Los fabricantes de automóviles tienen la mala costumbre de ponernos los dientes largos con prototipos espectaculares que son presentados en salones del automóvil para, después, no llegar nunca a la producción. En algunos casos no importa mucho, peor cuando se trata de modelos extraordinarios, la cosa es algo más sangrante. El Mercedes C111-II es un perfecto ejemplo de ello.
Desarrollado como vehículo experimental hace 50 años, fue presentado de manera oficial durante 40ª edición del Salón de Ginebra, que se celebró en 1970. Era la segunda evolución del también laureado C111, con el que Mercedes empezó a investigar en el desarrollo de modelos con motor rotativo.
Es normal que llamara la atención, ya desde un primer momento y atendiendo a un aspecto tan superficial (en este caso) como es su imagen. Hijo de su época, las líneas rectas y las formas angulosas tienen todo el protagonismo, aquí implantados en una silueta realmente baja, con solo 1.120 mm de altura, con una enorme distancia entre ejes (2.620 mm) y el siempre destacado añadido de contar con unas puertas de apertura de alas de gaviota. Es curioso que pese a sus dimensiones, el maletero pudiera dar cabida hasta a dos maletas pequeñas.
Se desarrolló en torno a la base del C111, pero mejoró en diversos aspectos, como la aerodinámica, que ofrecía un 8% menos de resistencia, o el campo de visión del conductor. Además, montaba una nueva variante del motor rotativo M 950 F, que contaba con cuatro rotores y desarrollaba una potencia de 350 CV, pudiendo llegar a alcanzar una velocidad máxima de 300 km/h. No fue el único motor que llegó a emplear: en diciembre del mismo 1970 se presentó una variante que utilizaba un bloque V8 de 3,5 litros.
Fue un modelo especial por muchos motivos, además de por los ya mencionados. Así, fue el primer coche de la marca en lucir el característico color ‘Weissherbst’ naranja metalizado en su carrocería. También cuenta con el honor de haber sido el primer automóvil en ser diseñado de manera completamente digital, algo que permitió desarrollar la tarea en cuatro meses menos de lo que hubiera supuesto hacerlo de manera tradicional.
Por último, otro dato interesante es que tanto para el C111 original como para el Mercedes C111-II, muchos aficionados se ofrecieron a pagar lo que fuera por hacerse con ellos, llegando incluso a mandar cheques en blanco a la sede de la marca, aunque no sirvió para nada. Es más, la idea primigenia de este modelo no era desarrollar un superdeportivo de elevado precio, si no crear un deportivo asequible, de tamaño pequeño y motor rotativo que se situase por debajo del Pagoda SL en la gama.