La fiabilidad de la mecánica de un vehículo depende, entre otros factores, del trato que reciba. El propietario es el primer responsable del mantenimiento de su coche y, en cierta medida, también lo son los talleres que realizan las revisiones periódicas. Sin embargo, hay pequeñas rutinas que puedes poner en práctica para prolongar la vida útil de los componentes del motor, como es el caso del turbo. Aquí tienes un truco sencillo para no cargarte el turbo del motor de tu coche.

Como bien sabrás, los motores modernos están, en su mayoría, turboalimentados. La sobrealimentación aporta varias ventajas, como una mejora de las prestaciones, una reducción del consumo y también de las emisiones contaminantes. Pero, frente a un coche con motor de aspiración natural, un propulsor turbo conlleva una serie de cuidados adicionales (no demasiados) que es conveniente poner en práctica para ahorrarte averías.

truco turbo

En lo que respecta al turbo de tu coche, hay un truco que evitará que se estropee a medio y largo plazo. Es más bien una costumbre que debes empezar a poner en práctica desde este mismo instante y que en realidad no supone un gran esfuerzo, ni modificaciones ni una inversión de dinero. Lo cierto es que es tan simple como esperar, o tener paciencia, que al caso es lo mismo.

El truco para no cargarte el turbo del motor de tu coche

Este truco es tan sencillo como dejar reposar el turbo unos minutos antes de parar el motor. Esto es especialmente aplicable cuando has realizado una conducción a altas revoluciones, por ejemplo, en circuito, o a velocidades sostenidas, como en un viaje por autopista. Es más recomendable realizarlo en los coches turbo de gasolina, aunque en los diésel también lo puedes hacer.

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Al dejar el motor a ralentí unos segundos antes de pararlo nos aseguramos que el turbo reduce su temperatura y que el aceite de su interior (recuerda que se lubrica con el mismo aceite que el motor), no se queda dentro y no se carboniza por el exceso de calor. También, al parar el motor de golpe sin esperar a que se refrigere, cortas el flujo de aceite al turbo y provocas que la turbina gire sin lubricación, con el riesgo de rotura y desgaste prematuro que conlleva.

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De este modo, basta con esperar entre uno y dos minutos si has realizado una conducción deportiva o si has estado circulando a velocidades de autopista durante un rato. Reduce este lapso de tiempo a 1 minuto en tus viajes cotidianos, o a 30 segundos si ha sido un desplazamiento corto. También puedes aprovechar las maniobras al aparcar o el tiempo que esperas a que la puerta del garaje se abra para que el turbo repose, por lo que no es estrictamente necesario pasar 1 o 2 minutos exactos con el motor en marcha.

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