El sector de la automoción se enfrenta en 2021 a un escenario macroeconómico tremendamente complicado. El Gobierno está en la obligación de echarle una mano. Si no compartes mi opinión, déjame que te informe de que en 2019, el peso de este sector en el Producto Interior Bruto (PIB), incluyendo distribución, seguros y finanzas, llegó al 11%, siendo del 8,5% del PIB si sólo se tiene en cuenta el peso de los fabricantes de vehículos y los componentes de éstos. Además, si no se venden vehículos nuevos, la edad media del parque móvil en España, que actualmente se sitúa en los 12,3 años, una cifra realmente muy alta, la huella de CO2 seguirá aumentando. Y por último, que no menos importante, el sector de la automoción genera un 9% del empleo a nivel nacional.

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Coincido contigo en que el Gobierno ha lanzado un bote salvavidas a las marcas de automóviles, pero como ocurrió con el Titanic, ha sido insuficiente. Primero con el Plan MOVES, muy orientado a los vehículos híbridos enchufables y eléctricos, con una puesta marcha regional, por lo que tardó mucho en activarse. Si además de eso le sumamos que la distribución de fondos no fue muy eficiente, puesto que el mercado de este tipo de automóviles se concentra principalmente en Madrid y Cataluña, Comunidades Autónomas que han recibido un pequeña parte de los fondos, el resultado no es que sea precisamente bueno. En ellas sí se agotaron rápidamente las ayudas, mientras que en el resto de España no se han utilizado de una forma extensiva -el Ejecutivo acaba de anunciar el Plan MOVES 2021 con 400 millones de euros, aunque parece que las condiciones serán las mismas-. Segundo con el Plan Renove, con una dotación importante y dando oportunidad a los coches con motor de combustión, pero que no ha sido muy eficaz, ya que el estímulo por unidad es pequeño y se aplica sólo a un pequeño porcentaje de las operaciones. Y tercero, es por eso por lo que pienso que el Gobierno quiere ahogar a los fabricantes de automóviles, la subida del impuesto de matriculación efectivo al pasar de medir con el NDEC a hacerlo con el WLTP.

¿Y qué supone este cambio? Pues que en más del 50% de las ventas de 2021 se produce una subida del 5% en los precios de los automóviles, por lo que, obviamente, se reducirán las ventas. Esto tiene un impacto social, con desempleo en la sector de la automoción -recuerda la cifra que te he dado unas líneas más arriba respecto al empleo que genera el sector en España-. Tiene un efecto medioambiental, porque si no se venden vehículos nuevos no se rejuvenece el parque, con la contaminación que ello conlleva -sin contar con que los coches con más años son mucho menos seguros que los actuales, que equipan diferentes sistemas de seguridad, muchos de ellos, de serie-. Tiene un efecto fiscal; desde Anfac (Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones) se ha cuantificado un riesgo de perder 110.000 unidades con este incremento, dejando de recaudar el IVA de tan alta cifra -sí más el impuesto de matriculación, el impacto neto, dependiendo del fabricante, puede estar entre los 350 y los 500 millones de euros-. Tiene un efecto económico, porque no fabricar y vender 110.000 coches, con los sectores que están involucrados, como el financiero, publicitario, servicios, posventa… tiene un impacto negativo en la parte económica.

José Miguel Aparicio, director general de Audi España, manifestaba en diciembre: «Es una catástrofe. Los fabricantes no tenemos recorrido como para cubrir esa subida de impuestos», aclarando, también, que habían sido muchos los fabricantes y las asociaciones del sector los que habían enviado un mensaje al Gobierno. Parece que el mensaje no caló…

Por eso, y después de matricular solo 851.211 unidades en 2020, lo que supone una caída del 32,3 %, el Ejecutivo debería haber retrasado este incremento del impuesto de matriculación, por lo menos hasta 2022. Tampoco se ve la voluntad de los que mandan en España si echas un vistazo a lo que sucede en otros países importantes de la Unión Europea como Francia y Portugal, donde han reformado sus impuestos para que el impacto de la subida de en torno a un 20% en los consumos y emisiones oficiales no afectara a su mercado de turismos. O Italia, donde los tramos del impuesto han sido subidos un 20% para que el comprador no se vea perjudicado, por lo que ahora solo paga si superan los 190 g/km, mientras que en España sigue siendo de 120 g/km.

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Y lo peor de todo es que en un entorno tan complejo y con una demanda tan debilitada, trasladarle al consumidor ese impuesto es el peor mensaje posible para vender coches, ahogando a los fabricantes, con las nefastas consecuencias que ello traería.

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