Cuando se menciona el Mercedes 600, lo primero que se nos viene a la cabeza es el coche que, durante décadas, fue el icono de los automóviles de representación en gran parte del mundo. De su alargada línea hemos visto bajar a presidentes, cantantes, dictadores, millonarios y hasta al mismísimo Papa. Sin duda alguna, un coche que marcó una época y que saldrá en los libros de historia junto a grandes protagonistas del siglo XX.
Pero el vehículo que hoy traemos a estas páginas, no es el que los lectores están imaginando, sino, en cierto modo, su sucesor, perteneciente a la serie W140 y que hizo su debut mundial en el Salón de Ginebra de 1991 con el que Mercedes-Benz pretendió ofrecer la mejor limusina al alcance de cualquier rico…
Para entender este coche hay que pensar que el anterior 600 era un modelo muy exclusivo y se dejó de fabricar en 1981 y, aunque en su día era muy avanzado tecnológicamente (fue la primera limusina que erradicó los largueros por una carrocería autoportante y dinámicamente dejaba atrás cualquier otro competidor de sus dimensiones), los años pesaban y se había quedado obsoleto frente a las limusinas americanas o británicas. La versión que hoy viaja en el tiempo en esta prueba es la versión alargada de la serie S (10 centímetros más que el SE) que estrenaba el nuevo motor V12 de la casa.
Para poner en contexto el modelo, resulta obligado también hablar de su diseñador: Bruno Sacco. En una época en la que los diseñadores de coches no eran estrellas mediáticas y los estudios de diseño eran unas áreas casi clandestinas, en la que los diseñadores no tenían el protagonismo estelar que tienen actualmente, se puede decir que Sacco, un hombre de la casa de toda la vida, fue el artífice de conseguir que los Mercedes siguiesen siendo Mercedes, pero también fuesen eficientes aerodinámicamente, modernos y muy bellos. En el caso particular del 600 SEL, a este reto se le sumaba el hecho de hacer que este coche de más de cinco metros de largo, no pareciese inmenso y ofreciese una imagen proporcionada. Consciente de la subjetividad de mi juicio, creo que lo logró con creces y la versión larga de la clase S mantenía una proporcionalidad que no delataba sus impresionantes dimensiones.
Antes de entrar en materia y traer a los lectores las impresiones y sensaciones de mi primera prueba con el Mercedes 600 SEL (W140), me tomo la licencia de incluir una anécdota en este relato que pondrá en contexto el desarrollo de la prueba en Motor16 aquel verano de 1991 y que justifica el titular.
Por aquel entonces, el presidente del Grupo 16 era Juan Tomás de Salas, uno de los grandes impulsores de Motor16 y gran apasionado del automóvil. Siempre que su agenda se lo permitía, “el presi” se dejaba caer por la redacción y se sentaba en la isleta donde perpetrábamos las pruebas los probadores y nos preguntaba: a ver ¿qué estáis probando ahora?, ¿Qué tal va tal coche o tal otro? Y ahí, cómo uno más, empezaba una charla entre todos que sólo concluía por lo apretada de su agenda. En una de estas charletas, nos avanzó orgulloso: “Cambio el Jaguar XJ V12 por un Mercedes 600 SEL” A lo que casi a coro, los que estábamos allí, respondimos: ¡Habrá que probarlo! ¿No? Y ahí quedó la cosa….
PRUEBA: Mercedes-Benz 300 SL Roadster
Cuál fue mi asombro cuando unos meses más tarde, la secretaría del “presi” me llama y me dice: “Juan Tomás ha llamado para decir que ya le han entregado el Mercedes. Va a estar unos días fuera así que aprovechad para hacerle el rodaje y la prueba para Motor16”. Creo que nunca me habían temblado las piernas tanto al recoger un coche para probar: era ¡el coche del jefe!
Dicho esto, y con la responsabilidad de llevar entre las manos casi 20 millones de pesetas (más de 120.000 euros de la época) de quien firmaba mi nómina todos los meses, nos pusimos manos a la obra.
