La historia de Audi es larga, pero todavía lo es más si se cuenta la trayectoria de las compañías que dieron lugar a la marca de los cuatro aros. Para celebrar los 150 años de la fábrica de la firma en Neckarsulm, sus aprendices han tomado a uno de sus iconos y lo han transformado en un coche eléctrico: el EP4.
La ‘E’ se debe a su naturaleza eléctrica, mientras que el ‘P4’ hace referencia al NSU Prinz 4, modelo clásico fabricado entre 1961 y 1973 y que ha sido la base del proyecto.
NSU Prinz, un carismático antepasado de los Audi actuales
Aún viéndolos uno junto al otro, cuesta creer que exista parentesco entre ambos, pero los detalles así lo dejan claro: la línea de cintura y del techo, la forma de los grupos ópticos delanteros y traseros, la sección intermedia entre los faros frontales, etc.
Sin embargo, el prototipo trae consigo muchos elementos de cosecha propia, muchos debidos al hecho de que su rendimiento es mucho mayor que el del clásico. La plataforma base es la de un Audi A1, incluyendo los ejes y el sistema de frenos; la carrocería se ensanchó de manera considerable, los pasos de rueda se realizaron mediante impresión 3D, calza unas ruedas mucho más anchas y en la zaga integra dos alerones fijos.
No se han mostrado imágenes específicas del interior, pero se ha despejado para dejar solo lo esencial, como unos asientos Recaro tipo bucket, una jaula antivuelco en color ‘Signal Yellow’, un velocímetro y una pantalla.
Su apartado mecánico es un poco Frankenstein, pues que, por un lado, toma el motor de un Audi e-tron de 2020, un bloque que desarrolla 240 CV (176 kW) y se sitúa en la parte trasera, mientras que la batería que lo alimenta proviene de un Audi Q7 TFSI e quattro y va delante, donde solía estar el depósito de combustible.
Audi no ha desvelado las prestaciones del EP4 y tampoco ha hecho mención alguna a su autonomía.