El Espíritu del Éxtasis cumple 110 años. O lo que es lo mismo: la estatuilla que encabeza cada uno de los modelos firmados por Rolls-Royce. Ubicada en la parte superior de la calandra de los lujosos coches británicos tiene detrás una curiosa (y también trágica) historia protagonizada por un barón y una mujer española.

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Comencemos por aquí. John Walter Edward Scott-Montagu, segundo Lord Montagu, fue uno de los pioneros de la industria del motor y también editor de una revista especializada llamada The Car Illustrated. En 1909 encargó a su amigo Charles Sykes moldear una pequeña escultura que sirviera para adornar la calandra de su Rolls-Royce Silver Ghost.

El Espíritu del Éxtasis de Rolls-Royce

Para realizar el encargo el artista, que también trabajaba en la revista, se inspiró en una mujer real: Eleanor Velasco Thornton, que trabajaba como secretaria de redacción de John Walter con quien, además, mantenía una relación secreta desde 1902. Sólo el círculo más íntimo de la pareja conocía el romance por dos razones: ella tenía un estatus inferior, algo que en aquella época suponía un impedimento, y él estaba casado desde 1889 por imposición de su familia

Inspirado por esta historia, Charles Sykes creó una pequeña figura que representaba a Eleanor con un camisón que ondeaba al viento y la llamó The Whisper (El Susurro). La mujer de la estatua tenía un dedo sobre sus labios, que simbolizaba el amor secreto entre la musa y Lord Montagu. Una relación que, como decíamos antes, tuvo un trágico final. Cuando ambos viajaban en el SS Persia, éste fue hundido por un submarino alemán al sur de Creta: Eleanor murió y Walter sobrevivió.

El Espíritu del Éxtasis de Rolls-Royce

Eleanor y Rolls-Royce

¿Qué tiene que ver The Whisper con Rolls-Royce más allá de que Lord Montagu la colocase en su Silver Ghost? Cuando la marca británica nació no tenía ningún distintivo en el capó y a algunos de sus propietarios no les gustaba aquel vacío así que, como hizo John Walter, pusieron sus propios adornos… algo que no gustó a la marca.

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Así las cosas, en 1911, Claude Johnson (director general de Rolls-Royce Motor Cars) se puso en contacto con Charles Sykes para pedirle que creara una figura siguiendo unas instrucciones concretas: tenía que representar el espíritu de Nike, la diosa de la victoria. El problema es que al artista le parecía algo tosca y él tenía en la mente algo más femenino. ¿Adivináis cuál fue su fuente de inspiración? En efecto: The Whisper.

El Espíritu del Éxtasis de Rolls-Royce

Henry Royce

La imagen que lucen los modelos de Rolls-Royce es una versión modificada de la pequeña estatuilla inspirada en Eleanor ya que en el caso de la marca de coches no tiene el dedo en los labios y, además, agarra el vestido con sus manos. Una vez más, Charles Sykes se encargó de bautizarla: la denominación elegida en esta ocasión fue The Spirit of Speed (El Espíritu de la Velocidad), pero en su presentación Claude Johnson la describiría como el Espíritu del Éxtasis… que es uno de los nombres que han llegado hasta nuestros días.

A pesar de tener su emblema no fue hasta 1920 cuando se incorporó de serie en todos los vehículos: hasta entonces era un extra. Y lo más curioso es que nunca recibió el visto bueno de uno de los fundadores: a Henry Royce no le convencía porque decía que entorpecía la visión del conductor y en sus modelos nunca apareció.

El Espíritu del Éxtasis de Rolls-Royce

Algunas excepciones

Desde entonces, el Espíritu del Éxtasis ha vivido once modificaciones en las que lo único que han cambiado han sido sus medidas. Hoy en día tiene 7,5 centímetros de alto, cuenta con un sistema retráctil y suele estar hecha de acero inoxidable pulido, plata de ley de 925 milésimas y oro de 24 quilates.

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Eso sí, no adorna todos los Rolls-Royce. La madre de la actual reina de Inglaterra cambió el Espíritu del Éxtasis por una pequeña escultura ecuestre de San Jorge de Capadocia matando un dragón; un emblema que, en la actualidad, sigue adornando algunos de los modelos que forman parte de la flota de la Casa Real Británica. La Princesa Margarita, hermana de Isabel II, hizo lo propio y colocó un Pegaso.

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