El equipamiento de los coches ha cambiado mucho en las últimas décadas. Hubo una época en la que lo más tecnológico que podía ofrecer un vehículo era la radio o un sistema de aire acondicionado. Desde entonces, los coches nuevos se han convertido en auténticos ordenadores con ruedas, con grandes pantallas, conectividad, avanzados sistemas de seguridad y todo tipo de funciones que, además, puedes controlar a distancia desde tu teléfono móvil.
Entre todo el equipamiento que los coches han incluido en los últimos años, hay elementos que triunfan instantáneamente y otros que pasan desapercibidos. En este segundo grupo podríamos incluir un componente que, para muchos, es totalmente desconocido. Se trata de un florero, algo que jamás esperaríamos encontrar en el interior de un automóvil, pero que este coche de los 2000 traía en su salpicadero.
El Volkswagen New Beetle portaba un florero en el salpicadero
Si bien este invento no apareció por primera vez en este modelo, sí que podríamos considerar que fue el último en ofrecerlo. Al menos, en su versión de producción en serie. Porque todos sabemos que los prototipos y concept cars son un mundo aparte y que a los fabricantes les encanta experimentar con estos vehículos mostrando al mundo lo que muchas veces son ideas alocadas.
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Hablamos del Volkswagen New Beetle, o lo que es lo mismo, la reinvención moderna del clásico Escarabajo de Volkswagen. El modelo, conocido a nivel interno con el código Type 9C, se lanzó al mercado en 1998 en un intento por recrear el éxito que fue el primer modelo, el Type 1 (1938-2003).
El Volkswagen Beetle (prueba) era un vehículo compacto que reinterpretaba de una forma más moderna las formas clásicas del Escarabajo original. Como icono de un movimiento popular Hippie surgido en la década de 1960 en Estados Unidos, el Escarabajo se ganó esa fama y los diseñadores de Volkswagen quisieron plasmarla en el, por aquel entonces, nuevo modelo.
Como resultado de esta iniciativa, el New Beetle contaba con un florero situado a la derecha del volante, en el salpicadero. Constaba de un recipiente de plástico en el que era posible verter agua y depositar en el una o varias flores, manteniéndolas conservadas en mejor estado durante más tiempo.
No sabemos hasta qué punto este elemento de equipamiento se usó para tal propósito, pero sin duda es una de las curiosidades más llamativas, y tal vez poco prácticas, que hemos visto en los coches de la década de 2000.