Recientemente, el Parlamento Europeo ha aprobado la prohibición de vender coches con motores de combustión interna a partir de 2035, una propuesta de la Comisión de Medio Ambiente de la que ya se venía hablando desde hacía un año. Sin embargo, gracias a la llamada ‘enmienda Ferrari’, algunas marcas podrán seguir fabricando motores de combustión a partir de esa fecha. ¿Por qué?
En efecto, la medida aprobada significa que todos los fabricantes de automóviles ya no podrán vender coches con motor de gasolina, diésel e híbridos, solamente podrán fabricar coches eléctricos. Esto no significa que ya no puedas seguir circulando con un coche tradicional o comprar vehículos con motores térmicos de segunda mano. La medida afecta únicamente a los automóviles nuevos a partir de 2035.
La ‘enmienda Ferrari’ y por qué algunas marcas podrán seguir fabricando motores de combustión en 2035
Esto supone que los distintos fabricantes tendrán que adaptar todas sus plantas para producir modelos puramente eléctricos. Pero no todos los países estaban del todo a favor de la medida. Hace tiempo, Alemania, un país donde la industria automotriz tiene un peso muy importante, se mostraba a favor de retrasar la fecha hasta, al menos, 2040. Pero, sobre todo, el país que se ha mostrado más reticente ha sido Italia.
Precisamente un grupo de diputados italianos presentó una enmienda que concede una prórroga para algunos fabricantes, pensando en sus marcas Ferrari y Lamborghini. Es decir, una prórroga para los fabricantes más exclusivos o aquellos que tienen una producción artesanal con pocas unidades anuales. A esta especie de cláusula introducida en la normativa se le ha llamado ‘enmienda Ferrari’.
En concreto, la enmienda favorece a las compañías que producen menos de 10.000 unidades al año, una cifra que no se considera determinante a la hora de medir el impacto de las emisiones globales, y aplaza hasta el 31 de diciembre de 2035 el plazo para presentar alegaciones a las autoridades para derogar el cupo de CO2 de los coches.
La ‘enmienda Ferrari’ beneficia también a todos aquellos fabricantes con una producción artesanal hasta un máximo de 1.000 unidades anuales, como Bugatti, Pagani o Koenigsegg, que ya gozan de una cierta excepcionalidad, debido a que su impacto en el cómputo general de las emisiones es inapreciable.