Ya había conducido el 600 SEL en la presentación internacional en Alemania hacía unos meses, pero al verlo aparcado en la plaza del “presi”, en un espacio cerrado, me vino a la cabeza el lema de los Juegos Olímpicos: ‘altius, citius, fortius’ (más rápido, más alto, más fuerte). Este Mercedes era la berlina más grande que había conducido y posiblemente sería una de las más rápidas. En contra de lo que es habitual al probar un coche, en lugar de ir directamente al puesto de conducción, abrí la enorme puerta posterior y me acomodé en lo que más parecía un sofá que el asiento trasero de un automóvil. Quise sentir lo que sentirían la mayoría de propietarios de este coche que, entiendo yo, raramente lo llegarían a conducir ellos mismos. La sensación fue impresionante por el confort y el espacio que ofrecía. Una distancia entre ejes de 3,16 metros permitía al ocupante del asiento trasero estirar las piernas y casi ni tocar el respaldo del asiento delantero, con un espacio para las piernas de casi 50 centímetros y una altura desde la banqueta hasta el techo de casi 60, suficiente para alojar a un pivot de la ACB. A lo ancho, aunque el diseño estaba claramente pensado para dos ocupantes, permitía alojar a tres adultos sin tener que intimar demasiado. Por lo demás, el confort posterior estaba completado por una climatización independiente, luces de cortesía, asientos regulables y calefactados individualmente y todo lo que una limusina de representación podía ofrecer a principios de los años ‘90.
Aunque suene a tópico, en el 600 SEL, aquello de que la puerta al cerrarse sonaba como la de un buen refrigerador americano, era una gran realidad. Además de un perfecto ajuste en el marco, en este modelo, Mercedes había dispuesto un doble cristal que mejoraba enormemente el aislamiento acústico y térmico. Esto último fue muy de agradecer durante los calurosos días de agosto en los que realizamos la prueba. Con todo esto, y con la inestimable colaboración de una suspensión posterior con un sistema autonivelante neumático, el confort físico y acústico de los afamados usuarios a los que esta lujosa berlina estaba dirigida, quedaba totalmente garantizado. En todos mis años de pruebas, creo que nunca hice tantos kilómetros en el asiento de atrás de un coche…
Una vez analizado lo que importaba a los dueños de un coche de estas características, pasamos a lo que importaba a sus chóferes: tecnología y dinámica.
En el corazón del 600 SEL latía la joya de la corona de Mercedes por aquel entonces: un poderoso y moderno motor de 12 cilindros en V con cuatro válvulas por cilindro de seis litros de capacidad, con todo lo último en electrónica, incluido un sistema de acelerador ‘drive by wire’, sin conexión mecánica, un avanzadísimo sistema de gestión del motor y un muy eficiente sistema de reducción de emisiones. Recuerdo que, en la presentación del modelo, el ingeniero que se refería a este punto, al ser cuestionado por el nivel de emisiones de un motor de esta cilindrada, se jactó, entre las sonrisas de los asistentes, de que el aire que salía del escape de un 600 SEL al circular por una gran ciudad en hora punta, era más limpio que el que entraba por la admisión… Este motor desarrollaba más de 400 caballos y tenía un par que no tenía mucho que envidiar del de muchas cabezas tractoras de la marca. Unos enormes 580 Nm empujaban con soltura los 2.200 kilos de lujo y confort a 250 kilómetros por hora, limitados electrónicamente, de velocidad máxima. El 0 a 100 km/h se conseguía en unos brillantes 7 segundos que dejaban fuera de toda duda la excelente respuesta del V12. Una respuesta que pasaba factura ante el surtidor, donde este Mercedes mostraba su desaforada sed con consumos que raramente bajaban de los 15 litros cada 100 kilómetros.
Al volante uno se sentía con la familiaridad que transmitían todos los coches de la estrella. La disposición de los mandos, el enorme volante, la calidad de los ajustes, el tacto del cuero… Todo rezumaba al aire de familia hasta el punto de que la interminable lista de botones repartidos por el salpicadero y la consola central, resultaban razonablemente accesibles para cualquier conductor que se pusiese al volante de cualquier Mercedes bien equipado. Lo que no resultaba tan familiar era manejar las enormes dimensiones. Salir de la plaza del “jefe” sin dejar huella en la carrocería fue el primer reto. Hacia delante, los límites del morro quedaban bien definidos, pero hacia los lados y, especialmente, hacia atrás era otro cantar. En un momento en el que los avisadores de aparcamiento eran todavía ciencia ficción, en Mercedes, para ayudar al conductor en las maniobras hacia atrás, dispusieron unas pequeñas ‘antenitas’ al final de las aletas posteriores que aparecían para que el conductor pudiese ver donde acababa el coche. El invento no era especialmente útil, pero cumplía con el objetivo de hacer de este coche “lo más”….
