En mayo de este año, un servidor te contó la desconocida historia del Proyecto Brutus, un vehículo equipado con un motor BMW V12 de 47 litros con 750 CV de potencia. Este monstruoso propulsor procedía de una aeronave de combate de la Primera Guerra Mundial y se utilizó para impulsar bombarderos pesados e incluso un hidroavión alemán durante los años ‘30.
Toda esta tecnología se instaló en un vehículo terrestre de cuatro ruedas y, aunque resulta impresionante en su mera forma, no quita mérito a lo que logró Mercedes-Benz varios años antes: el motor de cuatro cilindros más imponente del mundo, un propulsor que se encargaría de mover al Mercedes-Benz 82/200 de 1911.
El motor de cuatro cilindros más imponente del mundo es de Mercedes-Benz
Este vehículo sería una de las piezas de la automoción más exclusivas en los primeros años del siglo XX. Y buena culpa de ello lo tendría su descomunal motor, un propulsor que hoy todavía resulta impresionante en términos de cifras. Se trata de una mecánica de solo cuatro cilindros y cuatro tiempos con la impresionante cilindrada de 21.495 cm3, lo que significa que cada cilindro tiene un cubicaje de 5.373 cm3.
El motor se utilizaba en dirigibles de la época, por lo que instalarlo en un vehículo terrestre del tamaño de un turismo sería algo ilógico. Pero, en un momento en el que los coches empezaban a popularizarse, y no había ningún tipo de restricción, que el 82/200 de Mercedes-Benz acabara portando esta mecánica parece hasta lógico.
El bloque desarrolla una potencia de 200 CV, lo cual es una cifra realmente elevada dados los estándares de esa época, como también lo era la velocidad máxima que el vehículo podía alcanzar gracias a estas prestaciones, 170 km/h, superando incluso a trenes y aviones en esos días. Para conseguirlo, el 82/200 de 1911 registraba un consumo de combustible de 40 l/100 km, lo que le daría para poco más de 300 kilómetros con su depósito de 130 litros.
El Mercedes-Benz 82/200 de 1912 era sencillo y ligero
Los ingenieros lograron esta cifra de velocidad máxima gracias en parte al poco peso que registraba un vehículo en el que no se había hecho uso de materiales ligeros como la fibra de carbono o el aluminio. Con un peso de 1.250 kilos, podemos considerarlo como un coche liviano incluso actualmente, con los avances que se han implementado desde entonces en el campo de los materiales usados en la fabricación de componentes para el automóvil.
Así suena un motor de hidrógeno de cuatro cilindros, 2.0 litros y más de 400 CV
La energía se enviaba las ruedas traseras a través de una transmisión manual de cuatro velocidades haciendo uso de un sistema piñón y cadena, lo que lo hacía robusto y fiable. Y para mantener todo a raya, el Mercedes-Benz 82/200 equipaba un sistema de frenos que operaban en el eje de entrada de la transmisión, en lugar de frenos de disco o de tambor en la propia rueda.
El Mercedes-Benz 82/200 de 1911 es un vehículo extremadamente exclusivo y raro. Una versión modificada de este coche, conocido como Blitzen-Benz, pudo alcanzar una velocidad máxima de 228,1 km/h, convirtiéndose en el coche más rápido del mundo en 1911. Estuvo en producción hasta 1914 y, los que quisieran comprarlo, debían pagar 36.000 marcos alemanes, el equivalente actual a unos 215.000 euros.