Del mismo modo de no se puede explicar la Historia de España sin acontecimientos como la Reconquista, el Descubrimiento de América o la Guerra de la Independencia contra Francia, tampoco se puede entender la Historia del siglo XX sin el SEAT 600. El coche que motorizó a todo un país y permitió a muchas familias la libertad de movimientos, precisamente, en unos tiempos donde no había libertad. Aquel coche se despidió un 3 de agosto de 1973. Hoy se cumplen 50 años de la fabricación del último SEAT 600.
El SEAT 600 es en España lo que el Citroën 2CV (esta es su historia) en Francia o el Fiat 500 en Italia. Su producción empezó en 1957 y se mantuvo durante 16 años ininterrumpidamente. En todo es tiempo, un total de 794.406 unidades salieron de las instalaciones de la Zona Franca de Barcelona y más de 18.200 del Seat 800, la versión de cuatro puertas.
Se cumplen 50 años de la fabricación del último SEAT 600
El 600 estaba basado en el idéntico modelo producido por Fiat, como ocurría con todos los vehículos de SEAT en la época, hasta principios de los años 80. Medía menos de 3,30 metros de longitud, una cifra ridícula para los tiempos actuales, y pesaba entre 585 y 615 kg, según versiones. Su precio era de unas 63.000 pesetas, casi 380 euros, pero una cantidad importante en aquella época.
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Las primeras versiones del 600 presentaban un diseño con puertas de apertura suicida. Posteriormente, se sustituyeron por otras con apertura batiente normal. A lo largo de sus 16 años de producción, hubo cuatro versiones diferentes: 600 Normal, 600 D (prueba), 600 E, 600 L y 600 L-Especial, así como otras dos versiones especiales, una descapotable y otra variante comercial.
Una mecánica sencilla y muy fiable
El motor que empujaba al SEAT 600 era un bloque de cuatro cilindros con carburador vertical monocuerpo y 622 centímetros cúbicos. Ofrecía varios niveles de potencia, dependiendo de la versión (18, 21,5 y 24,5 CV). En su última etapa comercial, el 600 L llegó a entregar 28 CV, mientras que el SEAT 800 contaba con un motor más potente, de 767 centímetros cúbicos, con 25 y 28 CV. Según versiones, alcanzaba velocidades entre 95 y 115 km/h y consumía unos 10 litro/100 km en ciudad, por 6,5 litros/100 km en carretera, lo que dejaba una autonomía de unos 400 kilómetros.
Como era habitual en la época (y lo más barato), el propulsor estaba situado en la zaga del coche y movía las ruedas traseras. Estaba conectado a una caja de cambios manual de cuatro relaciones, tenía una suspensión independiente en ambos ejes y frenos de tambor. Delante se ubicaba el maletero, de apenas 68,5 litros, un volumen que hoy nos parece ridículo pero que, en la época, los usuarios se apañaban. El interior del 600 era suficientemente cómodo y espacioso para albergar a cuatro pasajeros, aunque era bastante común que viajaran más de cuatro y cinco personas.
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El 3 de agosto de 1973, hace hoy 50 años, cuando la dictadura franquista se acercaba a su final y justo tres meses antes de que estallara la crisis del petróleo, cesó la producción del SEAT 600 para dar paso a un nuevo modelo más moderno y adaptado a las necesidades del momento, el SEAT 133, si bien, el 127 también terminó ocupando el hueco que dejó el pequeño Seílla. Un coche que nació a finales de los años 50, en pleno desarrollo industrial, y se marchó con las primeras manifestaciones en las calles que reivindicaban libertad. 'Naciste príncipe, mueres rey', rezaba una pancarta con la que se despidieron los empleados.