Quedan pocos días para que abra sus puertas el LA Auto Show, del 19 al 28 de noviembre, en el que conoceremos algunas novedades importantes. Pero este salón fue testigo de uno de los episodios más increíbles y tristes de la historia del automóvil. Ocurrió un 5 de marzo de 1929. Aquel día el Salón de los Ángeles sufrió un incendio y ardieron cientos de coches.

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En aquel tiempo, la sociedad norteamericana gozaba de un gran periodo de bienestar, gracias al crecimiento económico que experimentó el país durante la década de los 20. Eran los años de la ley seca, que estaría vigente hasta 1933. Y la época de los grandes clanes mafiosos que hacían de las suyas en ciudades como Chicago o Nueva York. Y nadie se imaginaba que todo eso se vendría abajo unos meses después, con la caída de la bolsa y el inicio de la Gran Depresión.

El día que el Salón de Los Ángeles sufrió un incendio pavoroso

Salón de Los Ángeles incendio
Fuente: Workman and Temple Family Homestead Museum

Era el 5 de marzo de 1929 y a las 9:30 en punto abrió sus puertas el décimo sexto Salón de Los Ángeles, con cuatro grandes pabellones en la esquina de Hill Street y Washington Boulevard. Un evento que gozaba de una gran reputación y que atrajo a miles de personas ese día.

Pero, por la tarde, ocurrió la tragedia. A las 16:10, un cortocircuito en el área de exhibición provocó un incendio que se extendió rápidamente por las diferentes zonas del evento. En cuestión de minutos, las llamas destruyeron todo el interior, arrasando con casi 400 coches que estaban ahí y dejando otros pocos inutilizables. Afortunadamente, ninguna de las 2.500 personas presentes en el lugar resultó herida.

Un cementerio de automóviles

Salón de Los Ángeles incendio
Fuente: Workman and Temple Family Homestead Museum

Una vez que las llamas fueron apagadas, la imagen fue desoladora: un auténtico cementerio de automóviles. Un campo lleno de restos de acero y caucho quemado. Todos esos restos fueron trasladados al depósito de chatarra. Se dice que los responsables del salón utilizaron una valla adyacente, situada entre el espacio del evento y el depósito de chatarra, para limpiar más rápidamente la zona arrasada por el fuego.

Cuando se evaluaron los daños, se estimaron en más de un millón de dólares de la época. Entre los coches destruidos, había modelos de marcas conocidas, como Buick, Cadillac, Chevrolet, Chrysler, Dodge, Ford y Lincoln. También otros de fabricantes que ya no existen, como Studebaker, Auburn, DeSoto, Essex, Hudson, Kissel, Nash o Pierce Arrow.

Pero algunas de las pérdidas más importantes en el incendio fueron un famoso roadster Packard Modelo 30, de 1907, con más de 800.000 kilómetros, y un prototipo único del Auburn Cabin Speedster.

El evento continuó, a pesar del incendio

Los organizadores del espectáculo, incluido el presidente, Watt L. Moreland, se reunieron y elaboraron un plan para que el Salón de Los Ángeles continuara durante los días restantes, hasta el 10 de marzo. Los coches que quedaban fueron trasladados al Auditorio del Santuario, con la ayuda de un pequeño ejército de camiones de remolque y varios voluntarios.

Así, el espectáculo pudo continuar, aunque en una escala mucho menor. Según el New York Times, el presidente electo, Herbert Hoover, decidió asistir a la versión 2.0 de Los Angeles Auto Show de 1929 como orador.

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Uno meses después del incendio del Salón de Los Ángeles, la bolsa de Nueva York sufrió la mayor caída de su historia, provocando el final de una época dorada e iniciando otra más dura, la Gran Depresión, marcada por una crisis económica cuyas consecuencias llegarían a Europa y sirvió de caldo de cultivo para el auge de los totalitarismos que amenazarían a las democracias occidentales, hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Fuente: The Drive

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