasión desmesurada, sin límites presupuestarios, donde los fabricantes ganaban más dinero del que podían gastar, dio paso a una categoría excepcional del rallye que estuvo en activo entre 1982 y 1986. Su cancelación no se debió a problemas de índole económico, sino más bien a que los coches y las carreras evolucionaban (y se radicalizaban) cada vez más, comprometiendo la seguridad de los participantes y, aún más importantes, la de los espectadores que acudían a cada cita.

1986, el principio del fin

La temporada de 1986 fue especialmente dramática. El coste en vidas, dolor y sufrimiento en cada carrera era mayor y esto ponía en tela de juicio la continuidad de la categoría. La primera tragedia la presenciamos en el Rallye de Portugal, cuando el piloto local Joaquim Santos se salió de la pista con su Ford RS200 embistiendo a los espectadores de la zona y provocando la muerte de tres de ellos, así como una treintena de heridos.

Historia dedos humanos motor Peugeot 205 T16 Grupo B

Aunque los pilotos oficiales trataron de poner freno a la carrera, alegando que era imposible controlar y garantizar la seguridad de los espectadores, la organización decidió continuar con el rallye. El segundo fatídico episodio acontecido durante la temporada de 1986 tuvo lugar en mayo de ese año, durante el Rallye de Córcega, cuando el piloto Henri Toivonen se salió de la carretera y se precipitó por un barranco. Los árboles dañaron el depósito de combustible de su Lancia Delta S4, lo que provocó un gran incendio y que tanto el piloto como su copiloto, Sergio Cresto, perdieron la vida.

Ese 2 de mayo de 1986, el Grupo B de rallyes sufrió un giro significativo que marcaría el futuro de la categoría. Sería oficialmente cancelado a finales de ese año, dando paso al Grupo A para la temporada de 1987 y fulminando inmediatamente cualquier proyecto en marcha para el nuevo Grupo S que debía entrar en escena esa temporada. Las cosas cambiaron en los rallyes para siempre, y el motivo principal fue la seguridad en las carreras.

La historia de los dedos humanos hallados dentro de un Peugeot 205 T16 del Grupo B

Historia dedos humanos motor Peugeot 205 T16 Grupo B

A mediados de la década de 1980, la seguridad en las carreras era mínima, por no decir inexistente. A la fórmula de coches rápidos y pilotos sin miedo, se le unía la temeridad de un público amante de la adrenalina, sin limitaciones y dispuesto a todo por su momento de gloria. Famosas son las imágenes de los espectadores ocupando la pista mientras los coches del Grupo B tratan de abrirse paso por ella, como Moisés separando las aguas del Mar Rojo.

19 prototipos homologados del Grupo B que no llegaron a competir

Esta conducta temeraria y negligente por parte de los espectadores llevaba a escenas donde los asistentes trataban de estar lo más cerca posible del vehículo a su paso, situándose a escasos milímetros de la pista con la única intención de sentir el peligro pasando junto a ellos. Algunos incluso trataban de tocar los coches a su paso, mientras que otros se situaban en curvas lentas para lograrlo con mayor facilidad.

El protagonista de nuestra historia fue un poco más allá, y le costó bastante caro. La historia se remonta al Rallye Acrópolis de 1986, cuando al finalizar una de las etapas de la prueba griega, uno de los mecánicos del equipo Peugeot Talbot Sport encontró dos dedos humanos dentro de la bahía del motor de uno de los Peugeot 205 T16 participantes en la carrera.

“Sí, dos dedos. Había tomas de aire detrás de las puertas para llevar el aire hacia el sistema de refrigeración del motor y estaban bastante afiladas. Nosotros simplemente intentábamos mantenernos en la carretera, en ningún momento nos salimos de la pista ni nada por el estilo, pero los aficionados estaban todo el rato intentando tocar el coche. Así fue”, comentó Juha Kankkunen, por entonces piloto del equipo Peugeot y campeón del mundo ese mismo año.

Historia dedos humanos motor Peugeot 205 T16 Grupo B
Los dedos encontrados sobre uno de los radiadores del Peugeot 205 T16

Al parecer, el espectador que perdió los dos dedos jamás reclamó las partes de su cuerpo mutiladas. Lo más probable es que acudiera lo antes posible a un hospital dada la importancia de sus heridas. Por otro lado, también hay una leyenda urbana sobre un mecánico de Lancia que aparentemente encontró otro dedo en la toma de aire de un 037, aunque visto lo sucedido en el Rallye Acrópolis de 1986, yo no me aventuraría a tildar de leyenda urbana este supuesto acontecimiento.

Este suceso es tan solo uno de los episodios que se vivieron durante las cinco temporadas que estuvo en activo el Grupo B en el campeonato, donde la seguridad pasaba a un segundo plano. Por suerte, las cosas han cambiado en este aspecto y hoy es bastante inusual que ocurran accidentes en los rallyes donde se vean involucrados espectadores.

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