Puede que para los expertos en la historia de Porsche, el Porsche Lindner no termine de sonarles y no les estarían fallando sus conocimientos puesto que este modelo no lleva el ADN puro de la marca de Stuttgart. Se trata de un modelo basado en el Porsche 356 que crearon los hermanos Reimann con la ayuda de Arno Lindner en la Alemania de los años 50. Esta es la historia del conocido como el Porsche comunista.
La última joya de Walter Röhrl: un Porsche 356 con el motor del 911 Turbo
Knut y Falk Reimann eran dos apasionados de los coches, pero sobre todo de los deportivos y del Porsche 356. Por ello, estudiaron ingeniería y soñaban con construir su propio coche… algo que lograron a pesar de la llegada de la II Guerra Mundial. Agudizaron el ingenio para conseguir su objetivo aprovechando todo lo que encontrasen.
El Kübelwagen Type 82
Fue así, como en 1953, dieron con el chasis de un Kübelwagen Type 82. Un vehículo creado para uso militar que utilizaba la misma plataforma del Volkswagen Beetle, diseñada por Ferdinand Porsche. Además de restaurar el motor (un cuatro cilindros bóxer de 24,5 CV), tenían que dar forma a un coche que se pareciera al Porsche 356 y para ello contrataron los servicios de Arno Lindner, un artesano que hacía carrocerías de acero y madera.
El modelo que construyeron juntos a cambio de un pago de 360 euros, no era exactamente igual al que había salido de Stuttgart porque la plataforma era 30 centímetros más larga. A pesar de ello, adaptaron la chapa (hecha de los capós de los camiones Ford abandonados) para que fuera lo más parecido al 356. Corría el año 1954 cuando los hermanos Reimann y Lindner terminaron su propio Porsche.
La fábrica de Porsche
Lo primero que hicieron Knut y Falk fue viajar. Y para ello falsificaron una patente que aseguraba que el coche había sido fabricado en la parte occidental de Alemania y usaron un único carnet de conducir: sólo uno de los hermanos tenía el permiso, pero como eran iguales… no tenían demasiados problemas de identificación.
Así las cosas pusieron rumbo a Austria, Suiza, Italia, Francia y Alemania, donde tenían una parada obligatoria: Stuttgart. Además de visitar la fábrica, dejaron una carta a Ferry Porsche… y a finales de julio de 1956 recibieron respuesta. La marca les regalaba un conjunto de pistones y cilindros usados para mejorar el rendimiento de su particular 356 con una sola condición: los hermanos Reimann debían pagar los costes del transporte hasta un concesionario Volkswagen de Berlín.
¿Y Arno Lindner?
El problema es que ellos vivían en la zona oriental… así que tuvieron que introducir las piezas de contrabando. En aquel momento Alemania estaba dividida por el Muro de Berlín, algo que jugó en su contra durante los siguientes años cada vez que querían mejorar, mantener o arreglar su Porsche. A pesar del riesgo, siguieron regateando las leyes vigentes hasta que acabaron en la cárcel. Pasaron tres años en prisión y al salir su versión del 356 había sido confiscada, desguazada y vendida por piezas.
¿Y qué paso con Arno Lindner, el hombre que dio su apellido a aquellos Porsche? Siguió fabricando réplicas del 356 e, incluso, obtuvo la autorización del Gobierno. Hoy en día han sobrevivido tres unidades: una de ellas fue la que, en su momento, compró Miersch, dueño de una fábrica de zapatos, la segunda es una unidad de color blanca y la tercera es el coche de demostración de Arno Lindner. Aquel modelo amarillo y negro fue adquirido en 2011 por Alexander Diego Fritz, un abogado austriaco que pagó 3.000 euros por él.