Al pensar en Porsche pocas cosas se suelen venir a la cabeza antes que el número ‘911’, pero entre esa escueta y casi inexistente lista de pensamientos hay un que prevalece sobre todos: el motor bóxer. No hay Porsche 911 sin motor bóxer, la historia de la marca no se puede comprender sin él, ya es tradición… aunque su origen hay que buscarlo fuera.
Vídeo: Porsche nos muestra las ventajas de los motores bóxer
Y es que cuando nació, hace ya 122 años en aquel lejano 1896, fue de la mano de Carl Benz, su inventor, que optó por una peculiar disposición de los cilindros, colocados en plano y situados unos frente a otros unidos por el cigüeñal. De hecho, esa posición hizo que originalmente su creador lo denominara como motor “contra”. El primer motor bóxer de la historia fue un bloque de 1,7 litros que entregaba la nada impresionante cifra de 5 CV.

Para encontrar el primer Porsche con motor bóxer hay que mirar al primer modelo de la marca, el 356-001, aunque su propulsor pertenecía a un Volkswagen Beetle de la época, un 1.1 tetracilíndrico que desarrollaba 35 CV. Fue el comienzo de una larga lista de motores de este tipo:
- El 356 B GS 2000 Carrera del 62 empleaba uno de cuatro cilindros, dos litros y 130 CV
- El 911 original, que vio la luz en 1963, contaba con un 2.0 de 130 CV y seis cilindros
- En el 73 su reemplazo permanecería fiel al seis cilindros, pero ya con 2.687 cc. y 150 CV de potencia
- El primer 911 Turbo llegó en el 74, con un 3.0 de 260 CV
- El 959, en 1986, confiaba en un bóxer de seis cilindros, 2.849 cc. y 450 CV

Y hacemos una pausa en el Porsche 911 Carrera 993 porque supuso el fin de una época: fue el último con el motor refrigerado por aire, un bloque 3.6 de 272 CV con el que aceleraba de 0 a 100 km/h en 5,6 segundos. Desde entonces la dinastía ha seguido, ya refrigerada por agua, extendiéndose a más variantes del 911 y otros modelos de la casa como el primer Porsche Boxster.
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Pero, ¿qué ventajas tiene un motor bóxer? Su forma plana hace que ocupe menos espacio los bloques en línea o en ‘V’, por lo que es óptimos para deportivos bajos y además ayuda a rebajar el centro de gravedad, por lo que mejora el comportamiento del vehículo. Además, si está colocado en posición trasera, añade peso sobre el eje, aumentando tanto la tracción como la capacidad de frenada. En el caso de los bóxer de seis cilindros, suele alabarse su capacidad para subir de vueltas y su facilidad para entregar potencias altas. Por el contrario, al contar con más piezas de lo habitual, es más caro y complejo de fabricar que un propulsor en línea.