El Seat 600 supuso una auténtica revolución en nuestro país; la solución para motorizar la clase media española. Desde que el 27 de junio de 1957 se produjese la primera unidad del ‘pelotilla’ hasta el 3 de agosto de 1973, fecha en que se fabricó la última, 794.406 unidades fueron matriculadas.

El precio de partida del 600 el año en que fue puesto a la venta era de 65.000 pesetas -390 euros, aunque el equivalente a día de hoy serían unos 18.000 euros-, aproximadamente tres años y medio del salario de la época.

Alrededor de 80.000 unidades, apenas un 10% del total, fueron exportadas a países como Colombia, Finlandia, Dinamarca, Bélgica, Holanda o Grecia. Y de ese 90% restante que se quedó en España, se halla aún en perfecto estado una unidad que vigila día y noche la madrileña Ciudad Universitaria.

parte trasera del Seat 600 Ciudad Universitaria

Como pone de manifiesto su ficha técnica marcando cinco décadas de vida, este simpático cincuentón comenzó cuidando la Institución de Formación del Profesorado de Enseñanza Laboral, edificio que posteriormente pasó a formar parte de la universidad pública más antigua de Madrid, transformándose en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, y a mediados de los 90, en la Escuela Universitaria de Estadística.

Independientemente del nombre, siempre ha salvaguardado el edificio que el artista Miguel Fisac creó en 1958, y lo ha hecho desde la marquesina que protege parcialmente las plazas de aparcamiento, entre las que se encuentra este Seat 600 de la familia Gómez.

48 años del final del Seat 600: «Naciste príncipe, mueres rey»

Y es que este ‘Seiscientos’ de color blanco perteneció en su día a Víctor Gómez, el cabeza de familia que vivió junto a su mujer y sus tres hijos en una pequeña casita de conserjes junto a la entrada de este edificio.

frontal del Seat 600 Ciudad Universitaria

Este conserje del Instituto de Formación y de la Facultad de Políticas lo compró en 1972 por 95.000 pesetas (571 euros).

Mientras hago fotografías, en una tranquila tarde de sábado, donde por la zona no hay ni un solo alma, aparece una persona que amablemente se presenta como Paco Gómez, el hijo de Víctor. Es mi oportunidad para saber más de la historia de este misterioso Seat 600 que descansa desde hace décadas en Ciudad Universitaria.

Paco me cuenta lo que supuso el Seat 600 en la familia: «Éramos cinco, tres hermanos y mis padres. Nos dio mucha autonomía porque íbamos al pueblo toledano de ‘Las Ventas con Peña Aguilera‘, de donde eran mis padres. Con él también íbamos de vacaciones a Zaragoza, a Santiago de Compostela, a Teruel y a descubrir nuevos lugares».

«¿Y siendo cinco, dónde metíais el equipaje?», le pregunto. «El equipaje se llevaba en la baca que se ponía en el techo, lo que daba de sí, y en el pequeño cubículo que tiene en los asientos traseros hasta el motor».

Víctor condujo el ‘Pelotilla’ hasta que cumplió 60 años, edad en la que empezó a perder facultades: «Nosotros según nos íbamos sacando el carné, le fuimos haciendo el relevo», me informa Paco.

Seat 600 Ciudad Universitaria bajo la estructura de Miguel Fisac

Tras su muerte, dado de baja y sin ser usado, sus hijos decidieron restaurarlo como homenaje a su padre: «El coche ahora esta como nuevo. Tiene la ITV y la pasa todos los años sin problema», declara Paco. «Lo muevo los fines de semana, aunque ahora con las restricciones, es un problema».

PRUEBA: Seat 600 D

«¿Y ese Citroën C4 que está aparcado a su lado?», le pregunto. «Es mío. Lo uso a diario», responde, «pero, por desgracia, no durará ni la mitad de la mitad que el Seat 600», añade.

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