PRUEBA: DS 7 Crossback blueHDI 180 Grand Chic Opera

Llevo muchos años de profesión a mis espaldas y pocos coches pueden llegar a sorprenderme. Es cierto que tirando de potencia, lujo o imagen deportiva casi siempre puedes captar mi atención, pero pocos ofrecen algo distinto, algo que consiga ilusionarme. Entre esos escasos vehículos está el coche de la prueba, el DS 7 Crossback blueHDI 180 Grand Chic Opera, que porta multitud de novedades.

La firma de lujo ha querido despuntar del resto de compañías del Grupo PSA, ¡y vaya si lo ha conseguido! Es sorprendente el mimo que se le ha dado hasta el más mínimo detalle.

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En mis pruebas de coches tengo por costumbre comenzar por el exterior, pero en la que hoy toca, le daré prioridad al interior. ¿Por qué? Porque se nota la enorme atención que se ha tenido a la hora de diseñarlo. Gran parte de los elementos que forman el habitáculo portan formas geométricas; por ejemplo, la consola las tiene y los botones que la integran, también.

Allí están alojados los botones del freno de mano eléctrico, del cierre de las puertas y de los elevalunas. Estos se hallan en una posición muy poco habitual en los vehículos actuales, que suelen tomar posición en las puertas, algo que no tiene por qué ser lo más lógico, pero que sí que es cierto que exige un breve periodo de adaptación.

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El volante que tiene una forma achatada, algo que no me convence. Tiene una parte central, cómo no con forma geométrica, y es sujetado por una piña con diferentes paralelogramos. Precisamente estos se reproducen por todo el habitáculo, incluso en detalles minúsculos como las ruletas que abren y cierran las toberas de ventilación.

Otro rasgo distintivo de este DS 7 Crossback blueHDI 180 Grand Chic de la prueba , que porta el acabado más alto de la gama, es el botón de encendido, que se encuentra en la parte inferior de la consola y que parpadea de tal forma que parece el latido del corazón. Y es precisamente al despertar ese corazón, 1.6 en el caso de nuestra unidad, cuando aparece encima un reloj analógico firmado por BRM. Un detalle de lujo, que desde mi modesto punto de vista, veo demasiado atemporal, y más al ver la tecnología que incorpora, como su cuadro de instrumentos totalmente digital y configurable al gusto del conductor, también con formas geométricas y dividido en tres secciones; en él puedes poner a casi todo el ancho el navegador, que es muy claro y que tiene una excelente calidad gráfica, no como la cámara de visión trasera, que para tratarse de un coche premium echo en falta una con más calidad.

Sigo rodeado de rombos: los de la gran pantalla del sistema de infoentretenimiento, que tiene un display formado por ellos al igual que el botón del volumen, que es en realidad una ruleta de diseño elegante que se mueve hacia arriba y hacia abajo como si de la ruleta del ratón se tratase. Las luces y los botones del plafón superior también tienen la misma forma.

Las experiencias positivas en el interior continúan con los materiales utilizados: plásticos blandos en la gran mayoría de los elementos, cuero, que tapiza casi todo el salpicadero; materiales cromados y otros tantos en negro piano. Asimismo, los reposabrazos de las puertas tienen una parte que cuando el motor se apaga se iluminan… ¡Cómo no, con forma de rombos! Los asientos, que tienen una tapicería que simula la cadena de un reloj, son muy cómodos y agarran muy bien el cuerpo, pero tienen un precio de 2.078 euros.

Porque haya empezado por el interior no quiere decir que el exterior no esté a la altura. Es el primer modelo DS diseñado de forma independiente, y el resultado obtenido es todo un acierto. A su amplia imponente parrilla, rodeada por un marco en cromo, la escoltan unos novedosos grupos ópticos denominados Active LED Visión. Cuando el coche se abre comienzan a realizar un cautivador y embelesante juego de luces. ¿Ese baile sirve de algo? Juraría que no, pero se sale. Eso si hablamos de los faros, porque también merecen atención los pilotos, que son especiales. Heredados del DS E-Tense concept, están formados por tecnología 3D Full LED y tienen dibujos tridimensionales con forma de escama. No pasa desapercibido sun musculosos y elegantes trazos, las llantas Tokyo de 20 pulgadas (779 euros) o su pintura opcional ‘Oro Bizantino‘ (632 euros).

Pasada revista a la carrocería, es hora de volver al habitáculo, aunque esta vez para ver el espacio que ofrece. Los pasajeros tienen un gran hueco para las piernas, pero más justo para la cabeza. Con mí 1,78 son tres dedos los que me separan del techo, que es panorámico (1.039 euros), equipamiento que resta unos centímetros. También es reservado el de los hombros. A pesar de ello pueden viajar tres personas con cierta comodidad, y eso que el respaldo de la plaza central es más dura porque esconde un apoyabrazos con posavasos. Los respaldos de las plazas traseras se pueden reclinar de forma eléctrica, y, además, cuentan con un sistema de climatización independiente –climatización trizona-. Por su parte, el maletero tiene una boca de carga baja, formas regulares y un portón eléctrico encargado de esconder los 555 litros qué cubica. Y no es el único espacio para guardar, porque el habitáculo tiene multitud de ellos: en las puertas, en la parte inferior de la consola y en el cofre del apoyabrazos central.

Comienzo la prueba dinámica del DS 7 Crossback blueHDI 180 Grand Chic Opera. Su motor 1.6 me brinda una aceleración muy buena, con mucha chispa, sobre todo a partir de las 2.000 rpm, que es cuando aparece un mayor empuje y que se mantiene casi hasta el corte.

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También puedes viajar de forma tranquila, devorar cientos y cientos de kilómetros casi sin percatarte, porque el SUV tiene una muy buena calidad de rodadura, está muy bien insonorizado y la suspensión es muy, pero que muy cómoda, algo que se ve reflejado a la hora de frenar fuertemente o tomar curvas cerradas, circunstancias en las que la carrocería ofrece balanceos y acusados cabeceos, movimientos que se corrigen bastante en el modo Sport -durante la prueba del DS 7 Crossback Performance Line BlueHDI 130 la carrocería se mostraba más firme-. En este perfil también se aprecia poco ruido del motor, excepto cuando demandas potencia, que emite un sonido deportivo, agradable. A 120 km/h la aguja del cuentavueltas es sitúa en las 1.700 rpm, mientras que a 100, a solo 1.400.

A esa excelente calidad para viajar se une la velocidad de crucero adaptativa, que es de mi gusto porque no es brusca y reduce la velocidad ante un coche de forma suave, incluso con la mínima distancia.

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Lo que te decía, para viajar de forma plácida, como tu bolsillo, gracias a su consumo medio de 6,6 l/100 km. No tanto a la hora de comprar el coche, que si quieres un coche como el de la prueba, el DS 7 Crossback blueHDI 180 Grand Chic con acabado Opera y el equipamiento extra, tendrás que desembolsar, nada más y nada menos que unos 50.000 euros. El lujo, y más el francés, se paga…