Son una de las tecnologías en que más esperanzas ha puesto una parte de la industria del automóvil. Marcas tan importantes como BMW o Porsche están invirtiendo enormes cantidades de dinero en investigar con ellos, para mantener viva la 'chispa' (nunca mejor dicho) de los propulsores de explosión. Pero, la cuestión sigue abierta: ¿salvarán los combustibles sintéticos al motor de combustión? Y hay gente que ya se atreve a contestar claramente a esta pregunta. Como el responsable del canal de YouTube Engineering Explained, Jason Fenske.
Según este ingeniero mecánico, la respuesta es... no. O, al menos, no para el coche particular (quizás sí para otros medios de transporte, como aviones y grandes buques). Y la clave está en la eficiencia. Pero empecemos por explicar qué son exactamente los dichosos combustibles sintéticos. Mientras que la gasolina y el diésel se extraen de fuentes no renovables, es decir, del petróleo, estos se fabrican a partir de diferentes moléculas: hidrógeno por una parte y carbono capturado de la atmósfera por otra, para resumir mucho una cuestión muy complicada.
Es por eso que se los considera limpios. Pues, aunque al quemarse en el motor emiten gases de efecto invernadero, estos provenían ya del aire, con lo que la huella de carbono al final es neutra. En el vídeo, Fenske explica que la gran virtud de estos carburantes es su densidad energética. Si gasolina o diésel aportan unos 12 kWh por kg y 9 por litro, estos se quedan en un rango de entre 4 y 10 kWh/kg, y 4-9 kWh/litro. En comparación, los coches eléctricos apenas llegan a 0,25 y 0,7.
Esto tiene que ver con la gran cantidad de pasos que hay que dar entre la fuente renovable que alimenta todo el proceso y la combustión en el interior del motor. En un ejemplo práctico, pongamos que usamos energía eólica para hacer con ella hidrógeno; en ese momento se perderá una parte; otra más al capturar el carbono, aún más al combinar ambos para lograr el combustible sintético, también al quemarlo... Muchas más 'fugas' de las que hay en el transporte hasta la batería y de allí al motor eléctrico de un EV. El resultado de todo esto es que el coste sería mucho más alto, incluso más que el de la gasolina.
Retos que, al parecer, no están echando para atrás a los grupos automovilísticos. Porsche y Siemens, por ejemplo, ya han unido fuerzas para construir una planta piloto en la Patagonia chilena. Y, el año pasado, BMW invirtió unos 10 millones de euros en Prometheus Fuels, una startup dedicada a su desarrollo. ¿Quién acabará por tener razón? ¿Finalmente salvarán los combustibles sintéticos al motor de combustión?