En 1984, apareció en el mercado el primer Macintosh de Apple, la relación entre el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, y la primera ministra británica, Margaret Thatcher, estaban en pleno apogeo, consolidando el eje neoliberal Washington-Londres, y en España el régimen político de 1978 caminaba hacia su ingreso en la Comunidad Económica Europea y la OTAN, mientras los españoles escuchaban en la radio ‘Aire’, el último éxito de Mecano, o ‘España camisa blanca de mi esperanza’, de Ana Belén y Miguel Ríos. Ese mismo año apareció un coche que pudo poner patas arriba el Grupo B, pero llegó tarde: el Ford RS200.

El Ford RS200 es de esos coches que, a pesar de no haber culminado la misión para la que fueron encomendados, se convirtieron en un objeto de culto y en uno de los coches más apreciados, no sólo en su momento sino también ahora. Detrás de la historia de esta pequeña bomba con diseño italiano y fabricación británica se esconde una gran decepción, por no haber podido competir en el Campeonato Mundial de Rallyes y demostrar lo que era capaz, y a la vez gloria, al demostrar el potencial que era capaz de alcanzar la marca del óvalo azul.

Ford RS200, el coche que pudo poner patas arriba el Grupo B

Ford RS200

La década de los 80 fue una época extraordinaria para las competiciones de motor. En aquellos años, el mundial de rallyes alcanzó su máxima popularidad con el Grupo B, fueron los años dorados de la Fórmula 1 y otras pruebas gozaban de mucho prestigio, como la IMSA americana o el Grupo C del Mundial de Resistencia. Ford ya tenía una trayectoria en los rallyes desde los años 70, pero ahora quería jugar un rol más destacado.

A subasta uno de los 20 Ford RS200 S construidos

A principios de los 80, Audi dio un puñetazo en la mesa introduciendo su tracción total quattro. Poco después, el resto de los equipos la incluyeron en los coches, así como motores turboalimentados y muy potentes que convirtieron aquellos coches en verdaderos monstruos de cuatro ruedas que alcanzaban los 200 km/h en unos pocos segundos. Varios coches se hicieron famosos en esos años, como el Audi Sport Quattro S1 (prueba), el Lancia Delta S4 o el Peugeot 205 Turbo 16. En ese grupo quería entrar Ford.

Para ello, se puso a trabajar en un coche en 1983, en paralelo con el Ford Sierra RS Cosworth, por iniciativa del director de Ford Motor Sport Europa, Stuart Turner, el creador del V8 Ford Cosworth. Al frente del proyecto, estuvieron John Wheeeler y Tony Southgate, quienes se encargaron de desarrollar el chasis, con el objeto de sustituir al Escort RS. La propuesta anulaba otra anterior, denominada RS 1700 T.

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En septiembre de 1983 se creó el primer prototipo, un coupé de dos plazas muy compacto diseñado por la italiana Ghia, con formas redondeadas y un extraño frontal con faros redondos. Medía cuatro metros de largo, 1,76 metros de ancho y 1,32 metros de alto, con una distancia entre ejes de 2,53 metros. En marzo de 1984, se construyeron cinco unidades más y en octubre la marca decidió la fabricación de las 194 restantes para el total de 200 ejemplares necesarios para homologar el coche de rally, tal y como exigía el reglamento de la FISA.

Hasta 380 CV en la versión de rally

Ford RS200

Colocado longitudinalmente tras los asientos, el motor estaba construido en aluminio y refrigerado por agua. Tenía cuatro cilindros y 1.803 centímetros cúbicos, sobrealimentado por un turbo Garret T 04, y la inyección se gestionaba por un microprocesador Ford EEC IV. Desarrollaba 250 CV en la versión de calle y hasta 380 CV en la de competición (aunque hubo versiones con mucha más potencia). Conectado a una transmisión colocada delante de cinco relaciones sincronizadas con embrague bidisco, era capaz de hacer el 0 a 100 km/h en menos de 5 segundos.

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Todo estaba construido sobre un chasis monocasco con arco de seguridad, fabricado en aluminio y revestido de acero. Contaba con tres diferenciales de deslizamiento limitado y acoplamiento viscoso (uno central y otro en cada eje), unas suspensiones de competición compuestas por triángulos superpuestos con un doble combinado de resortes y amortiguadores en el centro, además de brazos transversales suplementarios. Por último, el sistema de frenos estaba compuesto por discos ventilados de 285 milímetros en las cuatro ruedas.

No llegó a tiempo

Ford RS200

El rendimiento del Ford RS200 era excelente, sobre todo, por su reparto de pesos, a lo que contribuía la caja de cambios ubicada en el frontal. Además, dependiendo de las condiciones del terreno, el conductor podía elegir entre tracción trasera, tracción total (con un reparto de par del 50% en cada eje) o enviar un 37% al eje delantero y un 67% el trasero, ideal para tierra o nieve.

El coche debutó, finalmente, en la temporada 1986, en el Rally de Suecia, pero se vio que todavía necesitaba pulir algunos problemas que surgieron. En la prueba sueca sufrió un fallo en el motor y tuvo que abandonar. Después, en el Rally Acrópolis lideraron la carrera hasta el décimo octavo tramo, cuando los dos coches tuvieron que retirarse.

PRUEBA: Peugeot 205 Turbo 16

Poco después, en mayo de ese año, el presidente de la FISA, Jean Marie Balestre, anunció la eliminación del Grupo B, como consecuencia de una serie trágicos accidentes que acabaron con la vida de varios pilotos y aficionados que, literalmente, se abrazaban a los coches a su paso por donde estaban ubicados. Especialmente trágico fue el accidente en el Rally de Córcega que le costó la vida a Toivonen y Cresto, al despeñarse su Lancia Delta S4 por un barranco y salir ardiendo.

Cuando desapareció el Grupo B, Ford ni siquiera había construido las 200 unidades necesarias para homologar el coche. Todavía quedaban 46 que, tras cancelarse la prueba, se desmontaron para usarlos como recambio.

Como dijo la describió la propia compañía estadounidense, el Ford RS200 era “una pequeña bomba concebida por Ford para rivalizar con los Audi Quattro, Peugeot 205 Turbo 16 y Lancia Delta S4 en las rutas sinuosas del Campeonato del Mundo de Rallyes. La victoria de 1985 en el Rallye Lindisfame británico saludó los comienzos de una carrera prometedora, que sería brutalmente interrumpida por la supresión total del Grupo B tras los accidentes del Tour de Córcega de 1986”. Una pena que llegara demasiado tarde.

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