Algunos trenes pasan una vez en la vida, aunque en el caso de la prueba del Bugatti Chiron sería más adecuado hablar de avión. Su motor W16 de 8,0 litros y 4 turbos capaz de rendir 1.500 CV le otorga la distinción de ser el coche de producción más potente del mundo, que no el más rápido, porque ese honor lo tiene el Koenigsegg Agera RS con el récord alcanzado: 447 km/h de velocidad punta.
El coche, cómo no, impresiona. Lo primero que quiero dejar claro es que en este coche el rendimiento es prioritario al diseño; cualquiera lo diría. Porta una amplísimo parabrisas que se encarga de proteger a los pasajeros, un extractor de presión cuya finalidad es mantener bien pegado al suelo el hiperdeportivo a velocidades superiores a 400 km/h, la insignia de Bugatti realizada en plata, la parrilla con forma de herradura -Ettore Bugatti era un enamorado de los caballos-, los radiadores de baja temperatura a los lados y los faros LED, con una seña de identidad inconfundible.
Eso en la parte frontal, porque en la zaga hallo la misma cresta que comenzaba en la delantera y que finaliza en el alerón, que tiene hasta cinco posiciones. Los pilotos, en los que se integran una barra de aluminio de una sola pieza, son reconocibles a primera vista. Imagina esos grupos ópticos pasándote a toda velocidad, podrías llegar a pensar que se trata de una nave espacial. También llaman la atención los extractores, que ayudan a 'respirar' a su poderoso W16, y los escapes trapezoidales, realzados en titanio -esconden otros dos que son los encargados de expulsar los gases y ayudar con su función al agresivo difusor aerodinámico-.
Su perfil no es menos espectacular, con la C que envuelve gran parte de su lateral y que además de estética, sirve para conducir aire al motor, así como refrigerar los radiadores de los extremos; sus enormes llantas con neumáticos Michelin de medidas 285 / 30 R20 ZR Y delante y 355 / 25 R21 ZR Y detrás son capaces de aguantar una velocidad superior a los 400 km/h y una aceleración de 3.800 veces la fuerza de gravedad -dicen que es el lastre que le impide lograr alcanzar los 483 km/h-; y sus marcados pasos de rueda, son seña de identidad de todos los modelos creados por la firma italo-francesa.
Tras este repaso antes de comenzar con la prueba del Bugatti Chiron puedo asegurar que este hiperdeportivo desarrollado sobre un monocasco de fibra de carbono se ha convertido en mi nuevo referente sobre la evolución de tecnologías aerodinámicas: solo tienes que fijarte en las cortinas de aire y en las canalizaciones, muchas de ellas diseñadas por Dallara, que han creado los ingenieros para que el coche sea estable a velocidades de infarto.
Es hora de entrar en su habitáculo, donde me sorprenden sus comodísimos y amplios asientos y la excelente posición de conducción. Todo ha sido pensado ergonómicamente. En el centro, de nuevo, al igual que en el exterior, la ‘C’ de Chiron -también la firma de Ettore Bugatti comenzaba con esta forma-, que en esta ocasión está iluminada con ledes y sirve para dividir la cabina en dos.
Como no podía ser de otra forma, y más tratándose de un coche de más de un millón de euros, los materiales empleados, cuero, carbono y aluminio, son de altísima calidad. Todos ellos los encuentro en el volante, que, sorprendentemente, imagino que por cuestiones de reducción de peso, su ajuste es mecánico, tanto en altura como en profundidad; eso sí, la palanca que ejecuta la función es de aluminio. A pesar de ello… ¡uf, delicioso! Forma achatada por el inferior, costuras, brazos de formas complejas. Tras él se halla el cuadro de instrumentos presidido por un velocímetro analógico que llega hasta los 500 km/h ¡Boom!
Este es el motivo, el de llamar la atención, por el que se ha instalado este elemento en la parte central y no el cuentarrevoluciones, como suele ser lo habitual en los coches deportivos. Pero recuerda que también se busca elegancia, y el Bugatti Chiron de la prueba lo encuentra, vaya que sí… Lo que se aprecia es una dedicación excepcional en todos los elementos y los materiales, así como el trabajo realizado. Ese olor a cuero que también recuerdo del Veyron... Y qué decir de la consola central: está compuesta por cuatro indicadores que muestran información de forma digital y que puede ser modificada. ¡Qué joya!
Respecto al maletero del Bugatti Chiron, algo que nos temíamos. Es pequeño, de 44 litros, pero en él se puede guardar una maleta de mano. También esconde un espacio que contiene herramientas, una toma de corriente de 12V y una chapa con el número de unidad: 1 de 500.
Prueba dinámica del Bugatti Chiron
El hora de mover este coche de altísimas prestaciones. De las dos llaves existentes, utilizo la más especial; no por el cuero que la recubre, sino porque es la que desbloquea toda la potencia del vehículo. Pulso el botón de encendido, que se halla en el volante y... Nada brutal como sí recuerdo del Bugatti Veyron o escandaloso como el Dodge Viper ACR que también probamos.
Los ingenieros le dan al conductor la posibilidad de elegir el modo que más se adapte a él o que en ese momento demande: EB, Auto, Autobahn, Handling y Top Speed. El primero de ellos me llama la atención porque convierte a esta máquina de 1.800 piezas en un vehículo superdócil. La suspensión y la entrega de potencia de sus 1.000 CV de forma lineal favorecen que el Chiron sea un coche para poder ser usado en el día a día. También por la respuesta del acelerador, que no intimida. La sensación que trasmite la dirección es magnífica, muy comunicativa, mucho más de lo que me esperaba debido a la electrónica.
Y es que este Bugatti es dos coches en uno. Porque si cambiamos de modo y le exigimos, se convierte en un monstruo, algo que no todos los superdeportivos pueden ofrecer. Durante la prueba del Bugatti Chiron solo he podido conducirlo por ciudad y bajo vigilancia. Aún así, las veces que pude acelerarlo a fondo encontré nuevas sensaciones, como la que sufrieron mis órganos internos, que fueron presionados contra el asiento. Y es que su W16 entrega 1.500 CV a 6.500 rpm y 1.600 Nm de par constante entre las 2.000 y 6.000 vueltas, todo ello a las cuatro ruedas a través de su transmisión automática de 7 velocidades.
Si quieres pasar desapercibido, olvídate de ello. Todo el mundo quiere fotografiarse con él. Es normal, solo se fabricarán 500 unidades y cada un Bugatti Chiron tiene un precio de 2.880.000 euros, pero es algo que hasta a mí me ha puesto nervioso.
Fotos: Bugatti & Drew Phillips
Fuente: Univisión Autos