Prácticamente desde que aparecieron los primeros automóviles nacieron las primeras carreras y ser el más rápido se convirtió en una obsesión entre los fabricantes y pilotos. Fiat, que se había fundado en 1899, quería demostrar su potencial haciendo el coche más rápido del mundo y en 1910 empezó a trabajar en un monstruo que terminaría conociéndose como la Bestia de Turín y consiguió su propósito alcanzando los 212,87 km/h.
Para ello, Fiat creó un automóvil que todavía hoy da miedo. No el hecho de verlo, pero sí de oírlo. Pongámonos en contexto. En aquella época, Barney Oldfield había alcanzado los 212 km/h en un Blitzen Benz equipado con un motor de cuatro cilindros y 21,5 litros. Por tanto, la marca italiana tenía que hacer un coche con un propulsor más grande. El resultado fue el Fiat S76.
La idea de Fiat era hacer un coche con una potencia bruta, montando un gigantesco motor de cuatro cilindros y 28.4 litros de cilindrada que producía 290 CV de potencia a sólo 1.900 vueltas. El bloque tenía tres bujías por cilindro y estaba refrigerado por agua. Son cifras espectaculares, pero también lo era su peso: 1.650 kg, algo fuera de lo normal en aquella época.
“Disparaba llamas en las caras de peatones inocentes”
En su libro Fiat, el escritor Michael Sedwick cuenta la historia del fabricante italiano y dice sobre el Fiat S76 que era “una de las creaciones más aterradoras que emanaba de cualquier fábrica" y asegura que circulaba por la ciudad "disparando llamas en las caras de peatones inocentes y ensordeciéndolos". Con una descripción así, se entiende por qué lo llamaban la Bestia de Turín, más aún en una época en la que los automóviles y el ruido de los motores no eran habituales todavía.
Sedwick comenta también que probaron el Fiat S76 en Turín y alcanzó los 185 km/h. Los ingenieros vieron que tenía potencial y se lanzaron a por el récord de velocidad que tenía Oldfield. Para ello, llevaron el coche hasta la pista de Brooklands, Inglaterra, para que Pietro Bordino intentara batir el ansiado récord. Sin embargo, el italiano temió por su vida y se negó a superar los 145 km/h. En otra prueba junto en Saltburn Sands, Fiat volvió a conseguir velocidades de 185 km/h.
212,87 km/h, la Bestia de Turín bate el récord de velocidad, aunque nunca fue oficial

Según explica el autor del libro, Fiat no encontraba el lugar con la distancia suficiente para exprimir el S76. Después de descartar Italia e Inglaterra, finalmente encontraron la pista adecuada en Ostende, Bélgica, y un piloto sin miedo a la velocidad, Arthur Duray. Era diciembre de 2013 y la Bestia de Turín registró una velocidad máxima de 212,87 km/h. Lo había conseguido, Fiat tenía el coche más rápido del mundo.
Sin embargo, el récord nunca tuvo oficialidad, porque la carrera organizada era de ida y vuelta y el Fiat S76 no pudo cubrir el recorrido en el máximo tiempo permitido, debido a una avería. Luego llegó la Primera Guerra Mundial y no era momento de pensar en récords de velocidad. Tras la guerra, la Bestia de Turín se desguazó y terminó en Australia sin el motor original. Más de un siglo después, fue reconstruido y reapareció en 2019 en el Festival de la Velocidad de Goodwood.













