Los coches eléctricos están de moda en pleno siglo XXI, pero lo cierto es que sus orígenes vienen de muy atrás. De hecho, incluso están en el germen de grandes marcas que se han hecho un nombre en el mundo de los motores de combustión y que sólo ahora han dado un giro hacia su naturaleza eléctrica. Es el caso de Porsche, cuyo primer vehículo fue un coche a pilas, el Egger-Lohner electric.

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Su historia comienza con un joven Ferdinand Porsche que, a la tierna edad de 18 años, decidió abandonar su hogar para mudarse a Viena y comenzar a trabajar como aprendiz en Bela Egger & Co. una compañía eléctrica. Era 1893 y, de manera paralela, también ingresó en la Universidad Técnica Imperial de Reichenberg.

Su ambición y buen trabajo le sirvió para obtener resultados a muy corto plazo puesto que, tan solo cuatro años después, ya tenía un puesto de responsabilidad dentro de la empresa: Director del Departamento de Pruebas. Esto le permitió desarrollar proyectos, como fue la creación de un motor eléctrico que, tras conocer al fabricante de carros Jacob Lohner & Co. acabó derivando en la creación de un coche eléctrico, que vio la luz en 1898.

Egger-Lohner electric

De la unión de los nombres de ambas compañías surgió el nombre del vehículo, el Egger-Lohner electric, modelo C.2. Phaeton, que también es conocido como P1. Porsche le llamó así porque confiaba en que después llegarían más vehículos que llevarían su nombre.

Se trataba de un automóvil bastante avanzado para su tiempo: utilizaba el bloque eléctrico desarrollado por Porsche, que tenía un peso de 130 kilos y desarrollaba una potencia de 2,2 kW (unos 3 CV). Como curiosidad, estaba situado en posición trasera, indicando el camino que seguirían los futuros modelos de la marca alemana.

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No era excesivamente potente, sobre todo si tenemos en cuenta que el peso del conjunto alcanzaba los 1.359 kilos, de los cuales 500 correspondían a las baterías. Es por eso que su velocidad máxima estaba limitada a 34 km/h, aunque contaba con una función ‘overboost’ que elevaba su potencia a 3,7 kW (5 CV) de manera puntual, algo que estaba pensado para lidiar con pendientes con mucha inclinación.

Otro aspecto curioso es que no se trataba de un coche sin marchas, como hacen muchos eléctricos actuales, si no que contaba con una caja de cambios con nada menos que 12 relaciones. Seis de ella funcionaban como marchas regulares, dos eran para dar marcha atrás y las cuatro restantes hacían las veces de freno.

Egger-Lohner electric

También hay que señalar que el C1 era capaz de recorrer 80 kilómetros por carga, algo que puede parecer escaso teniendo en cuenta las autonomías actuales, pero que en la época era más incluso que el alcance que tenían los coches de gasolina.

Además, fue el que comenzó con la exitosa carrera de Porsche en el mundo de la competición: en septiembre de 1899 participó en una carrera de 24 millas en Berlín junto a otros 18 eléctricos. La mitad de ellos no llegó a la meta, muchos fueron descalificados por no mantener la velocidad mínima requerida y el Egger-Lohner electric ganó con una ventaja de 18 minutos, además de ser el más eficiente de todos los participantes.

Resulta llamativo el hecho de que Porsche no solo experimentó en sus primeros tiempos con la tecnología eléctrica, también desarrolló un modelo híbrido, el Lohner-Porsche Semper Vivus, que es considerado como el primer coche híbrido de la historia y que se fabricó en el año 1900.

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