Los años 70 no empezaron como Volkswagen había planeado. Las ventas caían en picado y necesitaban un revulsivo que les permitiera revertir aquella tendencia. Llegó en 1974 cuando presentaron el que hoy es uno de los compactos más famosos de Europa: el Volkswagen Golf (prueba) supuso un antes y un después para los de Wolfsburgo. Una historia escrita a través de ocho generaciones que, como imaginareis, está llena de particularidades como la razón por la que los faros del primer Volkswagen Golf fueron redondos y no cuadrados.
La historia del Volkswagen Golf: generaciones y versiones especiales
El compacto alemán tenía la compleja misión de tomar el relevo del Volkswagen Beetle (prueba) para recuperar la senda del éxito y lo hizo con una ruptura absoluta respecto a su antecesor. La primera generación del Volkswagen Golf se presentó en el Salón de Ginebra de 1974 y su comercialización en Europa empezó justo después. En 1975 cruzó el charco para llegar a los concesionarios de Estados Unidos y Canadá como Volkswagen Rabbit. Dos años después, en 1977, haría lo propio en México bautizado como Volkswagen Caribe.
¿Redondos o cuadrados?
No hablamos en vano de la expansión del Volkswagen Golf: quedaos con estas conquistas porque están relacionadas con su diseño. Aquel Golf MK I (así se le conocía de forma interna) estaba firmado por el famoso diseñador Giorgetto Giugiaro. El italiano sabía que las expectativas depositadas en sus manos eran elevadas y estuvo a la altura. Concibió un coche compacto con una carrocería monocasco de líneas cuadradas y grandes superficies de vidrio en el que la atención se la llevaba el frontal, donde se ubicaba la característica parrilla negra característica acompañada por un par de faros redondos.
Un Volkswagen Golf ‘americanizado’
Sin embargo, las ópticas del Volkswagen Golf no siempre tuvieron esa forma aunque nos cueste imaginarlas de otra manera: en Europa sí, pero en Estados Unidos, Canadá y México no. Las primeras unidades que llegaron a Norteamérica estaban importadas de Alemania y lucían unas ópticas redondeadas. Sin embargo, el éxito de ventas llevó a Volkswagen a crear una fábrica allí para producir su compacto convirtiéndose, así, en la primera marca europea que producía coches en EEUU desde los años 20.
Estaba ubicada en Westmoreland y dirigida por James McLernon, que llegó procedente de General Motors con la idea de ‘americanizar’ al Volkswagen Rabbit. ¿Cómo lo hizo? Rediseñando una parte del trabajo de Giorgetto Giugiaro en la que, efectivamente, estaban incluidos los faros. Por esta razón, la primera y la segunda generación lucieron una firma lumínica cuadrada: ¿por qué cambiaron el diseño? La razón no tiene nada de poética y sí mucho de economía: los faros redondos eran, simplemente, más baratos de producir. Así es como el Volkswagen Rabbit recuperó los rasgos del Volkswagen Golf europeo.