PRUEBA: Ford Escort RS Cosworth
Salvado el reto del aparcamiento, lo cierto es que el Mercedes 600SEL se conducía con facilidad y bastante agilidad para su tamaño y peso en cualquier circunstancia, incluso en carreteras sinuosas. La suspensión cumplía a la perfección sus dos cometidos fundamentales: mimaba a los ocupantes y mantenía las cuatro ruedas pegadas al asfalto. El funcionamiento del cambio automático era correcto para la época y la entonces tradicional escalerilla que guiaba la palanca del cambio, permitía una buena dosis de utilización manual. No voy a entrar en el rollo poético del placer de conducción o el melodioso encanto de un doce cilindros… No. Este coche resultaba agradable y fácil de conducir, pero el motor podía ser un doce cilindros o un motor eléctrico. No había sonido. El aislamiento acústico dejaba el sonido del motor en un lejano zumbido que el cambio automático de cuatro velocidades acababa de filtrar y el conductor apenas podía recibir sensación alguna y mucho menos vaticinar cuantos cilindros había en movimiento. Todo llegaba a los ocupantes perfectamente filtrado, sin ruidos ni vibraciones de ningún tipo, cómo una suave alfombra voladora.
Durante los días que duró la prueba del Mercedes 600 SEL (W140), el placer de moverse con un coche de este porte estaba a la altura del gustazo de llegar a la redacción y aparcar en la plaza del “presi”, pero todo lo bueno se acaba y tengo que reconocer el alivio que sentí cuando el último día le entregué las llaves al chófer.
En aquel momento, el Mercedes-Benz 600 SEL por tecnología, diseño y dinámica, se sitúo en lo más alto de las grandes berlinas de representación, aunque su reinado estaba acechado por competidores que estaban afilando sus garras.
Hoy en día los W140 no son coches especialmente valorados, supongo que por sus elevados costes de mantenimiento; se puede encontrar un 600 SEL con 25-30 años, en excelente estado y equipado hasta arriba, por precios de risa. Normalmente, estos coches suelen tener poco kilometraje y envejecen muy bien, pero el precio lo iremos pagando cada vez que intentemos llenar los 100 litros que entran en el depósito de combustible.
Ficha técnica Mercedes 600 SEL (W140) |
Motor |
Cilindrada |
5.987 cc |
Tipo / Cilindros |
Delantero longitudinal
12 cilindros en V a 60 grados
Cuatro válvulas por cilindro
Doble árbol de levas en cabeza
por bancada
Gasolina |
Potencia máxima |
408 CV a 5.200 rpm |
Par máximo |
580 Nm a 3.800 rpm |
Alimentación |
Tipo |
Atmosférico con gestión electrónica
Inyección Bosch LH Jetronic |
Transmisión |
Caja de cambios |
Automática, 4 velocidades |
Tracción |
Trasera
Control de tracción electrónico ASR |
Suspensión |
Delantera |
Independiente de trapecio
articulado doble
Muelles helicoidales
Amortiguadores telescópicos
Suspensión adaptativa ADS |
Trasera |
Independiente multibrazo
Muelles helicoidales
Amortiguadores telescópicos
Suspensión adaptativa ADS |
Neumáticos /
Frenos |
Delanteros |
235/60 ZR 16
Discos ventilados de 300 mm
con ABS Bosch |
Traseros |
235/60 ZR 16
Discos ventilados de 278 mm
con ABS Bosch |
Dimensiones |
Longitud |
5.215 mm |
Anchura |
1.885 mm |
Altura |
1.490 mm |
Distancia entre ejes |
3.140 mm |
Maletero /
Depósito de combustible |
Capacidad |
525 l VDA / 100 l |
Peso |
Peso |
2.190 kg |
Prestaciones |
Velocidad máxima |
250 km/h
Limitada electrónicamente |
Aceleración 0-100 Km/h |
7,0″ |
Consumo
NEDC |
Carretera |
11.8 l/100 km |
Autopista |
13.7 l/100 km |
Ciudad |
20.7 l/100 km |
Producción |
Años |
1991–1998 |
Precio |
Precio en 1991 |
18.500.000 pesetas (111.187 €)
(Precio base aproximado sin
opciones) |